Texto y fotos: Estela Zatania
XLIX Reunión de Cante Jondo
Sábado, 8 de julio, 2017. 2300h
La Puebla de Cazalla, Hacienda La Fuenlonguilla
Cante: Raúl Montesinos, Rafael de Utrera, La Macanita, Carmen Linares. Guitarra solista: Antonio Carrión. Guitarra: Antonio Cáceres, José Quevedo “Bolita”, Domi de Morón, Manuel Valencia. Baile: El Junco y su grupo con Óscar Lagos (guitarra), Emilio Florido, Jesús Flores (cante), Roberto Jaén (palmas).
El 29 de julio de 2016, sólo veinte días después de la Reunión de Cante Jondo de aquel año, ocurrió lo impensable. Falleció José Menese. El cantaor cuyo nombre es sinónimo de La Puebla de Cazalla, en cuanto al flamenco se refiere, el que fuera el más flamenco de los cantaores contestatarios de la Transición y uno de los fundadores principales de este venerable festival, dejó de existir medio siglo después de la primera edición de un evento al que el cantaor había faltado en sólo una ocasión. Su misión en vida de cultivar y animar el interés en el arte jondo en su ciudad natal se había cumplido, y ya le tocaba descansar.
Anoche, en el patio de la Hacienda la Fuenlonguilla, donde fue celebrado la cuadragésimo novena edición del festival, el maestro Menese estaba presente en la memoria de todos los artistas y del público, tanto local como de fuera, estaba en el aire que olía a romero y en los antiguos muros del hermoso recinto. La Puebla de Cazalla es un estado mental, un lugar que invita al disfrute del flamenco, con un público exquisitamente respetuoso.
No fue la mejor noche. Un viento frío y fuerte castigaba la campiña, y pobre de él que no tuviera manta y ropa de abrigo. El patio no terminó de llenarse, y las intervenciones eran lo que se dice “discretas”.
Conmovedor sin embargo fue el solo de guitarra de Antonio Carrión que abrió el programa, unas siguiriyas compuestas a la memoria de Menese. Un verdadero solo, tanto humano como musical, pues, el guitarrista ha perdido a un amigo y compañero de muchos años, y su interpretación rezumaba patetismo, provocando la calurosa ovación de los presentes.
Raúl Montesinos, cantaor local, poseedor de una de las dos Lámparas Mineras correspondientes a La Puebla, interpretó cantes fuera de lo de siempre, como le gustaba hacer a Menese. Cartagenera y levantica del Cojo de Málaga, o liviana con siguiriya, toná liviana y cabal tocadas por medio por Antonio Cáceres, dan fe del compromiso de este cantaor.
Rafael de Utrera, que no se prodiga en estos festivales, proporcionó algunos de los mejores momentos de la velada. José Quevedo “Bolita”, un guitarrista que sorprende sin despistar, puso el acompañamiento a unas cantiñas variadas, soleá apolá y malagueña con abandolao, y la colaboración del tocaor Domi de Morón nos dejó empapados del aire de la ciudad vecina en unas bulerías.
La Macanita defendió la parcela jerezana con el valioso apoyo de Manuel Valencia a la guitarra, y las palmas de Chícharo y Macano. Malagueñas, soleá, “siguiriyas a mi manera” y bulerías.
Antonio Carrión abrió la segunda parte con su solo de bulerías, seguido del grupo de Juan José Jaén “El Junco”. El bailaor interpretó una especie de suite gaditana de soleá y tangos, diciendo cosas importantes con su elegancia seca y sutil que hace que todo parezca fácil.
Antes del cierre tradicional con ronda de tonás y fin de fiesta, Carmen Linares, con la guitarra de Salvador Gutiérrez, luchó valientemente para domar su voz gastada, tapando carencias con abundantes conocimientos y años de experiencia.
Y el año que viene, volvemos para celebrar los cincuenta años de este admirable evento que sigue defendiendo el flamenco clásico año tras año.