Texto: Pablo San Nicasio
Fotos: Rafael Manjavacas
Nos pusimos «moraos»
Homenaje a Moraíto I |
Homenaje a Moraito II (reseña, fotos & video) Sobre el papel, el de las entradas, agotadas desde hacía semanas, esto era lo más grande en flamenco que se había anunciado este año bajo la faz del cielo. Porque sobre el papel, el del cartel, había nombres para aburrir, tantos que la estética de la película se parecía más a la de las míticas cumbres flamencas de los ochenta o a esas maratonianas fiestas de la bulería jerezanas. Abigarradas, en este caso, de estrellas de todo el firmamento jondo. Morao fue mucho Morao, eso lo sabemos, y gracias a él la iniciativa. Nunca nos hubiera gustado que se celebrase, y así poder seguir escuchándole susurrar si vamos o no “por la verea”, pero agosto nos lo robó y todo esto, es indudable, era de justicia. Glamour, prensa, cámaras, caras famosas, farándula y hasta visones en la primera sesión del doble homenaje al señor Moreno Junquera. No faltó casi nadie a la cita. Casi, ay…ese casi…el día anterior saltó la alarma con el rumor del estado de salud de Paco de Lucía. Lo suficiente como para finalmente que no viniera, mala pata. La primera en la frente. Aún así el cartel no desmerecía. Seguía siendo de órdago. Mucho traje eso de organizar un evento como este sin que se haga largo, con todos en su sitio, a su hora…de eso hablaremos mañana, pasado o, miren, casi mejor al otro. Con el flamenco y activista dúo “Gomaespuma” como maestros de ceremonias intercalando secciones y disimulando el frenético vaivén en el escenario, se sucedían los números, con altibajos, irregulares. Con la mejor de las voluntades, sí, pero con mucha tela que cortar a cuentas de la improvisación. Tres horas sin descanso en las que, claro, además de salir bien lucidos en nuestro zurrón del cante, pusimos en igualdad de condiciones a artistas de diversa talla, caché y concepto. El homenaje a Moraíto, ya que estábamos, se podía concebir también como un buen escaparate del estado de la cuestión. Un estilizado Miguel Poveda abrió cartel, por siguiriya y cabal, histriónica y atlética, para seguir y concluir con sus cuplés por bulerías más resonados. No tuvimos ni para calentar motores, y creemos que él tampoco. Más potente fue el martinete de Vicente Soto, “Sordera” y algún momento por bulerías. Todo apuntaba a que la cosa, no podía ser de otra forma, iba a ser densa por estos últimos estilos. Ya Marina Heredia subió el listón, dando buena muestra de su poderío. Por una buena ristra de tangos y bulerías con y sin micro que la dejaron en cabeza del nutrido pelotón. Duquende se trajo un buen combo (Diego del Morao y Parrilla como guitarristas, fueron los que más aparecieron) y Sabú y Antonio Serrano coloreando. Nos dio la impresión de que ellos habían contado también con Paco… Turno para Arcángel. Por soleá por bulerías y, ojo al dato, el único que se acordó de Morente en su cabo de año. Señores, Morente también se nos fue, y bien solitos que nos dejó. Bien por el onubense que además se explayó en mostrar su abanico de octavas en las cuerdas vocales. Puede gustar o no, desde luego, pero no será por condiciones flamencas. Llegamos al meollo. Fernando de la Morena, entre lágrimas por siguiriya y Juan Diego bordando soniquete. Nos hizo además “dos letritas “por buleridas, para no cansar al personal”. Y llegó “el Torta”, sin duda el acontecimiento de la noche. No estuvo mucho el señor Juan Moneo Lara sobre el escenario, lo justito por bulerías. Pero en sus letras alusivas a su querido Manuel y las siguientes, más en la línea taurómaca, puso a todos de pie y de acuerdo. Lo que no había hecho nadie de los allí presentes con más de un cante. Este señor, que apenas se deja ver por el Madrid flamenco, estremeció pavorosamente por bulerías al “Arteria Coliseum”. A ver si alguien saca de la crisis al flamenco y programa a este hombre. A cuidarse, Juan. La noche empezaba a entrar en horas y en fríos, nos duele pero era así. Y el flamenco comenzó a ausentarse. La flamenquería no, porque allí entró Diego Carrasco, que presentó a su tropa, entraba y salía Raimundo Amador, Jorge Pardo, Tino di Geraldo con el bajo, Juan Grande, Ané Carrasco, los Carmona junior…en fin, los llamados “Rockeros Canasteros”. Y quede claro que a buen nivel, en “plan amigos” pero sin desmerecer. Fin de fiesta algo largo, con “Negri” acordándose de Ray Heredia, Antonio Carmona interviniendo con pop de su última producción y el organizador, “Diego el Cigala” por bulerías con, de nuevo, Diego del Morao y Manuel Parrilla. La gente empezaba a salir y entrar del patio de butacas con víveres como si tal cosa. La distracción parecía ir en aumento hasta que la cofradía de la fiesta de Jerez se presentó con su número final de traca y volvió a subir una temperatura para la que muchos ya llevaban su anticongelante pertinente. Arriba y debajo de las tablas. Nos quedamos con la soberana pincelada de Jesús Méndez y las facultades físicas y vocales del siempre fibroso “Tomasito”. Eran los paisanos de Moraíto y sabían lo que decían. Pero yo además me llevo el “Tortazo” del Moneo, que cómo estuvo…
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