Texto: Pablo San Nicasio
Fotos: Rafael Manjavacas
Segunda parte que sí fue buena. Y olé
Homenaje a Moraíto (II) |
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Homenaje a Moraito (I) – Reseña & fotos Estábamos preparados para otra sesión de larga o larguísima duración, y llevábamos reservas. Pero a la segunda fue la buena. Se nos hizo ligera. De nuevo con la bulería como lubricante. La promesa a priori seguía siendo atrayente, y Morao bien vale una fiesta de las de varios días. Así que bajamos con ánimo la Gran Vía y nos olvidamos de la hora de volver al tajo al día siguiente. La noche enfiló bien desde el principio. Se empezó, ayer puntualmente, a emitir parte del documental “El Cante Bueno Duele”, de nuestros queridos amigos holandeses. Se colocó de fondo una foto adecuada para el evento y no desfasada, como la del día anterior. Y se respiraba otro clima, menos cargado y artificial que en el estreno del festival. Morao ha vuelto a vencer y, como el Cid, conquista ciudades y las tiene en vilo varios días. Manuel sobrevuela siempre dejando estar, como cuando tocaba. La segunda sesión además, en lo artístico, superó en bastantes puntos a la del miércoles. Ya de entrada, Diego del Morao engrandeció aún más la saga con sus bulerías “Orate”, verdadero portento de compás, técnica y sabor. Sin duda estamos ante un genio en el toque por bulerías, nada nuevo en la casa. José Mercé, ayer especialmente enfibrado, brindó también una más que interesante secuencia de soleá y bulerías, quizá la más flamenca de sus apariciones en la capital en estos años. Éramos optimistas. Si salíamos tarde por lo menos no nos pesarían las botas. Pitingo pasó a escena para hacer otras bulerías (Diego del Morao seguía sin dar respiro) y un tema de su nuevo y nada flamenco de su “Malecón Street”. Y llegó el terremoto. Si el día anterior había sido “El Torta”, el crujido del jueves corrió a cargo de la señora Montse Cortés. Aunque lesionada y sin apenas poder caminar, se presentó en la sala e impresionó en un soplo de cinco minutos de fiesta. Ayer y el miércoles hubo muchas, de variado tempo y concepto. Ha habido bulerías para escoger y analizar hasta morir en tres tiempos. Pero entre todas ellas, es seguro que han llegado a la cumbre las de una mujer catalana. Uno de los guitarristas que aquel aciago día de agosto más remarcó su admiración por Manuel fue “Tomatito”. El de la Chanca regaló dos temas: “Two Much Love Theme” y la versión de su “Dulce Manantial”, últimamente rebautizada como “Bulerías de Gata”. Acompañado por su hijo y Cristóbal Santiago, “Tomatito” no quiso perderse una fiesta en la que, quizá, (no meteremos más el dedo en la llaga) debieron aparecer otros muchos de los grandes de la sonanta. No se puede pedir que la guitarra se programe y tenga entidad si antes no dejamos la casa propia chorreando oro cuando se va uno de los que la hacían grande. El que tampoco se esfumó fue “Pepe Habichuela”. Antes al contrario, fue el único en los dos días en salir completamente solo al escenario. Por no llevar no llevó ni palmeros. Su soleá vale por mil y su soniquete otro tanto. Este, lo sabíamos, sí que es el verdadero “tío Pepe”. Como los Moraos, con denominación de origen. Josemi Carmona llegó tras su padre, rumbeó “Tangroove” y pasó por la piedra de las bulerías los “Dos Puñales”. Música que, sin duda, le hacen no parecerse a nadie. Tenía que estar y estuvo. Hubiera sido de traca que el amigo Moneo repitiera el quejío del día anterior. Pero los artistas son así y en la cara del toro no siempre se tienen las ideas claras. De blanco inmaculado Juan Moneo repitió bulerías, pero bastante más afectadas y teatrales que las del día antes. Nada que ver. Quien sí levantó el vuelo fue Fernando de la Morena, quien se reivindicó en unas bulerías mucho más afinadas y resueltas que las del miércoles, donde quizá la emoción le agarró la garganta. Las caras de dos monedas que sólo pueden acuñarse en la tierra del arte. La recta final del maratón “morao” contó con Carmen Linares, señora y agradecida siempre, que hizo causa con “El Niño Yuntero” y, por cantiñas, junto a su “Salvi”. Navajita Plateá fue la aportación pop de la noche, y “Diego el Cigala” volvió a firmar por bulerías una noche que, de nuevo, cerró Jerez y medio, como cantó la collera “Gomaespuma”. El flamenco en general estuvo a la altura, se hizo de Madrid un fortín del cante grande y se homenajeó al soniquete personificado que fue Morao. Así, algún día entraremos “por la verea…” |