Texto: Silvia Cruz Lapeña
Fotos: Ana Palma
Guitarra: Alfredo Lagos. Palmas: Miguel Téllez y Noé Barroso. Artistas invitados: Diego Carrasco, David Lagos y Rosalía. Percusión: Perico Navarro. Sala Paúl 25 de febrero.
Especial XX Festival de Jerez – Toda la información
Brillo nuevo
El mismo día que se cumplían dos años del fallecimiento de Paco de Lucía Alfredo Lagos ofrecía en directo su disco, Punto de fuga, en el Festival de Jerez. El repertorio era conocido, pues el disco se estrenó en 2015 pero eso no impidió que el público viviera una experiencia intensa. Con la actuación del jerezano quedó muy claro que no hacen falta adornos cuando hay sustancia: su guitarra, un poco de percusión y unas voces amigas fueron suficientes para que el público acabara con las manos ardiendo de aplaudir.
Rondeña, soleá, fandango (de infarto), taranta, tanguillos y bulerías. Y una versión de “Los pájaros perdidos” de Astor Piazzolla cantada por Rosalía, la joven barcelonesa que la noche anterior acompañó al guitarrista en el espectáculo J.R.T. Diego Carrasco y el hermano del tocaor, David Lagos, también salieron para interpretar “Escrito en el agua” y “Niña”, sin duda el momento más emotivo de una actuación en la que Alfredo estuvo a la altura de la efeméride y de su disco.
Anoche el jerezano tenía un brillo especial, uno que transmitió a su guitarra. El sonido y las luces de la Sala Paúl jugaron en contra del show y de los músicos, también de los cantantes, pero ni eso pudo frenar a un artista que está en racha.
Alfredo Lagos es una bestia y ese punto de fuga que da nombre a su disco es su cabeza. De ella parte la energía que irradia, una energía que se percibe distinta desde hace un tiempo. Este trabajo discográfico no ha hecho a Lagos mejor guitarrista, pero sí mejor artista, le ha dado un extra. Lo ha relajado y ayer se le veía sonriente, casi pletórico, como si además de pensar y ejecutar a la perfección, estuviera por fin disfrutando de una manera de hacer, la suya, muy exigente.
¿En qué afecta eso a su toque? En que todo eso que tan bien cuece y pare Lagos ya no sólo lo dice, también lo comunica. Y lo contagia. Ha roto una barrera, a saber cuál, pero su música ya no suena sólo a perfección sino a acto de amor. Anoche al menos así pasó. Y huele a que ese clic ya no tiene vuelta atrás.