Punta y Tacón
Silvia Cruz Lapeña
@silviacruz_news
Periodista.
Nîmes, enero de 2018: el festival flamenco fluye, la organización funciona, todo sale bien. Pero pasa algo. Alguien lo comenta en voz bajita y quienes le escuchan se encogen de hombros porque la noticia la hemos escuchado en otras ediciones y nunca ocurre: “Patrick se jubila”, dice alguien y los demás nos reímos porque no lo creemos. Patrick Bellito, director artístico del evento, lleva unos años diciendo que se retira. Pero no lo hace. Quizás no quiere de veras, quizás no puede.
El rumor es cada vez más tangible, menos rumor. Y al final en una de las cenas, el protagonista se acerca a la prensa y confirma: “Sí, me voy”. Habla como siempre, con su español a medias, trufado de carcajadas, pero en esta ocasión sólo él ríe. Callamos. Esta vez suena a verdad.
Patrick se va después de 27 años de programar flamenco y otras músicas en el Teatro Bernadette Lafont de Nîmes, ciudad que responde a su cita llenando la sala principal pero también las pequeñas y las actividades complementarias. En esta ha habido tres ejemplos hermosos que he podido presenciar: uno fue la charla del guitarrista Miguel Vargas hablando sobre tangos y jaleos y el otro, la presentación del libro de Antonio Campos, Desde la Alhambra yo te los cuento. Y el tercero, el que mejor explica lo que es Nîmes, una parte de Francia que sabe a España: fue en Pasionaria.
Yo conozco poco a Patrick y no he estado las 27 veces que ha organizado el Festival de Nîmes. Por eso esta opinión es particularmente parcial y aunque pretende rigor, no aspira a la objetividad. Pero conozco lo que se murmura, lo que se habla por detrás de una persona y en el caso de Patrick es muy parecido a lo que se dice en su presencia. Ocurre pocas veces. Patrick a mí no me debe nada, ni yo a él, aunque reconozco que siempre lo recordaré con cariño por haber sido el director artístico de un festival que me ha “reñido” por no ser más dura en la crónica de un espectáculo programado por él. Sigue siendo el único.
Como digo, lo conozco poco, pero hay un comportamiento suyo que me llama la atención por elocuente: en todos los espectáculos y actos que organiza se sienta al fondo. Desde esa última fila, el director no sale en las fotos ni saluda a las autoridades, pero controla y vela por todo, especialmente por los artistas. Este año, uno de ellos le ha hecho el mejor regalo de despedida que podía desear: las lágrimas provocadas por la bellísima actuación de Rafael Riqueni, a quien Patrick llevaba años queriendo ver tocar en su ciudad.
Pero como dice el título de este artículo, el adiós en Nîmes ha sido doble porque también supimos que se jubila Jean-Louis Duzert, el hombre que retrató las manos de Camarón de la Isla. Sí, esas en las que ya está usted pensando sin que tenga yo que detallar el modo en que están colocadas, las pulseras, el anillo o el tatuaje. Loulou se despide con una exposición con instantáneas tomadas en los diez años que ha sido fotógrafo oficial del festival y confirma que se va, que deja de trabajar, pero lo que no promete es que vaya a dejar de disparar.
Hasta aquí mi adiós. Mejor mi “hasta muy pronto”, porque nos veremos por ahí, por los tablaos y los teatros, donde espero ver a Loulou disfrutar sentado, no de pie y con la cámara, y a Patrick gozando del flamenco, no ya al fondo de la sala, sino en las primeras filas. A bientôt, messieurs!