Entrevista: Sara Arguijo
Meticulosa, perfeccionista, exigente, apasionada y defensora de la libertad creadora, Ernestina Van de Noort mira al futuro con una confianza absoluta hacia lo que proponen las nuevas generaciones de artistas y con el reto de seguir mostrando la universalidad de un arte que la atrapa y la capacidad de éste para dialogar con otras músicas.
“Aquí la afición no da para llenar teatros, hemos convencido al público con las propuestas”
Nos atiende vía Skype con el ajetreo normal de quien inaugura en pocos días la sexta edición de la Flamenco Biennale que durante 17 días (del 13 al 29 de enero) llenará las principales salas y teatros de ocho ciudades de los Países Bajos de la vanguardia del flamenco contemporáneo. Pero también con la tranquilidad que otorga una década de gestión en los que el festival ha logrado situarse como uno de los eventos culturales más importantes del norte de Europa y la irremediable ilusión que suscita el creer en lo que se defiende.
Foto: Ernestina van de Noort por Amaury Miller
Programación Flamenco Biennale VI
-¿En qué punto se encuentra ahora la Bienal?
-Se puede decir que ahora es un festival cotizado a nivel nacional e internacional. Nos hemos extendido hasta ocho ciudades y hemos crecido incluso con respecto a la última edición, que ya fue todo un éxito. Cuando empezamos había tantos teatros municipales que estaban reticentes a programar cualquier cosa que sonara a flamenco. Ahora, sin embargo, son muchos los quieren sumarse. Estoy orgullosa de haber conseguido que la Bienal tenga un hueco cada vez mayor en el paisaje cultural holandés y el reconocimiento del público, de la prensa y de instituciones que han prestado su apoyo. Hemos entrado en el plan de artes nacionales, del Dutch Fund of performing arts, que alaba nuestro enfoque artístico y nuestro apuesta por la innovación del género. Con esto hemos ganado un poco más de tranquilidad. Hay que ser conscientes que el flamenco es una arte adoptado en Holanda, lo sentimos pero no es nuestro, y recibir apoyo para un arte extranjero es todo un logro, aunque la ayuda sea estructural y no económica.
-Uno de sus objetivos ha sido el de mostrar la capacidad de diálogo del flamenco y acercar al público holandés propuestas que rompieran tópicos, ¿ha calado su mensaje?
-Éste siempre ha sido mi ambición y mi objetivo y creo que lo estamos cumpliendo. Aquí siempre ha existido una afición potente pero esa afición no da para llenar grandes teatros, como ocurrió en 2015 con El Pele y Farruquito, donde 1500 personas se reunieron para escuchar cante jondo. Lo que trato es de programar la tradición y experimentación para crear un público hambriento, curioso, que quiera indagar en el flamenco más allá de la imagen preconcebida. Quien acude a la Bienal sabe que va a encontrar la danza experimental, diálogos con otros géneros y músicas y flamenco de nuestra tierra, el ‘Nederflamenco’, que da cabida a talentos nacionales, como es el caso del guitarrista Tino Van der Sman.
“El flamenco no es sólo universal por la música sino por su capacidad para hacer sentir. Y eso es lo que más nos interesa en Europa”
-En esa apuesta por el diálogo presenta este 2017 dos producciones propias…
-Sí, una de ellas es una alianza con la Bienal de Violonchelo. Hemos creado una ‘Fantasía para violonchelo y flamenco’ con Rocío Márquez, la estrella del violonchelo austríaco/iraní Kian Soltan, y la holandesa/cubana Ella van Poucke, un kemençe turco Derya Türkan [que lo descubrí con Rénaud García Fons en la anterior bienal] y un multiinstrumentista español, Efrén López. Se trata de un diálogo soñado para mí entre músicas, músicos y géneros, mi tarjeta de visita de esta Bienal, algo que siempre he querido hacer desde los comienzos. Y luego, tenemos otra creación con Sara Cano, que es una bailaora con un idioma dancístico que me fascina, y el coreógrafo indio Kalpana Raghuraman. Un encuentro contemporáneo entre el flamenco, con la propuesta de Sara ‘A palo Seco’, y las danzas indias de ‘Rebels’ Cross’ (Cruce de los rebeldes) en las que se ven también las similitudes entre ambos lenguajes.
“Había un público holandés que rechazaba el flamenco porque lo entendía como folclore y que gracias a la Bienal ha encontrado un flamenco que sí le interesa”
Foto: Ernestina van de Noort por Amaury Miller
-Propuestas arriesgadas a las que se les suma Rocío Molina, Manuel Liñán, Isabel Bayón, Rocío Márquez… Da la sensación que esta programación difícilmente encajaría en España, ¿necesita el flamenco europeizarse?
“Tengo más libertad para programar y la tomo. No estoy atada a la tradición como lo está Jerez o Sevilla”
-¿De ahí su mensaje ‘antilunares’?
-Bueno, siempre he querido mostrar al público las posibilidades de este arte, pero a mí –¡para que todo el mundo lo sepa después de 12 años!- me encantan los lunares. Lo cierto es que ya no necesito lanzar al aire este mensaje aquí porque ya no hace falta. De hecho, ahora me puedo permitir programar más tradición, digamos que ha sido un proceso a la inversa. Siempre brindo grandes espacios al cante, algo que en otros festivales extranjeros es difícil de encontrar. Este año, por ejemplo, tenemos a José Valencia con ‘En Directo’ y, aunque Antonio Canales esté como artista invitado, el protagonismo lo tiene el cante jondo.
“Mi tarjeta de visita de esta Bienal es la ‘Fantasía para Violonchelo y flamenco’, para mí un diálogo soñado”
-Y en estos años, ¿ha cambiado la percepción del público holandés con respecto al flamenco?
-Por supuesto, el público ha ido evolucionando. Cuando empezamos programamos en tres salas –una de música contemporánea, otra de jazz y un teatro municipal- que nunca habían acogido nada de flamenco. Tratamos, como El Quijote, de ir en busca de nuevos públicos a los que no les interesaba el flamenco porque lo entendían como folclore pero que viendo las propuestas se han ido convenciendo de que existen cosas que sí que les interesan. Hoy día es un público muy diverso, curioso, que refleja el amplio abanico de 'expresiones flamencas' que ofrecemos y que encuentran en la Bienal una garantía de que lo que hay es de calidad.
-¿Qué importancia tiene en esto las actividades paralelas?
-Desde el principio hemos considerado fundamental la labor educativa. Tenemos dos tipos de workshops, uno oficial en el Conservatorio de Rotterdam, con Faustino Núñez, y otros dirigidos a la afición, de cante, baile, guitarra y compás, como los que este año ofrecen Torombo y El Oruco. Hacemos laboratorios de creación y talleres experimentales con los artistas que después pueden presentar sus resultados en una sala. Y desde 2006 incluimos también masterclasses de baile, que este año imparte Antonio Canales, y que son momentos donde el público puede entrar en la cocina del flamenco y comprobar asimismo lo difícil que es este arte. Contamos también con un concepto muy interesante, una especie de ‘puchero flamenco’ –taste of flamenco- donde el público puede respirar de forma natural el ambiente del flamenco alrededor de una mesa con buena comida y bajo la dirección de un maestro como el gran Diego Carrasco. Luego, para acercar la Bienal a la calle, hemos organizado el ‘Flamenco Pop Ups’ (flamenco de guerrilla), para que los artistas hagan intervenciones en los vestíbulos de los teatros y espacios públicos en un suelo flamenco portable. Todo esto favorece sin duda la creación de un excelente ambiente de convivencia y de sinergias. Es muy gratificante.