Antonia Contreras: una Lámpara Minera y un flamenco constante

Antonia Contreras

Antonia Contreras

Silvia Cruz Lapeña

Fotos: Fanny Ruffet

La cantaora malagueña trae el 25 de mayo al Ciutat Flamenco «Madera noble», un recital en el que mostrará las cualidades que la hicieron merecedora del máximo galardón del Festival de La Unión.

 

Antonia Contreras nació en un cruce de caminos, en un punto que igual podría pertenecer a Álora, a Pizarra, a Cártama o a Almogía. “Hasta los13 años viví ahí, ni mi padre sabía decir con seguridad en qué pueblo vivíamos”. Entre esas coordenadas, el mapa muestra muchos arroyos: el del Peral, el del Verdor, el de la Campana… y pequeños arroyuelos que humedecen la Málaga que no da al mar. “Mi único juguete de niña era una radio. ¡Bendita radio que me aficionó a la música!”. 

Ahora vive en Álora, desde donde llega a Barcelona para actuar en el festival Ciutat Flamenco. Lo hará en en el Centre Artesà Tradicionàrius y en un concierto doble en el que también cantará Josep Aparicio “Apa” con su música valenciana de raíz. Pero primero, ella, con “Madera noble”, un recital donde demostrará su habilidad por malagueñas, soleá o granaína y en el que ofrecerá una hermosa vidalita titulada “Ausencia” que aparece en su disco, La voz vivida. “El primero, ¿te lo puedes creer? Y lo que me ha costado. Toda la vida detrás de este disco… Parecía que no llegaba el momento”. 

Pero llegó y cuando ya tenía fecha de grabación, ganó el Festival de Cante de La Unión. Su madre llevaba años diciéndole que fuera y Mayte Martín la animó, pero ella no hacía más que posponer ese momento. “Me parecía que no tenía edad, que había gente más joven en la que fijarse  y que podía dedicarse a la promoción y a las exigencias de un certamen de ese tipo”. 

Los años sin cantar

Al final, sucumbió. Por el empujón, el imprescindible empujón que, desgraciadamente, debe tener forma de premio gordo para que una artista trascienda el circuito de las peñas. Porque Contreras ha ganado concursos de saetas, tiene premios por peteneras, malagueñas y otros reconocimientos, pero sin uno de los “gordos”, los contratos no hacían más que escasear. “Me parecía injusto que me llamaran para contratarme pero me preguntaran si tenía el Premio Nacional de Córdoba o algo similar. No los tenía, por eso pensé llegué a pensar que se me había pasado la oportunidad de muchas cosas”.

Antonia tiene un vacío cantor en su biografía. Años en los que no le pasó nada artísticamente hablando. Al preguntarle sobre este tema, se siente algo desnuda, pero contesta. “Te lo voy a contar. Es sencillo: fui madre joven y no podía dedicarle días y noches y horas y horas a ensayar, que es lo que requiere cualquier actividad artística: estudiar y escuchar y muchas horas de ensayo”. Antonia se abre entre risas, no hay ni un deje de lamento en lo que explica, pero sí algo de liberación. “Te diré otra cosa: yo entonces tenía una pareja que ni compartía mi afición, ni me apoyaba. Tampoco quería que cantara, así que dejé del todo algo que llevaba haciendo desde los tres años y con lo que soñaba”. 

¿Y que cambió? “Que un día me levanté ‘rebelá’ y me dije: ‘Antoñita, tienes que intentarlo, es lo que siempre has querido y te ilusiona. No puedes morirte sin intentarlo’” Habló con su pareja y le planteó lo siguiente: iba a hacerlo con o sin su apoyo y así fue como a finales de los años 90 retomó su cante, se presentó a concursos, actuó en galas benéficas e hizo todo lo que estuvo en su mano para darse a conocer. Esa persona salió de su vida, ella siguió cantando.

 

La Unión, un sueño

Contreras es una cantaora completamente autodidacta: “Nunca he dado clases, todo es de oído, he aprendido por mi cuenta”. De su capacidad y de su saber hacer y decir los cantes no duda nadie. Tampoco Juan Ramón Caro, compañero desde hace dos años y guitarrista con el que ella se siente “supersegura”. Sobre el recital de Barcelona dice que no quiere enumerar todo el repertorio porque siempre deja un espacio a la improvisación. “Según el ambiente y cómo me siento”, cuenta y afirma que con Caro eso es especialmente fácil de abordar. “Conoce bien el cante y no temo salirle con una cosa o con otra porque sé que responderá perfectamente”.

El tocaor barcelonés fue otra de las personas que la espoleó para que fuera a La Unión. “No sólo me animó, me ayudó a preparar el repertorio y es crítico conmigo, algo que le agradezco”. Otros, sin embargo, le reprocharon que se presentara. “La mayoría de la gente me mandó mensajes de ánimo cuando supo que competía, pero otros me dijeron que para qué, que no necesitaba demostrar nada. Pero la verdad es que sí lo necesitaba”. 

Cuenta a Deflamenco que no esperaba ganar, pero confiesa que había soñado estar en una situación parecida, que cuando veía en la televisión a alguien alzar la Lámpara se emocionaba. “Y me tocó a mí”, dice riendo e intentando olvidar que esa inyección de energía y de contratos llegó en el mejor momento: en uno en el que se sentía desmotivada por la falta de oportunidades. 

Ahora habla de su disco con un amor indisimulable, le ha costado décadas parirlo y no quiere desaprovechar ni una oportunidad de contarlo. El 4 de junio lo presenta en su tierra, en el Teatro Cervantes de Álora, en el marco de la Bienal de Arte Flamenco de Málaga. Le acompañará su madre y sus hijos, muy orgullosos de verla hacer lo que le apasiona y volar absolutamente libre. Ella confiesa que también se gusta ahora más. “La madurez es equilibrio. Aprendes a asimilar las cosas de otra manera, a rectificar y no temo pedir disculpas”. Y como cantora dice que se queda con la que es hoy porque cree haber sacado provecho de los años y las experiencias.

El primer premio que ganó Antonia Contreras fue en El Burgo, pequeño pueblo de Málaga donde se llevó un galardón al cante por malagueñas porque alguien no se presentó y la dejaron cantar. “Qué cosas pasan, ¿verdad? Pero así fue”. Cuando se le pide que explique con pocas palabras cómo resumiría lo que ha ocurrido entre aquel primer reconocimiento siendo tan joven y la Lámpara Minera, no necesita combinar sujeto, verbo  y predicado. Le basta una palabra: “Trabajo”. 

 

 

 


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