Silvia Cruz Lapeña
La artista catalana llega a Madrid a recibir el premio Tío Luis del de la Juliana con un Verkami en marcha con el que grabará 'Tempo Rubato', un disco en el que pone música a las historias de amor de su vida.
Al abrir su página web, suena la misma canción desde hace tiempo: “Por la mar chica del puerto”, tema de Al cantar a Manuel, disco dedicado al maestro malagueño del periodismo, los versos y la vida. “No es casualidad, creo que resume todo lo que soy y con lo que me identifico”. Ese trabajo de 2009, refleja la convicción con la que se mueve Martín, que lo sacó adelante por su cuenta y riesgo y apostó fuerte por lo que algunos vieron como una locura. En ese trabajo, dice, está su alma y quién es ella, pero no dejan de ser “palabras de otro, la vida de otro”. Dice esto porque está gestando Tempo Rubato, disco que concibe como un diario sonoro de sus amores y desamores.
“Empezó a fraguarse hace dos décadas, cuando le pedí a Joan Albert Amargós que arreglara unas canciones que canté, probé, pero guardé en un cajón. Siento que ahora es el momento de publicarlas, no sé bien por qué. Quizás es que se ha cumplido un ciclo vital”. Con Amargós, al que llama “mago”, trabajó por primera vez para el disco Muy frágil, concretamente en “SOS”, canción que casi ha devenido en himno. Hoy vuelve a al mismo compositor para revolver entre sus recuerdos.
Un disco que no será flamenco
Salvo un tango de Gardel, dos poemas de Rafael de León, otro de Lorca y una canción hecha a partir de unos versos que le escribió una mujer a la que no identifica, las composiciones de Tempo Rubato son propias. Ni el disco, ni el show tendrán un hilo cronológico, por tanto, no habrá forma de trazar la historia del corazón de la catalana al escucharlo. “Sería bonito que el disco y el concierto siguieran el mismo orden que los episodios de mi vida que canto en él, pero rompería el sentido musical y no sería coherente”.
Mayte Martín actúa el 27 de abril acompañada de la guitarra de Salvador Gutiérrez en el Colegio Mayor Isabel de España (Madrid). Lo hará en el marco del festival flamenco en el que recogerá el premio Tío Luis el de la Juliana. Tempo Rubato, sin embargo, no será un disco jondo. Dice la madre del proyecto que para flamenca, ella: “Si estoy yo en el disco, el flamenco va implícito”, dice riendo.
Para conseguir el sonido y el efecto que persigue en esta aventura le acompaña el Quartet Quixot, que en realidad son cinco porque se le sumó el contrabajo de Ximo Clemente. Todos forman un grupo de músicos jóvenes con los que la cantante se encuentra cómoda. “Es de esa gente que no tiene prisa, que te entiende. Yo no podría trabajar con gente con la que no comulgo, con gente que sólo piensa en el dinero cuando hace música. Me moriría de tristeza”.
El ‘crowdfunding’ como libertad
Pero el parné es necesario, por eso ha abierto un Verkami en el que ofrece a sus seguidores unas recompensas por sus aportaciones en las que también se ve el sello del disco y de la propia Mayte: Fuga, Dolce, Pizzicato, Amabilo… Nombres de movimientos que se dan en música clásica, como el título del disco, Tempo Rubato, con el que un intérprete decide la velocidad de una pieza, robándole la intención original para darle personalidad a lo que dice la partitura. Eso va a hacer con sus propios temas y con los de otros, que es lo que hace Martín siempre que canta.
Hay quien se pregunta por qué una artista con su carrera tiene que recurrir a un crowdfunding, pero su caso no es el de alguien que llega a la financiación colectiva como última opción. “Lo hice en Cosas de dos y me reafirmo en que es la manera más bonita en que una artista puede poner a disposición de su público lo que hace”. Al preguntarle si eso la compromete o siente que les debe algo, ella niega: “No, yo más bien siento que el crowdfunding me regala libertad para crear. Que me financian para que sea libre”. Asegura que eso es lo contrario que hacen las discográficas grandes, que cuando ponen dinero en un artista no le pagan para que sea libre, “le pagan para comprar su creatividad y que esté a su disposición en todo”.
Hacerse cargo de todo el proceso que conlleva un álbum tiene sus pegas. Por eso hay algo que Martín ha rectificado de su última experiencia autoproduciéndose: Tempo Rubato lo grabará y distribuirá Satelite K. “Era una locura y además, haciéndolo yo llegaba a mucha menos gente. Con ellos grabé Muy frágil y Freeboleros y me siento muy a gusto”.
Una voz hecha
A Mayte Martín le gusta sentir al público cerca, no lo teme. Tanto es así que algunas de las recompensas permitirán a sus fans ver una grabación, un ensayo e incluso viajar con todo el grupo de músicos a los conciertos de Córdoba, Granada y L’Escala (Girona). La modalidad se llama Perdéndosi, cuesta 700 euros y Martín lo afronta con ganas y humor. “Es que en el fondo soy una exhibicionista”, dice con una carcajada, “si no, tampoco contaría mis historias de amor” Añade que lo hace también porque a ella le habría gustado, por ejemplo, ir a una grabación de Enrique Morente. “Para hacer las recompensas he pensado en cosas que a mí me gustaría hacer con los artistas que admiro. Por desgracia, casi todos están muertos”.
Le gusta decir que sus fieles la siguen porque comparten su forma de trabajar. Pero también tiene mucho que ver en su éxito su voz privilegiada. ¿Qué le debe a ella? ¿Cómo la tiene? “La voz cambia: le salen patas de gallo, como a la piel. Le cambia el color y ahora cuando oigo grabaciones de hace unos años, noto que está hoy más oscura, que suena más madura, más hecha, mayor…. Pero me gusta”.
A una mujer que destaca por tener un timbre hermoso y ser obsesiva con dar la mejor versión de su música, es interesante oírla reflexionar sobre la importancia de la voz de esta manera: “Lo más importante es que deje ver lo que hay detrás. Por eso artistas como Chavela Vargas llegaban tanto incluso al final de su vida”. Mide las palabras, no teme al silencio y por eso se detiene para ordenar un pensamiento. Y dice esto: “La voz acaba siendo algo superficial, como la ropa. Cuando canto, lo importante para mí es que la gente entre en mi historia y tarde muy poco en olvidarse de lo que llevo puesto”.