Formato 14 x 22 cm
Páginas 176
Los cantaores de flamenco siguen cantando coplas de Cante hondo confundiéndolas y alternándolas con las populares. Que lo hicieran fue el primer deseo de su autor, expresado en el subtítulo y en la introducción de este volumen de cuya primera edición de 1912 la leyenda cuenta que vendió mil ejemplares el primer día. Su éxito pasado y presente no lo explica, sin embargo, el buen uso del octosílabo, de la rima asonante, o de la fonética andaluza, sino el comprender que los tercios de una soleá encierran «muchos tomos de filosofía».
Esta edición reproduce la segunda, corregida y aumentada, de 1916, a la que hemos añadido el primer ensayo sobre el flamenco, escrito por el padre del autor, Antonio Machado y Álvarez, como prólogo a su Colección de cantes flamencos de 1881; así como una semblanza del padre escrita por el hijo en 1947.
Este hombre, este Manuel Machado, parece jugar, parece reír. No; acercaos: llora. Manuel Machado es profundamente significativo, profundamente grave, profundamente triste: expresó la gravedad por medio de la ligereza.
Dámaso Alonso