No es solamente un homenaje, es sobre todo un recuerdo emotivo de mi niñez, un guiño de complicidad y reconocimiento a un hombre que nació hace un siglo, en 1912, con el que siempre me identifiqué en su forma de tocar y de hacer música, sin olvidarme nunca de que solo soy un humilde admirador que comparte oficio. Gran músico que tuvo que emigrar con escaso equipaje pero con una guitarra repleta de talento, de alma, de sonidos mágicos que mostrar al mundo, y con el legado musical de su patria por bandera.
En este trabajo incluyo una obra inédita de Esteban de Sanlúcar, “Capricho Flamenco”, que nunca fue grabada, ni siquiera por el propio autor. Debo agradecerlo a su alumno y amigo Manolo Yglesias, quien me facilitó una copia que él mismo pudo grabarle al maestro en su casa de manera informal. Me hizo llegar el audio y también una transcripción que había realizado y sobre la cual yo he escrito mi propia versión.
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