Estamos ante uno de los cantaores de mayor popularidad en la historia del flamenco. La prensa de 1928 le consideraba el que más. Y una de las causas que más contribuyeron a ello fue su relación con el disco flamenco. Fue todo un divo discográfico, siendo el cantaor que cuenta con más registros sonoros.
Antonio Pozo «El Mochuelo» inicia la discografía con los cilindros de cera, registros sonoros anteriores al disco monofacial de pizarra. El 21 de noviembre de 1901 en la revista Alrededor del mundo se decía que su voz << es la que mejor recoge el fonógrafo, y sin duda por esto lleva ya impresionados Antonio Pozo más de ¡treinta mil cilindros!? >>.
Fue el primer cantaor que incorporó a su largo repertorio otros cantos regionales, como fueron jotas, asturianas, aires montañeses, pravianas, farruca? y esto sirvió de reclamo para que le contrataran en otras regiones que no eran las habituales del flamenco, por lo que se hizo popular en toda España y América.
El propio Mochuelo, según él decía, lo que con más cuidado cantaba eran las malagueñas, de las que dejó, a lo largo de su amplia discografía, una buena muestra de estilos raros y personales, pero lo que más fama le dio fueron las guajiras y la farruca. El primero se puso de moda, coincidiendo con la terminación de la guerra de Cuba y fue tema preferente en las grabaciones de principios del siglo XX. Igual que la farruca, hoy poco cantada si no es para bailar. Era una música nueva, distinta, con aire entre lo teatral y lo regional. Al Mochuelo lo llamaron El Rey de la farruca.
Estas grabaciones que hoy presentamos pertenecen a la primera época del disco y si no ofrecen el máximo de calidad sonora con que Sonifolk nos tiene acostumbrados en la reproducción de grabaciones antiguas de flamenco, tiene el aliciente de ofrecer a los aficionados este CD para dar a conocer parte de la personalidad artística de este cantaor pionero. Para los estudiosos, el Mochuelo siempre puede ser una referencia artística, pues por la época que le tocó vivir transmitió todo su conocimiento, que no era poco, al surco del disco, grabando prácticamente todas las formas del cante y numerosos estilos, algo que no era habitual, pues pocos cantaores eran enciclopédicos, mas bien se limitaban a especializarse en varios cantes o modalidades.
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