Cante: Vicente Soto Sordera, Lela Soto, Tomasa «La Macanita», Melchora Ortega
Guitarra: Diego del Morao, Alfredo Lagos, Manuel Valencia, Nono Gero, Manuel Parrilla, Juan Diego Mateos
Palmas y Jaleos: Juam Diego Valencia, Manuel Cantarote, El Bo, David Lagos
Percusión: El Chispa
Coros: Vicente Soto, David Lagos, Miguel Soto «El Londro»
Contrabajo: Antonio Corrales
Flauta travesera: Diego Villegas
01. Como un ovillito (Bulería)
02. Al son primitivo (Siguiriya)
03. Contra marea (Alegrías) Cante: Lela Soto
04. La noche que te perdí. Una mujer es un templo (Fandangos naturales por soleá)
05. Yo no sé qué voy a hacer (Tangos del Piyayo)
06. Como una pluma en el aire (Soleá) Cante: Tomasa «La Macanita»
07. Muero por ti (Bulerías)
08. Cavilando (Soleá por bulerías)
09. No tengo consuelo (Malagueña) Cante: Melchora Ortega
10. Pena negra (Siguiriya)
11. El jazmín y el azahar (Fandangos de Huelva)
12. Y me quitas la razón (Minera)
CD+Libreto: de 32 páginas. Fotografías: Claudia Ruiz Diseño: María Artigas
Es frecuente que el gusto por las artes torne en afición y que ésta nos lleve a su estudio, adentrándonos por insondables caminos y vericuetos hasta conducirnos al lugar donde reside el conocimiento. Alcanzado ese estadio, solo resta bucear en él, para que, cuanto más profundicemos en ella, gocemos más de su inmensidad.
No es extraño pues, que a medida que vayamos descubriendo sus facetas y disfrutando de sus valores, una arrebatada obsesión se apodere de nuestro tiempo e incluso de nuestra vida; obsesión que puede obnubilar los sentidos y llegar a obcecar nuestra capacidad de discernimiento. Así puede ser de obstinado el arte flamenco.
En el término medio esta la virtud, nos advierte el viejo refrán, cuya observancia prolongará nuestra afición y con ello el goce que nos produce.
El aficionado al cante flamenco se adentra en sus artistas y casas cantaoras, escucha he imagina a estas familias en sus patios y corralones, en donde sus ancestros ya ejecutaban aquellos cantes que ahora llevan a cabo sus bisnietos. No digamos los que han tenido la suerte de conocer a algunos de sus antepasados y de haber podido disfrutar una y otra vez de la proyección de antiguos videos e íntimas grabaciones.
Al margen de obsesivas pasiones, nuestra ya antigua afición ha sabido esperar, para ahora en tiempos de madurez, reencontrarse con Vicente Soto, miembro de la importante saga cantaora de los Sordera, que después de 50 años de profesión regresa a Jerez y a su barrio de Santiago, en donde lo esperaba su remozada casa, su familia y sus amigos, los que estaban deseando abrirle puertas a la vieja relación y, en torno a unas copas de buen vino de Jerez disfrutar de aquellos mismos gestos paternales, de los ecos y de las noblezas personales que otorga la madurez y el tiempo ensolera y que cubre al artista con la patina del oro viejo.
No podía ser otro que el cantaor Vicente Soto Sordera quien con el ADN en el “rajo” y el cuajo que aportan sus vivencias artísticas, vuelve pleno de ilusión y facultades a la tierra que lo vio nacer y a frecuentar el círculo de aficionados y amigos que atemporalmente lo reconocen y valoran.
Hace apenas un año que, tras un opíparo encuentro gastronómico exquisitamente ofrecido por el doctor Benito Ortegón, nos encontramos opuestamente sentados en las cabeceras de la mesa, el artista y el que esto escribe; fue suficiente un cruce de miradas y un Me gustaría hablar contigo, para entender que Vicente Soto quería hablar con el poeta y el poeta necesitaba que el artista sintiera sus versos.
Coplas del desagravio a la mujer: fue el detonante para que ambos formáramos un tándem y nos entregáramos a éste proyecto durante los doce últimos meses, adaptando el poemario a la baraja de cantes, en el que la mayoría de las coplas encajaban precisas en cada “palo” porque así fueron compuestas. La gozosa emoción de ir sintiendo suyos los mensajes de cada copla, haciéndomelos sentir con la magia de su voz, ha dado como resultado esta extraordinaria grabación para la que hemos contado con el equipo más selecto y granado del actual mundo del flamenco.