Tras dedicarse a grabar un álbum en el que cantaba a los poetas catalanes y unirse al argentino Rodolfo Mederos en un espectáculo en el que combinaba flamenco y tango, Poveda regresa a las esencias flamencas en un disco grabado junto al famosos guitarrista Juan Carlos Romero.
En su último disco, el joven cantaor catalán se embarca en un viaje a las entrañas de los cantes primigenios y las formas clásicas del flamenco. Memoria y frescura en los mimbres de unos tangos, seguirillas, abandolaos, bulerías, soleás y farrucas compuestas e interpretadas con esmero y firmeza.
«Tierra de calma» es el alambique en el que el flamenco se va destilando -desnudando- para mostrar su esencia. El corazón y el alma de esta música a la que Poveda siempre ha dibujado un futuro.
1 Buenas intenciones – Tangos
2 Tierra de calma – Farruca
3 Como la luna en el agua – Bulerías
4 Calle del mar – Malagueña
5 Y en medio el río – Sevillanas
6 Naúfragos del hambre – Soleá
7 Alfileres de colores – Bulerías
8 Detrás de la memoria – Seguirilla
9 La radio de mi madre
10 Canto de la resignación – Toná
El cantaor Miguel Poveda y el tocaor Juan Carlos Romero se han embarcado en una nave de moderna tecnología con la brújula orienda al mar antiguo de donde el flamenco viene por el proceloso siglo XIX alante navegando en piezas magistrales que entonces se gestaron para manifestar sentimientos casi siempre tristes y desprenderse de servir a las mudanzas briosas de los ailes que habían sido origen o causa desencadenante de las voces que al serenarse se hicieron copla y cante maravilla del mundo por el costado del dolor y de la súplica ocn acento romántico radical rotundo soberano y firme en la fijación de unos modelos que se llamaron seguiriya y soleá y malagueña y tantos más eco de las penas al cabo vencidas u olvidadas por la belleza el sosiego después de la tempestad que es el griterío conducido encauzado a ritmo por las seis cuerdas abriendo y cerrando los caminos a la voz que es la ciencia y la conciencia y la experiencia de los alaríos convertidos en arte como en esta obra de Miguel y de Juan Carlos capaces de irse a los tiempos de Silverio y a los tiempos del Mellizo y a los tiempos aquellos de las creaciones primigenias no sólo para recordarlos y evocarlos sino para traer de ellos signos de su histórica grandeza y presentarlos hogaño redivios así fueran tal cual son expresiones musicales de hoy mismo y a la vez de lo pretérico de modo que lamentos ayes y quejíos tienen la doble condición de ser vetustos y contemporáneos asomados al balcón de lo que fue pero con forja nueva distinta cabal y clásica tanto que en el buen sentido de la palabra se confunden técnicas y formas del manantial siglo XIX con habilidades y procedimientos propios de la época en que somos gracias al humilde poderío de una luminosa voz que encanta comunica y sobrecoge por los surcos escritos de una composición compleja arriesgada y ejemplar, magnífica.
José Luis Ortíz Nuevo