1. Lío (bulerías)
2. Te recuerdo Amanda (canción / bulerias)
3. María Discordia (Alegrías)
4. Maquíname (tangos)
5. Bajo un jazmín de verano (malagueña)
6. Damajuana (bulerías)
7. La Libertada (siguiriyas)
8. Entre estrellas y olivares (Jaleos)
9. Mi patio (soleares)
10. La Filarmoney’ del barrrio de Santiago (fiesta por bulerías)
Para lío esto de la vida, la extraña y surrealista versión de una obra de teatro tragicósmica con personajes y situaciones reales. Del orden al desorden y vuelta a empezar. Toma que toma. Como esto del Flamenco, el himno mundial de la queja, la sinfonía acompasada del abismo, la falseta del desencuentro, el zapateo del alma, la inquietud con sombrero de ala ancha, la muerte con lunares, la alegría con responso…
El jerezano José Mercé vuelve de nuevo. Ha mirado a su alrededor, lo que ha visto lo ha sentido y meditado en su interior a fuego lento y le ha llegado la necesidad de expresarlo sin concesiones. Y claro, lo primero que le ha surgido ha sido: Lío. El que todos sentimos con sólo asomar nuestra cabeza a la ventana de lo cotidiano. Una voz de siglos con la obligación de cantar el mundo que nos ha tocado vivir (de lo contrario su mensaje sería fingido). Eso sí, una exclamación jonda, sin prejuicios porque tiene el permiso de su corazón. Por eso, interpreta una siguiriya con ecos y ritmos del pasado, los del Tío José de Paula y Tío Juanichi «El Manigero», para arañarnos por la quema de un bosque que es hoy como la casapuerta ensangrentada del cierre siguiriyero. O la soleá que asola como viento cálido, con un poderoso valiente de Cádiz, que nos advierte del riesgo de estos corazones que razonan demasiado. O esa profunda y mística malagueña con evocaciones a Manuel Torre y El Mellizo que lo ha devuelto a las Basílicas que escucharon sus primeras quejas infantiles.
La legitimidad flamenca de Mercé es incontestable. De ahí que asuma con responsabilidad su compromiso con el ayer y con el hoy. Como si las pistas digitales de este trabajo tuvieran los surcos del vinilo o la pizarra. Todo se refleja en su flamenquísima voz: la pacífica gañanía y el urbe cosmopolita; el patio de la calle Merced y la avenida que todos surcamos; la quietud de la alcoba y la planta 47; los ecos de sus antepasados llorando en el mostrador y los nudillos sonoros de las horas que nos asisten. Pasado, presente, futuro en una espiral sincera.
Luego, el mensaje frontal y abierto, sin exclusiones por edad, raza, color o religión dirigido a las gentes de hoy. Las que asimilan, con sus prisas globales, los ritmos vertiginosos de bulerías, tangos, alegrías y jaleos, ejecutados con un metal certero y promiscuo que nos lleva por vereítas de latíos verdes, corazones fuera de cobertura, camisones del deseo, pestañas tan largas que nos arañan y desengañan o el envite a la tristeza que nos saluda en cada boca del metro. Y qué decir del sentido homenaje a Víctor Jara, el chileno que murió torturado por hacer un himno a la libertad. Los cinco minutos de este tema son vida eterna haciéndonos recordar a Amanda con la sonrisa ancha, la lluvia en el pelo y las calles mojadas corriendo hacia una fábrica donde vamos todos ¿La compuso Víctor para ser cantada por bulerías? Otro Lío…Y para rematar esa fiesta por bulerías que nos transporta a cualquier patio de vecinos de los que retan al tiempo con la pureza de sus cortinas. Allí donde la Sinfónica se llama Santiago. En definitiva, la rotunda respuesta cantaora de José Mercé al Lío pasional del que todos somos juez y parte.
José María Castaño
Créditos:
Guitarras: Moraíto Chico, Juan Manuel Cañizares y Diego del Morao.
Percusión: Tino Di Geraldo.
Producido por Isidro Muñoz.
[Referencia: 9286]