Esa especie de Príncipe del Rastro que ahora se sienta en el trono, con un perrillo aristócrata a los pies de sus zapatillas deportivas, es el cantaor Diego «El Cigala’ (Madrid, 1968). «Corren tiempos de alegría», su tercer disco, es para felicitarse. El artista se encuentra en su momento más dulce, y eso se nota en su voz templada. la pasión está presente tarde, noche y madrugada, dominando al grito. El quejío no tiene por qué ser una expresión desaforada del dolor. la emoción se puede pulir y la producción de Javier Limón ha cuidado mucho que el cante de «El Cigala’, siempre de rompe y rasga, se exprese sin tremendismo, con melismas acariciadores. Diego está sobrado de salud y libertad: salud con la esperanza de volar y libertad para proyectar su eco espontáneo junto al soplo jazzístico de Jerry González y el pulso cubano del maestro Bebo Valdés.
«Corren tiempos de alegría»‘ ha ido saliendo de manera natural, sin existir una idea preconcebida de cómo iba a ser el álbum. Diego y Javier fueron creando en la intimidad y sin agobios, junto al tercer pilar de esta obra, que es el excelente guitarrista almeriense Niño Josele. Toda esa calma casera siempre tuvo sus momentos «Cigalín»; las travesuras del muy inquieto hijo de Diego. El chavalín da tanto juego que Fernando Trueba, cautivado por el arte de «El Cigala», rodó un vídeo al padre en el que la estrella era el revoltoso chinorri. la impactante presencia de «El Cigala» también ha sido retratada en plan amiguete por Santiago Segura, en su Torrente 2, donde Diego interpreta a un gitano bravucón: «¡Que me he «quedao» con tu cara!»
Diego, sobrino de Rafael Farina, fue apadrinado por Camarón con el apelativo Dieguito, cuando ‘El Cigala’ era un muchacho que cantaba por los bares de Madrid asombrando al personal, El nuevo apelativo, Cigala, vino después y se hizo fuerte. La primera oportunidad se la dio la Cumbre Flamenca, que mediados los años ochenta del pasado siglo, lo presentó ante el público madrileño. Si para el joven Diego, Camarón fue un imán, «El Cigala’ rápidamente se convirtió en un polo de atracción para un núcleo de aficionados del Foro, que imitarían sus pasos y hasta su forma de hablar – que, por cierto, está en las antípodas de su audaz forma de cantar-. Dieguito se fraguó cantando para el baile. Su dominio del compás y del ritmo hicieron que fuera requerido por los grandes de la danza flamenca: Faíco, Mario Maya, El Güito, Manuela Carrasco, Manolete, La Tati, etcétera. Había marisco del bueno y buenos paladares para disputarlo como plato único…
‘El Cigala’ nos trae doce cantes nuevos. En plenitud de facultades, Diego ha encontrado un metal propio. Interpreta los estilos rítmicos y los más solemnes con igual libre albedrío. No hay más que escuchar su seguíriya La loba, que no responde a ningún canon, o esa laberíntico nana titulada Cadencia alterada, Una inusitada ironía se asoma en Monarcos y republicanos, alegrías encendidas también por la trompeta «neorricana» de Jerry González, un «outsider» del jazz latino. Jerry ha descubierto el flamenco hace pocos meses, pero su duende está tan en sintonía con este género, y muy en concreto con la forma expresiva de ‘El Cigala», no perdiendo ocasión de acompañarle con su doliente trompeta en todo tiempo y lugar. Igualmente sorprendido se ha mostrado el veterano pianista Bebo Valdés al descubrir los acentos particulares de la guajira flamenca. Puestos a entenderse, salió esa sabrosa especie de «guajira montuna» que es Señor del aire. La colaboración con Bebo, surgida siempre al calor de la espontaneidad, se extendió a la composición La fuente del Bebo y al célebre bolero Amar y Vivir. La maravilla es encontrar la fraternal sintonía que se ha manifestado entre la gran música cubana y el cante jondo, entre la garganta encantada de Diego y el encantador piano de Bebo. «Corren tiempos de alegría» nos descubre a un cantaor de su tiempo, abierto y despierto. Nada es forzado.
El manjar está servido para propios y extraños. Esta magnífica obra supone un punto y aparte en las carismáticas aventuras de «El Cigala».
Mucho se habla de la vitalidad del cante joven. Es cierta, aunque más importante que hablar es escuchar. Este Cigala está «pa» comérselo.
La Esperanza de volar (Rumba)
Carmen La Canastera (Bulería)
Monarcos y republicanos (Alegría)
Ana, Dolores y Aurora (Tangos)
Gitanos de la Cava (Bulería)
Hay azules que se caen de moraos (Tanguillos)
Señor del aire (Guagira) (Dedicado a Juanito Valderrama)
La Loba (Siguiriya)
Corren tiempos de alegría (Bulería)
Amar y vivir (Bolero)
La fuente de Bebo (Bulería)
Cadencia inesperada (Nana).
Créditos:
Piano: Bebo Valdés
Trompeta y congas: Jerry González
Guitarra: Niño Josele
Flauta: Jorge Pardo
Percusiones: Ramón Porrina, Israel Porrina «Piraña», Sabú Porrina
Contrabajo: Alex Hernández
Coros: Loli Abadía, Fili navarro, José Losada
Palmas: Los Pyratas del Flamenco
Dirigido y realizado por JAVIER LIMÓN
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