Letras. José Esteban Rodríguez Cosano
Cante. Juan Soto
Guitarras. Antonio Carrión y Luis Calderíto.
Edita: Antequera Record S .L
Por Antonio Nieto del Viso
Estamos ante un excelente trabajo titulado “Cantes Flamencos a José María El Tempranillo” una historia escrita en verso por José Esteban Rodríguez Cosano, en la que a lo largo de diez cantes enumera la biografía de este famoso personaje envuelto en la leyenda, que comienza en 1800, y que termina el 22 de septiembre de 1833, cuando muere a consecuencia de un disparo en el cortijo “Buenavista” en las cercanías de la localidad malagueña de Alameda.
Rodríguez Cosano, buen conocedor de esta zona y amante del Flamenco y de la guitarra, que vive en Casariche, en pleno corazón de Andalucía, por donde transcurrió la vida de José María Hinojosa Cobacho, su nombre propio.
El prólogo, es una rica síntesis biográfica a cargo del cronista oficial de Alameda José Antonio Rodríguez Martín, un eminente historiador que el año 2002 publicó su interesante libro donde está contenida la auténtica historia del “Tempranillo” acabando así con la leyenda y el mito, aportando todo lujo de detalles, después de una laboriosa tarea de investigación en los diferentes archivos nacionales.
Completa el cuadernillo, que está ilustrado con la pluma del erudito José Cenizo Jiménez, que nos explica en un avance los palos y procedencias de lo que vamos a escuchar.
El núcleo central, lo ocupa con su sabiduría el cantaor José Soto González, natural de El Rubio, ciudad en la que nació en 1950, por lo que conoce las últimas etapas generacionales del Cante. Es digno de admiración su arte aquí plasmado después de superar una grave enfermedad que le tuvo al borde de la muerte. En su labor como vocalista está acompañada por las fabulosas guitarras de Antonio Carrión y “Calderíto. Mi más sincera enhorabuena a todos los intervinientes.
Esta rica cadena histórica cantada en verso, comienza en su primer eslabón con el verso inicial “La historia de un bandolero” que envuelve unas alegrías de Cádiz, palo en el que nos narra el nacimiento del bandolero con todo un dechado lleno de compás, y del cariño que le pone con su toque antonio Carrión, que nos transmiten las primeras sensaciones.
Seguimos disfrutando con el verso “Maldito seas forastero”, que narra la causa de la perdición de José María, y que se publicó en bando, de ahí proviene la palabra bandolero (fuera de bando). Artísticamente, son unos tientos tangos con el broche final de la Niña de los Peines en aires genuinos de Triana.
“Hermosa niña de oro” expresa la melancolía del primer amor del personaje en clave de unos bellos fandangos naturales empleando los estilos de Pepe Aznalcóllar, El Pichichi, y rindiendo al mismo tiempo un pequeño homenaje a Gabriel Moreno, para rematar en la forma de José Cepero.
Pocas son las ocasiones que hoy en día podemos escuchar unos buenos martinetes, que aquí están centrados en“Huyendo a Grazalema” es un lamento que llama la atención por la pureza, el sentimiento y la verdad ante el peligro, que termina con cierto sabor a saeta.
Justo en la mitad de esta cadena cantaora está “Terror de las diligencias” unas bamberas de Pastora Pavón, que a mi juicio las sacaron del olvido entre otros, José Menese, el gran morisco de Puebla de Cazalla. Sus variaciones de subida y bajada contienen folklore y arte evolutivo para su enriquecimiento de manera progresiva a lo largo del tiempo.
“Camino de la sierra” está acorde con las originales letras del Cante, como tiene que ser, liviana, serrana con la novedad añadida del remate por el fandango de Pérez de Guzmán en los aires abandolaos de Málaga.
Famoso en el mundo entero, se elogian por los viajeros románticos las hazañas del Tempranillo cuando asaltaba las diligencias con respeto y educación con las damas. Lo desarrolla el cantaor por malagueñas en las que sobresale el estilo de la Trini seguido de una rondeña que sujeta finalmente con Frasquito Yerbabuena.
“Soy Tempranillo de Jauja” aquí el cantaor José Soto con excelentes curvas melódicas que redondea la guitarra una petenera sobre las formas personales de Medina el viejo, Pastora Pavón, todo ello con mucha emoción sonora que cierra.
Nos vamos acercando al final con varias referencias artísticas personales, como es la zambra que creó Manolo Caracol, por cierto, decir, que es uno de los pocos estilos creado en el pasado siglo XX.
La biografía del Tempranillo cantada en los versos de Rodríguez Cosano, finaliza en “Cortijo de Buenavista” donde se escribe la última página del personaje, artísticamente se completa con los ecos seguiriyeros de Manuel Torre, de Paco la Luz y la cabal que nos dejó el gran Silverios Franconetti.
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