01. El mito de la caverna (Seguiriya)
02. Isla de los Bienaventurados (Bulerías)
03. Esperanzas y claridades (Alegrías)
04. Bosquecillo de pinos (Garrotín)
05. Extraña belleza (Soleá por bulerías)
06. Desierto nevado (Habanera flamenca)
07. La callada luna (Tientos)
08. Al comenzar la noche (Soleá)
09. Imagen… (Preludio para una rumba) Para mi mujer Mariko
10. … Fantasía (Rumba)
El mito de la caverna de Platón constituye una metáfora que representa con claridad mi sentimiento y actitud respecto a la composición musical en el ámbito de la música flamenca. Siempre sentí desde pequeño y sigo sintiendo en la actualidad que mi vida musical se asienta en dos pilares: la tradición flamenca, por un lado, y la teoría musical adquirida a través del estudio, por otro.
En el ambiente donde crecí, en mi entorno más cercano y desde los primeros recuerdos de la niñez siempre estuvo presente el flamenco: mis padres cantaban, mi hermano tocaba la guitarra… Era algo tan natural, tan involuntario, como respirar; un sentimiento que siempre estaba ahí, por tradición familiar y social, por inercia vital.
La tradición del flamenco me había proporcionado, siguiendo la metáfora platónica, el lenguaje de las sombras de la caverna: esa luz tenue, esos sonidos misteriosos que llegaron hasta mí a través del río de la tradición. Un lenguaje muy rico en expresividad y profundidad, que se convirtió en una inspiración vital insustituible. Años más tarde, a través de la disciplina académica del conservatorio, aprendí la teoría musical, lo que podríamos considerar, en esos mismos términos metafóricos, el lenguaje de la luz del sol: esa percepción intelectual de la música que me permitió viajar a un mundo musical diferente. Indudablemente, la incomparable experiencia de transcribir e interpretar obras de grandes maestros como Albéniz, Falla, Granados o Scarlatti ha enriquecido y ampliado mi visión musical interior.
De este modo, cuando compongo música flamenca siempre experimento una suerte de lucha interna para equilibrar esos dos lenguajes, esos dos mundos. La teoría musical, como intensa luz solar, ilumina brillantemente el mundo de la música, pero siento que no puedo llevarla directamente, sin filtrar ni dosificar, al mundo de las sombras, ya que en tal caso se distorsionaría la propia luz tenue de la caverna, su contexto característico.
En definitiva, esa constante búsqueda de equilibro entre la luz clásica y el claroscuro flamenco constituye un acto de respeto, un sentido tributo hacia mis raíces y la tradición a la que pertenezco. Es el firme compromiso personal de aunar inspiración y conocimientos para tratar de enriquecer esa gran expresión musical que es el flamenco, teniendo siempre presente no desvirtuar su esencia y mantenerla reconocible para los propios flamencos y para mí mismo.
Con el presente disco he tratado de equilibrar ese mundo interior de luz y sombra, y espero y deseo que los hablantes de ambos lenguajes, clásico y flamenco, o de cualquier otra sensibilidad musical, puedan disfrutar de él.
Enero 2018 – Juan Manuel Cañizares
[Referencia: DF-11258]