Al Mariyya (bulerías)
A Miles (soleá por bulerías)
¿dónde está tu cariño? (tangos)
Porque tú lo vales (soleá)
En casa del herrero (bulerías)
Pá Salinas (rumba)
Manduka ( Bulerías)
Gallibando (tangos)
Le tocó – por peripecias de las fuerzas del azar – vivir al lado del Profeta flamenco de nuestros tiempos. Le tocó fuera por Taranta o por Tangos – acompañar a un genio en el que encontraría una luz de guía vital. El destino, pues, se encargó de que se criase como músico a la vera de este gurú encarnado en San Fernando, cuyo verbo aún resuena en chabolas y cortijos, polígonos y palacios.
Claramente elegido para seguir el destello de la antorcha de aquella Leyenda del Tiempo en el que se ha convertido Camarón de la Isla, nuestro Tomate ha inspirado e influenciado además, a toda una nueva generación de jóvenes valores. Quizás sea este elemento, una suerte de huella divina, el que ilumina toda su obra y le permite continuar esparciendo su magia sin más artilugio que seis cuerdas.
Tras la desaparición de Camarón, Tomatito se ha convertido en solista de máxima relevancia dentro del ámbito de la guitarra flamenca. Su forma de abordar tanto los palos sobrios como los festivos sacan a relucir una sensibilidad sin precedentes y un don interpretativo fuera de lo común. A lo largo de una década, ha sabido conjugar la fidelidad a su herencia racial con una capacidad insólita de traspasar barreras ideológicas. Rechazando restricciones culturales impuestas, además de supuestos límites personales, enriquece su obra con matices armónicos y rítmicos conferidos a raíz de abrazar el Jazz Latino, el Rock, el Blues, el Bossa y demás formatos ?jondos? del abanico sonoro global
Los colaboradores que le rodean a Tomatito en la creación de Aguadulce son cohabitantes del mismo plano cósmico en el que reside su verdadera razón de ser. Su aquí y ahora, su id, es y siempre será flamenco. Junto a ellos, pretende no sólo aliviarse del síndrome de abstinencia que padece cada minuto que pasa sin su bajañí entre manos, sino agasajar a la vez a los amantes de lo genuino, aunque sea de forma momentánea, con un viaje astral por donde habita el duende auténtico.
Debora Garber