Cante: Juan Peña el Lebrijano,
Curro Malena, José Valencia, Aurora Vargas Guitarra: Antonio Malena, Pedro Mª Peña,
Pedro Peña, Fernando Moreno, Diego Amaya Baile: Antonio Canales y su grupo Fiesta: Sabor Jerez
Con treinta y ocho años de existencia, la Caracolá
lebrijana figura entre los abueletes de los festivales de
cante, y este año los organizadores han querido rendir
homenaje a una de las figuras más entrañables
que ha dado Lebrija al cante flamenco, en el centenario de
su nacimiento. José Vargas Vargas «El Chozas»
nació el 30 de agosto de 1903 en Lebrija y pasó
largas temporadas en Jerez por lo que se conoce como El Chozas
de Jerez. Pero es un personaje plenamente lebrijano que ha
dejado su marca en el cante de esta localidad. El festival
abrió dando fe de su influencia con una hermosa presentación
por parte de los cantaores más representativos de Lebrija:
Juan Peña el Lebrijano, Curro Malena y el joven José
Valencia junto con Pedro Peña, guitarrista y cantaor,
se turnaban por las frescas y originales bulerías del
Chozas.
Estilos sabiendo
a romance con sabor y compás característicamente
lebrijanos.
José Valencia
A continuación Curro Malena con su hijo Antonio Malena
al toque, por cantiña y romera en mi, buen tono para
el segundo, no tanto para el primero. Luego unos fandangos
– se ha superado del todo el estigma impuesto por Antonio
Mairena de los fandangos en los festivales de cante. Siguiriyas
con el acompañamiento ajustaíto del hijo, y
el pésimo sonido con acoplamiento y pitidos absurdos
incluidos, que no se arreglaría en toda la noche. Para
terminar, bulerías recordando nuevamente al Chozas
y estilos sabiendo a romance con sabor y compás característicamente
lebrijanos. El cantaor se aparta del micrófono para
el final, gesto que queda punto más que ridículo
en el enorme campo atlético.
Lo suyo es, siempre
ha sido y siempre será el cante clásico.
Juan Peña Lebrijano
Juan Peña Lebrijano con su sobrino Pedro Mª Peña
y Antonio Malena proporcionando el acompañamiento son
los que ahora ocupan el escenario. El maduro cantaor no abandona
su afán de hacer cosas novedosas pero lo suyo es, siempre
ha sido y siempre será el cante clásico. También
va de popurrí esta noche: bamberas, un cante al que
el Lebrijano dio una infusión de vida hace más
de veinticinco años al grabarlo en el auge de su popularidad,
es mezclado con los romances especialmente cultivados por
la familia Peña. Luego un recorrido cantiñesco
que incluye no sólo versos de mirabrá y Carapiera,
sino las poco oídas alegrías de Córdoba.
Una clásica serie de siguiriyas, Marrurro, José
de Paula y Loco Mateo entre otras, con la sabiduría
y autoridad heredadas de Mairena. Bulerías a lo Lebrijano
situaron al cantaor en su salsa, para luego pegar un viaje
por «galeras», el no cante que Juan Peña
siempre promociona sin que ningún otro cantaor tome
el testigo.
Veinte minutos
de «ange», compás e inspiración
transformados en elegante locura.
Llegó
el momento del bailaor Antonio Canales que este año
se presenta en una serie de festivales de cante como si quisiera
rectificar una imagen algo desmejorada últimamente
debido a ciertos excesos teatrales. El hombre sabe bailar
flamenco y ha venido a demostrarlo. Con un atrás de
calidad con buena dosis moronera (Daniel Méndez al
toque, Juan de Juan en el baile y David Sánchez al
cante además de Rafael de Utrera), bailó larga
y dignamente, entregándose como él solito. Veinte
minutos de «ange», compás e inspiración
transformados en elegante locura. Juan de Juan dio la nota
con su baile cada vez más pulido y sentado y unas flamantes
botas rojas.
Después de un descanso con caracoles y caña,
sin que ninguno de los dos fueran cantes, «la voz joven
de la tierra» como la presentó Pepe Marín,
José Valencia, anteriormente Joselíto de Lebrija
subió al escenario con Antonio Malena. Siempre impresionan
su voz flamenca, su compás y sus conocimientos. Buen
surtido por soleá, otro por siguiriya, ligando y fraseando
los cantes con mano sabia, forzando la voz quizás demasiado
en busca del duende. Luego mostró su considerable proeza
por bulerías con la complicidad y palmas de algunos
de los chicos de Canales, todos encantados y pasándolo
bien.
Aurora Vargas,
la que nunca defrauda,
siempre guapetona, flamencona e instintiva,
Aurora Vargas, la que nunca defrauda, siempre guapetona,
flamencona e instintiva, empezó por alegrías
como es su costumbre. Aire con AY mayúsculo. Con su
guitarra habitual, Diego Amaya, ofreció a continuación
su repertorio corto pero sabroso de tientos tangos, fandangos
y cómo no, bulerías. Alguno que otro del público
reclamaba a Pansequito que observaba la actuación desde
los laterales.
La actuación del cuadro Sabor Jerez con el tocaor
Fernando Moreno fue precisamente eso, sabroso y jerezano,
y sirvió de rico postre. Este año ni yembé
ni tablas indias en el escenario de la Caracolá. De
hecho, el dilatado cartel y la bulla de la barra recordaban
los festivales «happening» de los años setenta,
y hasta el sonido defectuoso proporcionó un toque nostálgico.
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