XXXVI
Reunión de cante jondo de La Puebla de Cazalla
Sábado, 10 de julio,
2004, 23.00h.
Patio de La Fuenlonguilla,
La Puebla de Cazalla (Sevilla)
Raúl Montesino, Carmen de la Jara, José Valencia,
Diego Clavel, José Menese, Luis el Zambo, Pansequito. Guitarra: Manuel Herrara, Antonio Carrión,
Pedro Carrasco ‘Periquín’. Baile: Rafael de Carmen
En una época cuando los organizadores de los
diversos festivales de cante que desde los años sesenta
han puesto la chispa al verano andaluz están ansiosamente
buscando nuevas fórmulas para impedir la decadencia
y desaparición de los mismos, en la Puebla de Cazalla
el tiempo se ha detenido en el mejor sentido de la palabra.
Ningún festival
con más veneración y respeto
El
patio de la hacienda La Fuenlonguilla situada justamente en
las afueras del pueblo es el marco perfecto para cumplir la
noble intención de ofrecer un festival digno y de altísima
calidad donde se valora tanto el saber estar de los presentes,
como el cante en sí. Ni pantallas gigantes, ni fuegos
artificiales ni estrellas internacionales como invitados de
honor. Como dijo el presentador Juan Ortiz Ordóñez
con el orgullo que corresponde, “No hay ningún
festival con más veneración y respeto”.
El guitarrista Antonio Carrión abrió con solo
de guitarra como es costumbre en este festival. El joven maestro
solicitado por los cantaores más veteranos debido a
sus amplios conocimientos, sigue formándose espléndidamente
como concertista. Tocó por bulerías con un aire
fresco y moderno incorporando detalles antiguos y sin acudir
a los excesos vanguardistas de otros.
José Valencia
Raúl Montesinos de la Puebla lanzó el primer
“ay” de la noche con el brillante joven Manuel
Herrera a la guitarra. Su sonido limpio y dulce trabajó
la granaína, cartagenera y taranto con excelentes resultados,
pero esa misma voz laína fue menos acertada por siguiriya
y tientos tangos.
Luis el Zambo a
gusto como él solito con su Periquín de cómplice
Cantaora Carmen de la Jara puso el detalle gaditano con el
acompañamiento de Antonio Carrión. Mirabrá
con alegrías, unos tangos variados, fandangos naturales
recordando estilos clásicos y “chuflas de Cái”
para terminar, una serie de bulerías de cuando Cádiz
era Cádiz y Pericón, Ignacio Espeleta y Manolo
Vargas estaban derramando su generosa gracia.
El
joven José Valencia de Lebrija es uno de los cantaores
más solicitados por las máximas figuras del
baile hoy en día, desde la veterana Manuela Carrasco,
hasta el mismo Farruquito. Con el acompañamiento, aire
jerezano y apoyo moral de la guitarra del Niño Jero,
atacó la trilogía que representa soleá,
siguiriya y bulerías exhibiendo impresionantes conocimientos
en los dos primeros, sin encontrar un decir satisfactorio,
y cumpliendo ampliamente en el último.
La discreta fama de Diego Clavel con su larga trayectoria,
“la más limpia y honesta del flamenco”,
como dijo el presentador, oculta una personalidad cantaora
capaz de hacer con la siguiriya lo que otros sólo sueñan.
Aplicó su grito susurrado con gran pericia a unas cantiñas,
cante que siempre agradece el trato minimalista que aporta
Clavel, granaína y siguiriyas para cerrar.
Diego Clavel
Pansequito: flamencura,
voz elegantemente flamenca y originalidad
Después del descanso, Manuel Herrera ofreció
un solo de guitarra por soleá, sin afinaciones curiosas
ni acordes sorpresa, que fue todo un homenaje a Sabicas, el
viejo maestro que sigue vigente entre los jóvenes catorce
años después de su desaparición.
El apartado del baile no estuvo a la altura de otros años.
La organización nos tiene acostumbrados a personajes
de la talla de Antonio el Pipa, Manolete o Manuela Carrasco,
y la notable falta de sutileza, las acrobacias descontroladas
y los excesos del bailaor Rafael del Carmen por alegrías
combinaron para ofrecer el momento más decepcionante
de la noche.
El gran veterano José Menese lo siguió, poniendo
las cosas en su sitio y devolviéndonos al espíritu
del festival. Empezó a palo seco con un largo y hermoso
cante de trilla “de una cinta que me dio Paco Toronjo”.
Con la guitarra de Antonio Carrión resucitó
el cante de caracoles, se destacó por serranas, cumplió
por tientos tangos y demostró sus enciclopédicos
conocimientos por soleá y por siguiriya.
Carmen de la Jara – Antonio Carrión
Luis el Zambo
Jerez cantaora en cuerpo presente en la persona de Luis el
Zambo. Soleá por bulería mezclada con soleá
en el estilo corto e inconfundible de su tierra, pero sin
ubicarse. En la siguiriya ya se centró y fue espléndido
con estilos jerezanos clásicos de Paco la Luz y el
Loco Mateo entre otros. Fandangos naturales y bulerías
para redondear, a gusto como él solito con su Periquín
de cómplice.
En una entrevista con la Periñaca de hace unos treinta
años, confiesa la vieja cantaora que no le acaba de
gustar “ese jovencito nuevo…Camarón de la Isla”,
pero que “el otro…el Pansequito ese…canta rancio
y flamenco”. La afición nunca llegó a
darle la razón y el joven de la Isla fue coronado rey
del cante por toda una generación que dejó a
su amigo del Puerto el papel eterno de aspirante al trono.
No obstante Pansequito sigue exhibiendo la misma flamencura,
voz elegantemente flamenca y originalidad que le valieron
un premio especial al ‘espíritu renovador’
en una de la primeras ediciones del concurso de Córdoba.
El subestimado cantaor interpretó alegrías con
todo el sabor que se merecen, por soleá con estilos
perfectamente reconocibles y genialmente personalizados, terminando
de manera poco habitual por taranto y cartagenera para dar
paso a un fin de fiesta algo rebuscado donde fuimos privados
de la deliciosa pataíta que suele realizar Diego Clavel,
y el bailaor Rafael del Carmen proporcionó el toque
acrobático.
Como es costumbre en este festival de festivales, la velada
terminó a las cinco y media de la mañana con
luces atenuadas y silencio absoluto excepto por un grillo
aficionado que puso la nota campestre para la ronda de tonás.
Sirvan de colofón las palabras del presentador:
Deja al flamenco volar
por muy lejos que se vaya
Que siempre se ha de parar
en la Puebla de Cazalla