XXXV Gazpacho Andaluz. Morón de la Frontera.

 

4 DE AGOSTO, 2001 22.30h Patio del Colegio Salesiano

CANTE:

Calixto Sánchez
La Macanita
Gaspar de Utrera
Antonio Ruiz «El Carpintero»
Cuadro de Morón

TOQUE:
Manolo Franco
Paco Delgado «El Leri»

BAILE:
Manuela Carrasco y su grupo


Al cabo de los años, han sido ya
muchos kilos de tomates, pepinos y pimientos, muchos litros
de aceite, y muchas ediciones del Gazpacho Andaluz de Morón
de la Frontera. El gasto en material comestible no se sabe
con exactitud, pero Gazpachos ha habido treinta y cinco
en total. Para conmemorar este aniversario, el Ayuntamiento
de Morón ha publicado un librito con todos los carteles
correspondientes…elocuente testimonio mudo del desarrollo
del flamenco en el último tercio del siglo veinte.
Desde los primeros años donde figuran nombres como
Juan Talega, Antonio Mairena, Terremoto, Perrate, Chocolate,
Fernanda y Bernarda, pasando por la época de Camarón
y Pansequito, y hasta el momento actual, pocas figuras de
peso han faltado al 'rito' del Gazpacho.

 

 

Foto: Gaspar de Utrera – Estela Zatania

En
la peña el Gallo corría la voz que este año
había un flaco cartel, pero en el flamenco, como
en la ópera, nada ha acabado hasta que cante la mujer
gorda. El festival abrió sorprendente y lujosamente
con Gaspar Fernández Fernández, Gaspar de
Utrera, un poco como servir la tarta nupcial antes de que
los novios hayan llegado a la iglesia. Este cantaor irregular
es de los que tienen los seguidores más fieles y
los detractores más recalcitrantes, circunstancia
que suele acompañar a los artistas que no hacen concesiones
al público. Gaspar tiene fama de informal y poco
ambicioso, pero cuando se decide a cantar de verdad, los
entendidos se detienen y prestan atención. Empezó
directamente por soleá. Reposada, majestuosa, ecos
de su tío Perrate como sólo él sabe
sacarlos. Y no se contentó con una soleá de
calidad, sino que se comprometió por seguiriya, su
cante preferido. Una seguiriya bien cantada, más
que una experiencia musical, es un viaje por los rincones
del alma, y dificilmente se puede tener mejor guía
que este utrerano. Terminó por bulería con
ese soniquete especial que diferencia el cante de Utrera
del de Jerez o Lebrija o de cualquier otro lugar. En fin,
Gaspar había decidido cantar, y cantó.

La difícil tarea de seguir a tan
sabroso comienzo recayó en el aficionado local Antonio
Ruiz 'El Carpintero'. Aceptando el reto con valentía,
cantó con excepcional sensibilidad y sabiduría
por soleá, las de Charamusco que tan poco se oyen.
Quizás porque Morón carece de cante propio
se encontraba más libre para elegir repertorio. En
los tangos que seguían, logró un sabor deliciosamente
antiguo con aires a Joselero. Se atrevía por seguiriyas
y era su noche, la noche de todos los presentes. Sólo
llevábamos media hora de festival y habíamos
disfrutado cante de lujo, para satisfacer al aficionado
más exigente.

Entonces le tocó el turno al figurón
de la noche, Calixto Sánchez. Qué cerebral
y cuidado sonaba su cante después de lo que le había
precedido. Sin lugar a dudas es un cantaor bueno…demasiado
bueno tal vez. Todo le sale perfecto. Calixto Sánchez
no es socio del club de la piel de gallina, al menos en
mi humilde experiencia, pero no obstante cantó con
mucho cariño la hermosa malagueña de la Trini.
Por soleá un poco distante pero correcto, demostrando
su gran conocimiento. Entonces explicó, como maestro
de escuela que es, una historia que relacionaba con algunos
tientos de curiosa melodía, y de pronto tuve la sensación
que este cantaor daba más importancia al lucimiento
de sus indudables conocimientos que no al buen cante. Me
viene un flashazo de los míos…¿estará
el intelectualismo reñido con el arte? ¿o
es la naturaleza del flamenco que sólo hace que así
parezca? La pregunta se queda en el aire cuando mi compañero
me trae un plato de pescaíto frito y una cañita…¡una
cosa es una y otra es otra! Qué considerado por parte
de Calixto…ha decidido acompañar mi cena marinera
por alegrías. «La Lola se va a los puertos..»…pescaíto…aplausos
para una falseta de Manolo Franco…cerveza…sí,
Calixto entra mejor con algún líquido…letras
simpáticas…muy bien. Entonces el cantaor se mete
por bulerías, con aires de romance, ritmo facilón
y cuidadito. Termina su actuación con unos fandangos
y acaba la primera parte.

Abre la segunda parte el cuadro de Morón
con las jóvenes promesas del pueblo. El cuadro entero,
de principio al final, consiste en bulerías…¿qué
pasa?…¡estamos en Morón después de
todo! Una rubia despampanante con aspecto de vedette resulta
ser la dueña de una flamenquísima voz y mucho
compás. Es Teresita de Ríos, sobrina de Agustín
y Pepe Ríos, sobrinos a su vez de Diego del Gastor.
Este año el rostro de Diego no decoraba el escenario,
pero su toque en cambio sí que estaba presente, y
debidamente modernizado.

Foto La Macanita – Estela Zatania

Después
del cuadro, sube al escenario Tomasa Guerrero Carrasco,
La Macanita, radiantemente guapa con el mantón rojo
que tan sabiamente echa por los hombros. Le acompaña
Manuel Parrilla, hijo de Juan Parrilla. Empieza por tientos
dándoles toda la importancia que puede tener este
palo a menudo subvalorado. En boca de una señora
cantaora como la Macanita tiene toda la fuerza expresiva
de una soleá, el cante que interpreta en segundo
lugar. Hace tan sólo una semana en un pueblo de la
Costa del Sol, esta misma cantaora se había atrevido
con unas malagueñas, logrando poco más que
la admiración fácil y territorial de un público
que nada tenía que ver con el de esta noche. En cambio
aquí no había tonterías ni trampa ni
cartón…sólo cante del bueno, con aires a
la Fernanda, pero de repente te encuentras en Jerez, una
mezcla que la cantaora hace creíble con la fuerza
de su personalidad y su arte. Siendo jerezana acaba por
bulerías, y sólo se le puede faltar en dos
puntos… Primero: ¿porqué demonios tienen
todos los cantaores que apartarse del micrófono para
demostrar la potencia de sus voces cuando lo único
que logran es provocar un deseo exagerado por parte del
público de que vuelvan al micro para que nos enteremos
de lo que están cantando? Segundo: un mensaje abierto
a la Macanita…no bailes entre letra y letra de bulería
mi alma…eres demasiado cantaora para venderte como festera.

Foto: Manuela Carrasco. – Paco Sánchez

Seguir
conmigo, que casi hemos terminado, y falta lo mejor… Lo
que quedaba de la noche estaba al cargo de Manuela Carrasco
y su grupo. Antes de su aparición en el escenario
ciertas señoras de mediana edad detrás mía
comentaban que la Carrasco había engordado mucho,
que ya no tenía fuerza, que era muy vieja ya… Pero
yo, recordando que su fecha de nacimiento era bastante posterior
a la mía, decidí acercarme al tema con la
mente totalmente abierta. Este año la bailaora lleva
un cuadro completo: once componentes en total, entre bailaores,
cantaores, tocaores, palmeros, y un par de chicas que cantan
coro. Después de tragar de más o menos regular
gana un baile por tangos de uno de los bailaores, competente
pero estéril, escuché los tonos misteriosos,
a la vez que familiares de una siguiriya, y la Carrasco
se mentalizó de manera visible…ojos semicerrados,
cuello erguido, tensión en la cintura, se levantó
lentamente de la silla… ¿Qué será
esa presencia que tienen algunos artistas?…ese medio ambiente
en que se envuelven a voluntad creando un aura casi tangible
que como en las películas de ciencia ficción
les protege de toda agresión por parte de las fuerzas
del mal gusto… «¡Eh señoras!…vosotras
allí atrás…¡qué más
quisiérais tener ese tipazo!» Manuela majestuosa,
mágica, maravillosa, macarronesca, malenesca….¡mejor
que en otros años si cabe! En la década de
los setenta podíamos contar con la joven sevillana
para más de veinte minutos de siguiriya o de soleá…excesivo,
se mire como se mire. Ahora sus bailes están destilados
a proporciones más manejables, y queda lo más
esencial…el arte.

Uno de los bailaores ofreció otro
baile Dodot, es decir, limpio, estéril, y desechable,
para que Manuela pudiera cambiar de vestido. La señora
volvió a bailar, esta vez por soleá, y volvió
a demostrar quién era. En el peor de los casos se
echaba de menos la bata de cola que ella, y era de las pocas,
antes solía lucir. Después sólo quedaba
el fin de fiesta donde los bailaores arriba mencionados
lucían bastante mejor, y salía para mi casa
para digerir un Gazpacho que había resultado de los
más ricos que recuerdo en años recientes.

 

 



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