Texto: Estela Zatania
Fotos: Ana Palma
DE BULERÍAS A BOLEROS
muDANZAs BOLERAs 1812-2012
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PEDRO EL GRANAÍNO El año pasado en la obra “Homenaje a los grandes” de la bailaora Farruca, figuró Pedro el Granaíno como uno de los cantaores. En aquella ocasión este artista, habitual del atrás de la familia de los Farrucos, nos sorprendió a muchos, y llegué a escribir de él que “no sólo evocó magistralmente a Caracol, […] sino que recordó a otros maestros históricos del cante y dio sustancia a gran parte del espectáculo con su voz acamaronada de miel tostada”. Fue una auténtica revelación este hombre, y aquel triunfo dio lugar a su presencia este año en el programa de cante acústico en el Palacio Villavicencio. Con la estupenda guitarra de Juan Requena, el cantaor comenzó por granaína rematada con jabera, y jamás un cante abandolao ha tenido tanto empaque flamenco. Con humildad, y con los nervios encima, Pedro anuncia que esta tarde se cumple el sueño de su vida al poder ofrecer su recital en el Festival de Jerez. Ya más relajado, canta por soleá al paso de bulería por soleá, con el tango lento “Mentira es…” metido eficazmente, confirmando la naturaleza flexible de este compás y la identidad fuertemente camaronera del cantaor. Malagueña con Frasquito para rematar, y por siguiriyas con cinco versos cinco, incluyendo Torre, Lacherna…el hombre tiene conocimientos y su decir es auténtico y entregado. Bulerías con mucho empaque dedicadas a “José”, que hace veinte años de su desaparición, y dos bises, por fandangos y bulerías, fueron necesarios para calmar la excitación de un público agradecido.
muDANZAs BOLERAs 1812-2012 – Video Elenco – El Romancero y coreógrafo: Francisco Velasco (artista invitado). Maestra de Baile: “La Campanera” (artista invitada). La Maja: Elena Miño. El Torero: Daniel Morillo. La Francesa: Myriam Manso. El Majo: Sergio Bernal. El Festival de Jerez es un evento que acoge toda la diversidad de danzas y bailes españoles, folklóricos, semiclásicos o flamencos. La noche de lunes, fue ofrecida la obra “muDANZAs BOLERAs”, con la ambiciosa intención de ser “un viaje en el tiempo…que nos lleva a descubrir la esencia de la Escuela Bolera”, como leemos en el programa de mano. Desde que te aficionas al flamenco, vas viendo grabados antiguos con títulos sugerentes como “Baile de la gitana” o “Danse gitane” y cosas similares que estimulan tu interés y alimentan ciertas ideas románticas que todos albergamos, quieras o no. Inevitablemente, lo que encontramos es la imagen de una señorita linda con zapatillas de punta en postura cursi. Adiós ideas preconcebidas. El caso es que la fascinación con la cultura española que disparó la imaginación colectiva de toda Europa hace dos siglos, se basaba en la inmensa escuela bolera que hoy en día tiene su expresión más popular en las sevillanas que se cantan y bailan en todas las ferias del territorio. Había un público demográfica y notablemente distinto a lo que ha habido en el Villamarta las demás noches: personas de mediana edad para arriba, con mayoría de mujeres. La obra empieza con humo. Muchísimo humo que llegó hasta la fila 16 del patio de butacas. Es un efecto dramático, no cabe duda, y nos sitúa en el ambiente bélico de 1812. A partir de ese momento, se ofrece una serie de danzas, casi todas de pareja o grupo (un detalle que generalmente diferencia esta rama de la danza española del baile flamenco), y todo instrumental con la excepción de un breve fandango abandolao. Los movimientos suaves y la música dulce parecen contradecir el momento histórico, pero me consta que el trabajo de investigación, documentación y coreografía desempeñado por Juan Vergillos, Rocío Coral y el artista invitado Francisco Velasco, son absolutamente fiables. El hermoso vestuario y los peinados, ambos que evocan la época con nitidez, reflejan la cuidada preparación, y te vienen a la mente aquellos grabados de Fanny Ellsler y otras que causaron furor con sus bailes “gitanos” que ahora nos parecen tan poco “gitanos”. Vemos la importancia de la zapatilla, pero también hay algún baile de zapato y tacón. Se hace patente la exclusividad de las medidas musicales de tres tiempos frente a la música moderna de hoy, casi siempre “binaria”; en términos profanos, el vals frente a la rumba. El aficionado al flamenco puede reconocer algún fandango, la pre sevillana que es la seguidilla e hilos melódicos que sugieren la Boda de Luis Alonso o el Vito. Por lo demás, es bastante homogéneo, con la excepción de una brillante actuación de Velasco cuando hace de bailarín borracho. Leemos en el programa que toda la música ha sido “inspirada en melodías del siglo XVIII”. La intención histórica didáctica se siente poco, y me hubiera gustado más detalles en este sentido.
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