Texto: Estela Zatania
Fotos: Ana Palma
CURVAS PELIGROSAS
XVI Festival de Jerez 2012
María Pagés “Utopía”
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Baile: María Pagés, Isabel Rodríguez, Eva Varela, María Vega, José Antonio Jurado, Paco Berbel, Rubén Puertas. Cante: Ana Ramón, Juan de Mairena. Guitarra: Rubén Levaniegos, José “Fyty” Carrillo. Voz, guitarra y cavaquinho: Fred Martins. Chelo: Sergio Menem. Percusión:Chema Uriarte. Coreografía farruca y asistente de coreografía: José Barrios. Escenografía y diseño vestuario: María Pagés. Las obras de María Pagés siempre han sido…diferentes. Mejores o peores, te entretienen por la imaginación, originalidad y creatividad de su autora. Entonces, a ver qué pasó anoche con la obra “Utopía”. Existe la famosa frase en detrimento de mi profesión que dice: «escribir sobre música es como bailar sobre arquitectura». Y bailar sobre arquitectura, en concreto, la de Oscar Niemeyer, es precisamente lo que nos propone María Pagés con este trabajo. La mayor virtud de la bailaora sevillana son sus instintos teatrales, su capacidad para mover cuerpos y objetos por un escenario para contar historias, casi siempre sencillas o desenfadadas, una especie de Disneyland flamenco. Es un paquete atractivo que, quieras o no, tiene que gustar al aficionado más “rancio” al que a menudo le cuesta descifrar las sesudas propuestas de otros artistas. La señora conoce la importancia del número de presentación. Hace años fue una constante en toda obra o espectáculo, es decir, un baile del grupo, cortito, movidito y con pocas complicaciones, para enganchar al público y preparar el terreno para cosas de más sustancia. En las dos décadas últimas, se ha ido perdiendo esta costumbre, y pienso que una obra sin presentación pierde impacto y coherencia. El programa de mano, que indica que habrá ocho escenas, confirma la intención de María Pagés en este sentido: “Utopía: Un prólogo, un índice de lo que está por venir, una presentación de personajes, símbolos y motivos”. Exactamente. La sucesión de escenas sigue con la farruca de la Pagés vestida de mono negro ajustado de cuerpo entero, con la música de un violonchelo y una coreografía algo plana. La escena de trilla y soleá apolá (este año los cantes de trilla están de moda en el Festival), con versos de poetas ilustres como Neruda o Cervantes, además de los del guitarrista, emplea sabia y eficazmente la oscuridad que en otras obras no ha sido más que la ausencia de luz. Es cuando notas el ingenioso decorado flotante: tres largos palos flexibles cruzan el escenario horizontalmente, soportados desde el techo para sugerir olas, montañas, colinas, arcos o lo que sea en función de las necesidades de cada escena. Es puro Pagés, y funciona. Granaína y abandolao, y la flexibilidad de las melodías parece hacer eco de los movimientos curvilíneos de Pagés cuyo baile ganaría en flamencura con menos floritura, más sequedad, pero me consta que no es su objetivo. Hasta el decorado colgante hace eco de lo curvado. El compás de siguiriyas a todo gas dispone la escena de martinete y debla con el cante dulcificado de Ana Ramón. Una guajira de las mujeres con abanico, se transforma en el baile en solitario de María. Tendría que leer el guión para deciros el motivo de la inclusión del cantante y músico brasileño Fred Martins, pero basta con recordar que a María Pagés le gusta incluir música y músicos de otras latitudes. En este caso enriquece poco, pero tampoco estorba. Alegrías de Córdoba, María en bata de cola, curvas y más curvas, los brazos son pasta al dente, es un concepto rococó que me resulta curioso. Tan curioso como las palabras del programa de mano cuando se refiere a esta escena: “El fin del camino. La ruptura de las cadenas. La alegría de la subida a un lugar en el que miramos, tan pequeños, desde el cosmos”. También he echado un vistazo al extenso libreto que pretende explicar porqué el vestuario del cuerpo de baile es grisáceo y poco atractivo, pero me niego a aceptar o citarlo, porque una obra de música y baile debe poderse bastar sola y sin palabras. En resumen, le quitas a Pagés la vistosidad de sus creaciones, y es un poco como descubrir que el mago detrás de la cortina tiene más fantasía que magia. “Utopía” es una obra lenta con final tristón, y la reacción del público fue más tibia que calurosa…ni los incondicionales parecían estar convencidos. A la medianoche en la peña Fernando Terremoto, actuó el cuadro de Luis de Pacote, Rosario Heredia y Antoñito Malena, y mañana, sábado se clausura el Festival de Jerez 2012 con la actuación de Joaquín Grilo.
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