Texto: Estela Zatania
Fotos: Ana Palma
VIAJE A GRANADA CON TODO INCLUIDO
Manuel Liñán «Tauro”
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Baile, dirección y coreografía: Manuel Liñán, Guadalupe Torres, Vanesa Coloma, Cristián Martín. Cante: Inmaculada Rivero, Mercedes Cortés, Matías López “El Mati”. Guitarra: Antonia Jiménez, Luis Mariano. A menudo escucho los comentarios de los que asisten al Festival de Jerez, de que ojalá hubiera una programación más abierta a los artistas de fuera de esta ciudad. De hecho, en el programa de este año sólo seis de las dieciséis jornadas no tenían algún titular jerezano. Pero si el domingo pasado fue el día de Málaga, la noche de miércoles llegaron los granadinos con un vendaval de arte y flamenqueo con marcado sabor diferente. Hace una semana Marco Flores, su compañero artístico en obras anteriores presentadas en este festival, tuvo un éxito sonado con su compañía, dejando el listón bien alto, pero Liñán ha sido capaz de alcanzar esa altura con su ambiciosa propuesta. Seis escenas cuidadosamente concebidas y realizadas componen esta obra cuyo nombre se refiere al signo zodiacal del Manuel Liñán. La primera, “Madre Tierra”, abre con unas temporeras de Montefrío, diferentes a las que escuchamos en la zona de la campiña jerezana lebrijana, evocativas y bien cantadas por Matías López “El Mati” que hace un trabajo valiente a lo largo del espectáculo. Los cuatro bailaores se mueven al misterio de estos cantes camperos a palo seco, un empeño que pudo haber quedado chocante, pero que da resultado gracias al buen gusto en la coreografía. “Entre las Cuerdas” es una fascinante coreografía marcada por seis largas tiras de tela diáfana que cuelgan desde el techo, y que son manipuladas, movidas y bailadas por las bailaoras Guadalupe Torres y Vanesa Coloma con el bailaor Cristián Martín a la bella y elegante música de granaína interpretada por Luis Mariano. El baile por taranto de Manuel Liñán, es rematado con un amplio surtido de tangos que ofrece el cantaor, terminando con tanto empaque que te preguntas qué harán en el resto del espectáculo para superar esto. Pero Liñán vuelve casi en seguida para bailar a dúo con Martín abriendo una suite de cante abandolao con ánimo del compás compatible de bulerías. Mercedes Cortés canta por granaína sin guitarra, haciendo la transición a soleá por bulería y romance bailado por Liñán con muchas ideas originales, sin apartarse del flamenco, incluyendo rodillazos a lo José Greco, cosa que no hemos visto en décadas. Valientemente y sin guitarra, Inma Rivero interpretó “Cautiva”, canción basada en una leyenda en torno a una torre de la Alhambra, para abrir la última escena, “Elegí a Granada”, una celebración sin miramientos del pluralismo cultural granadino. Por una vez no ha sido Lorca, sino las melodías ingenuas de la cachucha, el tanguillo de la flor, la mosca o la soleá de arcas, a caballo entre el flamenco y el folklore, evocando a María la Canastera o Manolo Amaya y la riqueza musical de Granada. Injusta mala prensa tienen las cuevas de Sacromonte. Fin de fiesta por tango chufla, y lástima de las muchas butacas vacías – los de miras estrechas se han perdido una obra de arte casi perfecta de un bailaor cuya hora ha llegado.
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