XVI Bienal de Flamenco 'Luz de guía' Tomatito – 'Las minas de Egipto' Argentina / Noche de Extremadura Flamenco

Resumen: XVI Bienal de Flamenco 'Luz de guía' Tomatito – 'Las minas de Egipto' Argentina / Noche de Extremadura Flamenco

XVI BIENAL DE FLAMENCO DE SEVILLA
«Luz de Guía» (el destello eterno) TOMATITO
“LAS MINAS DE EGIPTO” – ARGENTINA
“NOCHE DE EXTREMADURA. FLAMENCO”

Sábado, 25 de Septiembre 2010

 


Fotografías: Luis Castilla / Bienal de Flamenco

Especial XVI Bienal de Flamenco 2010. Toda la información. Programación, reseñas, fotos…

«Luz de Guía» (el destello eterno) TOMATITO
Teatro de la Maestranza 20.30 h

Ficha artística: Guitarra: Tomatito; Segunda guitarra: Cristi; Voces: Antonio Ingueta, Simón Román, Morenito de Íllora; Bajo: Maca; Percusión: Lucky Losada, Moisés Santiago; Baile: José Maya.

Texto: Gonzalo Montaño Peña.

El Guitarrista almeriense Tomatito llegó a la bienal para homenajear al que es y será su referente: Camarón de la Isla. Tanto las letras como las músicas sonaban y referían al cantaor. También tuvo momentos en los que se apartó del sonido más flamenco para deslizarse por los sonidos de América del sur.

El concierto abrió por Taranta, estilo levantino donde José Fernández encuentra un sonido que lo diferencia y en el que deja su impronta musical patente. Sirve de carta de presentación, aunque casi todos sabíamos lo que veníamos a escuchar y fue lo que escuchamos: Sonido “Tomate”, voces que imitan las escalas camaroneras, agudos imposibles y ritmo incontestable por Bulerías y Tangos.

Cuando el guitarrista se pasea por los estilos más rítmicos como los citados Tangos y las Bulerías es un ciclón sobre todo rítmicamente, ya que técnicamente estamos acostumbrados a ver despliegues mucho más virtuosos y efectistas. Lo suyo es el swing, el aire que le imprime y le saca su gitanería en las cuerdas.

En medio del recital nos encontramos con composiciones mucho más melódicas, en modo menor y con aires cariocas en los que para mí Tomatito pierde bastante de su esencia, ya que en esos estilos no resulta nada especial. Tampoco me convenció cuando se dio un paseo sonoro por Buenos Aires y el sonido Tango, no flamenco sino argentino, ahí sonó bonito pero no saca el pellizco que pretendemos encontrar en sus recitales. Si buscamos guitarras al estilo de Brasil o Argentino, las podemos disfrutar escuchando a los verdaderos especialistas como Luis Salinas u otros maestros de aquellos lares.

Me gustó cuando tocó por Soleá, ¡que bonito lo hizo!, ¡pero que breve! Y aunque no me dicen nada esos continuos cambios de ritmo: empieza por Soleá y cambia a Tangos y luego a Bulerías y de nuevo a Soleá, fue en estos pasajes del concierto cuando sonó el “aire”, el “groove” que nos mueve en la butaca.

Tanto las voces como las composiciones camaroneras me parecen que están caducas y creo que desperdician un tremendo potencial y talento que tienen estos cantaores en terminar siendo poco más que una copia de algo que fue muy superior a lo que ellos hacen.

Caduco también me parece el concepto de tener un cajón sonando la casi totalidad del recital, me parece que desperdicia el gran talento de estos percusionistas en aportar un sonido agudo, metálico y que suena todo el tiempo detrás, como una pandereta, que abarca demasiado espacio sonoro y se hace pesada si se usa demasiado. Creo que el cajón puede tener su lugar en un espectáculo, pero me parece cargante sonando todo el tiempo.

 

El baile de José Maya tuvo su momento y creo que este bailaor a pequeñas dosis, me parece un elemento muy interesante. Sacó su temperamento, su fuerza y privilegiado sentido rítmico, su elegante braceo aguantó el cante con mucho sabor y dejó uno de los mejores recuerdos de la noche con su baile por Soleá.

En general me pareció un buen concierto cuando sonó el Tomate que todos esperábamos, cuando nos despeinó con su tifón rítmico y nos deleitó con su sonido más flamenco, ese sonido que le hace ser quien es y que seguirá siendo su seña de identidad mientras siga tocando la guitarra.

“LAS MINAS DE EGIPTO” – ARGENTINA
Teatro Central 21.00 h

Texto: Estela Zatania

Voz: Argentina. Guitarra: José Quevedo, Ricardo Rivera. Palmas: Bobote, Torombo. Bajo: Dani Arjona. Metales: Puntas, Julito. Artista invitado: Manuel Parrilla.

La noche de sábado en la Bienal de Flamenco de Sevilla, la joven cantaora onubense Argentina realizó un recital perfecto.  Catorce temas catorce – desde el flamenco más clásico, hasta canciones con los arreglos más actuales.  Es un planteamiento diseñado para acaparar el más numeroso público posible; ni el mercado discográfico, ni los tiempos están para bromas. 

Cantar todo y bien, se dice pronto ¿verdad?  Los indios americanos conocían la importancia a la im-perfección.  En sus joyas y tejidos, siempre incluían algún pequeño “defecto”, un solo hilo o piedra de color distinto dentro de una alfombra o accesorio.  Lo que pretendo decir es que lo más criticable del perfecto recital de Argentina, fue la opresiva perfección y falta de riesgo.  Una técnica pulida, la voz como un piano, compás bien estudiado, gestos exquisitamente apropiados para cada tema, un grupo de doce músicos, coro y palmas, todos bien preparados…

Impecable todo.  Por cierto, la palabra “impecable” significa “incapaz de pecar”.  Después de este recital, creo posible que prefiero a los flamencos “pecaores”.  Como el descontrolado bailaor Torombo que hizo de palmero, y entre el cante abandolao (perfecto) y el de levante (impecable), echó la cabeza hacia atrás y lanzó un imperfecto y pecable grito espeluznante de “¡Argentina!” que se escuchó hasta la entrada de Isla Mágica calle abajo.  Provocó la risa nerviosa de algunos, e hizo las delicias de otros que disfrutamos con el indecoroso arranque de ese personaje tan flamenco.

Argentina abrió por lo seguro captando el interés del público con el enérgico compás de las Tres Mil y las guitarras de José Quevedo “Bola” y Ricardo Rivera para un potpurrí de cuplé de la Paquera.  Hermosa iluminación de diseño ambientó la nana antes del susodicho abandolao.  Por levante, con la imagen proyectada de una galería minera, el decir melismático de la cantaora es ideal, y el público queda embelesado.  Con granaína, más de lo mismo.  Entonces, el jerezano guitarrista Manuel Parrilla se incorpora para convocar a los duendes específicos para bulería por soleá al estilo de su tierra, y Argentina incluye el curioso estilo (no recuerdo ningún otro por soleá que exige Sol menor (?)) que da título a su nueva grabación y a este recital de presentación de la misma.  “Las minas de Egipto” se atribuye a Rosalía de Triana o a la chacha María Peña, según a quién haces caso.

 

Por siguiriyas, la dulzura desactiva el dolor normalmente asociado, pero por alegrías, compuestas por Ricardo Rivera con las voces sedosas de los Mellis (si te acuerdas cuando las alegrías no tenían compositores ni coros, tienes más de 50 años), los palmeros meten suficiente bulla para plasmar una tensión flamenca.  Un solo de guitarra de Quevedo, y vuelve Argentina cambiada de vestido para abrir la sección marchosa y popular del recital. Trompeta y trombón gritan el son, las luces ambientan un aire de sala de fiestas, el humo se multiplica y el coro repite un estribillo tropecientas veces.

El público se enfría sensiblemente, pero la situación es rescatada justo a tiempo por Argentina con una exótica selección de fandangos de su tierra.  Con la casi abrumadora energía del atrás volvemos a la bulería, esta vez con sabor utrerano, para rematar dos horas de recital.

“NOCHE DE EXTREMADURA. FLAMENCO”
Hotel Triana 23.30 h

Texto: Estela Zatania

Primera parte. Cante: Miguel de Tena, Esther Merino, Pedro Peralta, Raquel Cantero, Pedro Cintas. Guitarra: Francis Pinto, Perico de Paula, Juan Manuel, Joaquín Muñino. Baile: La Parreña.
Segunda parte. Kaíta, Alejandro Vega, El Madalena, Paulo Molina. Guitarra: Nene, David, Juan Vargas, Miguel Vargas. Baile: El Peregrino. Cajón: Quico.

En el amplio patio al aire libre del Hotel Triana, un dilatado programa con un reparto numeroso, gentileza de la Consejería de Cultura y Turismo de la Junta de Extremadura, dejó claro lo que significa “flamenco” en la región vecina.  “Venimos con nuestros sones” proclama una voz en un largo preámbulo mientras las características medidas de tres suenan al fondo, y se da comienzo el viaje.  Mucha gente en la pista, todos sentados en el clásico semi círculo, y los cantaores se turnan…fandangos, cante minero, abandolao, colombianas, unos tangos bailados, todo diferente a lo que estamos acostumbrados, pero el sabor específico extremeño no acaba de cuajarse.

En la segunda parte sí.  Un tsunami de aquel aroma inconfundible inunda el patio, la calle, la noche trianera…  Los tangos, tan familiares a nuestros oídos gracias a Camarón que puso estos cantes en circulación entre los no extremeños, mucho coro colectivo con el misterioso brillo de segunda voz, y mucho “ay le le le” insinuando exotismo.  Un señor mayor de poca estatura, vestido de traje y corbata, baila con elegancia, fuerza, arte y compás, y lo quieres envolver y llevártelo a casa.  El público cada vez más involucrado y los artistas más inspirados.  Destacable…mucho…muchísimo, una voz.  La de La Kaíta, a la que no he escuchado en muchos años, desde que la encontré cantando en la romería de Fregenal, y me pareció una Fernanda extremeña en potencia, con su voz imposible y sus maneras, y no sabes si estás en la Plaza Alta o el Altozano.

Qué sabrosa dimensión alternativa del flamenco; demasiada poca oportunidad tenemos de disfrutarla. 


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