Texto: Estela Zatania
Fotos: Ana Palma
Resumen: XV Festival de Jerez 2011. Miguel Poveda 'Historias de viva voz'
XV FESTIVAL DE JEREZ |
Voz: Miguel Poveda. Cante: Carmen Grilo, Esperanza García de Coria, Miguel Lavi. Guitarra: Juan Gómez “Chicuelo”, Jesús Guerrero. Piano: Joan Albert Amargós. Percusión: Paquito González. Palmas: Carlos Grilo, Luis Cantarote. Baile: Laura Rozalén. Idea original, dirección musical y selección de repertorio: Miguel Poveda, Rafael Estévez, Nani Paños. El sábado día 5 marcó el comienzo de la segunda mitad del Festival de Jerez. Para el espectáculo “Historias de viva voz” no hubo que regalar entradas para poder decir “aforo completo”. De hecho, en el Teatro Villamarta la expectación se sentía en el aire, veías a personas que no parecían haber tenido ningún interés anterior en el flamenco y de hecho, dos actuaciones adicionales fueron programadas para más adelante, fuera del marco del festival, para acomodar la demanda: todo el mundo quiere ver y escuchar al catalán. Así va la cosa cuando se trata de Miguel Poveda, Lámpara Minera 1993, Premio Nacional de Música 2007, cantaor, cantante y fenómeno social. Aparte de su capacidad artística y su carisma, es posible que el motivo de su extraordinario éxito se debe a algo menos aparente. En décadas recientes, hemos visto una creciente división entre los seguidores del flamenco gitano y el no gitano, una circunstancia que no hace ningún favor al género, porque el racismo nunca es buen consejero. Pero llega Miguel Poveda, que ni gitano ni no gitano sino todo lo contrario. Declararse admirador suyo no implica escoger banda, y por si fuera poco, el hombre maneja un amplio repertorio que abarca todos los cantes, además de copla, tango argentino o la poesía catalana No es posible encasillarlo. “Historias de viva voz” fue el mega espectáculo encargado para la inauguración de la última Bienal de Flamenco de Sevilla. En aquella ocasión, siete mil personas llenaron la plaza de toros de la Maestranza para una presentación digna de una inauguración de olimpiada, con más de 80 artistas incluyendo a 8 cantaores más Esperanza Fernández, La Orquesta Joven de Andalucía, tres bailaores y nuestro querido Moraíto. Obviamente había que menguar la obra, el presupuesto y las intenciones para adaptarse al venerable Teatro Villamarta. Todo un reto para el catalán, porque sólo se abrigaba de sus propias dotes e inventiva. De las tres horas que duró en la Bienal, el espectáculo quedó anoche en dos, once artistas según el programa, y ninguna orquesta ni invitados especiales. Algunos se han quejado de que anoche recurrió al repertorio más popularucho, y entregó poco cante cante. Pero si tenemos en cuenta el objetivo de pintar un retrato de la historia del cante del último siglo, lo cierto es que la canción y la copla tienen una presencia de peso, aparte de que había tonás, pregón, toná liviana, cantiñas, polo, soleá apolá, peteneras, malagueña, jabera, verdial, fandango de Lucena, bulerías, romance y diversos retales de otros cantes. Habiendo cumplido así con su deber, yo personalmente acepto gustosamente las (bien hechas y divertidas) imitaciones evocaciones de Chacón, Caracol, Marchena, Valderrama, Miguel de Molina, Porrinas, Mairena, Morente, Bambino y otros. “Chabacano” se dice pronto, pero a ver quién repasa cien años de cante en un par de horas con mayores conocimientos o capacidad. Hubo palabras halagüeñas para Enrique Morente, una adaptación de la Leyenda del Tiempo, dos voces femeninas para acercarnos al cante de Utrera y el extraordinario cante del jerezano Miguel Lavi, un diamante en bruto. Digno de mención también es el hecho de que Poveda ha desarrollado un bailecito con el que adorna creíblemente su cante festero, y qué más quisiera muchos flamencos “de estirpe” tener esa elegancia a compás. Además del titular, dos cantaoras, un cantaor, dos guitarras, una bailaora, un pianista, uno a la percusión y dos palmeros fue todo lo que ha necesitado Miguel Poveda para volver loco al público que abarrotaba el Villamarta, y recordarnos a todos que nadie es dueño del flamenco porque nos pertenece a todos.
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