XV BIENAL DE FLAMENCO. 'Vamos al tiroteo' Cía Rafaela Carrasco

XV BIENAL DE FLAMENCO DE SEVILLA

“Vamos al tiroteo,

Versiones de un tiempo pasado”
 Cía. Rafaela Carrasco

Programa de mano (PDF)
6 de octubre, 2008. 2030h. Teatro Central

ESPECIAL BIENAL DE FLAMENCO DE SEVILLA 2008

Texto: Estela Zatania
Fotos: © Archivo Bienal de Flamenco, Luis Castilla

Baile: Rafael Carrasco, Ricardo López, José Maldonado, Pedro Córdoba, David Corla. Piano: Chico Valdivia. Chelo: José Luis López. Guitarra: Jesús Torres, Juan Antonio Suárez ‘Canito’. Cante: Antonio Campos, La Tremendita, Manuel Gago. Coreografía: Rafaela Carrasco y compañía.

El hermoso dibujo que aparece en la portada del programa de mano es más elocuente que cualquier comentario mío.  Vemos a la sevillana Rafaela Carrasco vestida y colocada como la imagen más conocida que se ha conservado de la legendaria Encarnación López Júlvez “Argentinita” (1895-1945).  Pero con una diferencia notable que te choca al instante.  En lugar de la generosa sonrisa, la barbilla alzada en actitud positiva y la mirada limpia y abierta, el rostro de Rafaela está dominado por una intensa oscuridad, como las caras de las personas que vemos en el telediario, que han sobrevivido atrocidades y ya no pueden recuperar el optimismo.

Entonces, suponiendo que la imagen fue elegida por la artista, me consta que la frialdad que siempre siento en su baile, es precisamente lo que ella cultiva y desea comunicar.  Lo que no está claro es porqué le es rentable este inquietante acercamiento a un género cuyo rasgo más fundamental se caracteriza por las emociones al descubierto, y una filosofía dinámica que se revuelca con energía en los placeres y penas de la vida.  El baile de Rafaela Carrasco, más que frío, me impresiona como norteño.

Por otra parte, me llega el molesto mensaje de que la artista pretende demostrar que se ha ganado el derecho de modificar el flamenco, porque ha estudiado su pasado.  Pero en lugar de mirar al pasado de su propia generación, va mucho más atrás, al de sus abuelos, a las canciones de Lorca y Argentinita que ya sonaban a reliquia en los años sesenta cuando yo las escuché por primera vez.  Un sombrero cordobés, un desfasado motivo que adorna el suelo, los zapatos rojos de los hombres o una bata de cola de plateado brillante con los simbólicos lunares de los que huyen los jóvenes actuales, destacan una cutrez visual que parece destinada a demostrar que después de todo, el pasado no fue para tanto.

Como es típico en Rafaela Carrasco, los cantaores se aprovechan para menesteres ajenos al cante:  Antonio Campos es obligado a cantar el Anda Jaleo por petenera (tal como lo oyes), y la Tremendita aparece una y otra vez cantando estas canciones de Lorca/Argentinita, musicalmente alteradas, con una voz de falsete que no es la suya; llegué incluso a sospechar de cierta intención de ridiculización.

Otra vez, la espesa oscuridad.  Cero comunicación entre el baile y los músicos, que se limitan a mirar sus propias manos.  El apretado mono negro de eskai que Rafaela emplea varias veces, taconeo obsesivamente repetido, el moño alto y prieto, la postura de hombros encogidos de la danza contemporánea… Para Rafaela Carrasco, el flamenco es un enemigo al que hay que vencer.

Cuatro bailaores, que pasan de simplemente competentes, bailan sevillanas en bata de cola…¿pasa algo?…pero batas llenas de volantitos plateados, y aún así, conservan su varonil flamencura.  Se les permite lucir en otros bailes también, facilitando el único alivio en un espectáculo más deprimente que vigorizador.

 

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