‘TÓRTOLA VALENCIA’ |
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Texto: Estela Zatania Baile: Isabel Bayón. Colaboración especial: Matilde Coral. Actor: Juanfra Juárez. Cante: Miguel Ortega, El Pulga, Moi de Morón. Guitarra: Jesús Torres, Paco Arriaga. Percusión: El Pájaro. Viola: Rafa el Viola. Dirección: Pepa Gamboa. Dramaturgia: Antonio Álamo. Coreografía: Isabel Bayón. Composición musical: Jesús Torres, Paco Arriaga. Guión musical: Isabel Bayón, Pepa Gamboa. Escenografía: Antonio Marín. Los proyectos fracasados siempre son dolorosos de presenciar, pero cuando se tratan de obras concebidas, trabajadas y presentadas con el mayor cariño del mundo, sin mencionar un desembolso de dinero público que es muy superior a lo que hubiera costado un espectáculo convencional de baile, es para comer cerillas.
En cualquier género, el artista intensamente interiorizado que logra comunicarse con su público, es probablemente el más apreciado (se me ocurre la figura de Carmen Amaya como ejemplo). Luego los hay superficiales, pero que se venden bien y comunican, aunque sea a otro nivel (no nombraremos a ninguno, pero abundan). Isabel Bayón es una tercera variante: profunda e interiorizada, sin el don de la comunicación, y para no provocar las protestas de los muchos admiradores de la artista, destaco enérgicamente que es una impresión absolutamente personal mía. Es una bailaora que hace cosas bonitas con una técnica que roza la perfección, pero la línea directa al vello está de baja permanente. A veces pienso que con tantos artistas de la actual generación que son portentos de la técnica y maestros de la insipidez, muchos aficionados han bajado su personal listón y aceptado lo meramente bello como finalidad artística. Pero cuando Miguel Poveda aterriza sorpresivamente en el escenario hacia la mitad de la obra, es como un carajillo doble por la mañana y en un instante recuerdas por qué entregaste tu vida al flamenco. También era inevitable que la breve intervención de la veterana Matilde Coral eclipsara a su alumna con sólo hacer acto de presencia y pegar cuatro mantonazos.
Por otra parte, la obra en sí me parece fallida en su concepto. Está basada en la persona y arte de Tórtola Valencia, bailarina representativa de una movida dancística popular que llegó a su auge entre las dos guerras, y tuvo su centro espiritual en París. Mujeres como Josephine Baker, Yolanda Montez o Ruth St. Denis se convirtieron en ídolos de la época con una especie de danza fantasiosa provocativa con confusas referencias étnicas. Entre esta quinta se encuentra a Tórtola Valencia, y que me zurzan si entiendo qué tiene que ver con el flamenco, aparte de ser española y bailarina, ni como una bailaora tan discreta como la Bayón se elige para representar la extravagante personalidad de la exótica vedette.
La estocada definitiva se efectúa mediante una sobrecarga de audiovisuales con imágenes antiguas que hacen que no te des cuenta de los solos instrumentales que las ambientan, y una escasa iluminación que hace que tangos, guajiras, garrotín, farruca, soleá…todo se quede en una deprimente oscuridad. Imágenes proyectadas de políticos, monarcas, cadáveres, el poquísimo cante…todo esto, y Matilde Coral para recordarnos que no es lo mismo decir mucho con poco, que simplemente decir poco. No obstante esta obra ha proporcionado el mejor candidato al giraldillo al “Momento Mágico” de la Bienal del 2008: cuando Miguel Poveda le canta por soleá al baile de doña Matilde, hacemos un clic mental en “grabar”, porque es una escena difícilmente repetible.
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