‘RAÍCES Y ALAS – |
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ESPECIAL BIENAL DE FLAMENCO DE SEVILLA 2008 Texto: Estela Zatania Cante: Carmen Linares. Guitarra flamenca: Juan Carlos Romero. Actor: Miguel Palenzuela como Juan R. Jiménez. Percusión: Tino di Geraldo. Guitarra flamenca: Paco Cruzado. Violoncello: Gretchen Talbot, Robert Thompson. Contrabajo: Roberto Barroso Úbeda. Oboe: Ángel Sánchez Moguer. Fagot: Juan Manuel Rico Estruch. Fliscorno: Joseba Robles Castellano. Flauta/tamboril: Juan Tenazas e hijo. Palmas y coros: Ana María González, Javier González. Dirección artística: Juan Carlos Romero. Dirección escénica: Pepa Gamboa. Decían muchos que la poesía de Juan Ramón Jiménez, Premio Nobel de Literatura, no era apta para ser adaptada al flamenco. No obstante, hace más años de los que quiero recordar, el profe nos mandó leer algunas cosas del destacado onubense, y me quedé prendada del paisaje y gente de Andalucía. De alguna manera, ese momento de iluminación tiene algo que ver con que yo esté aquí escribiendo estas palabras. Porque es una cadena perfecta: no es posible separar al poeta de Andalucía, ni Andalucía del flamenco. Entonces, la admirable tarea de conmemorar a Juan Ramón Jiménez poniendo selectos versos suyos a cante, tiene su irresistible lógica y atractivo. Incluso cuando se pinta un paisaje oscuro, y yo sólo pienso en una luz deslumbrante cuando recuerdo aquellas impresiones de la adolescencia de la obra del poeta, incluso cuando se abusa de una larga introducción y recitados del actor que encarna al poeta e incluso cuando Carmen Linares emplea una media voz casi exclusivamente para la interpretación de todos los temas, el flamenco existe para garantizar que todas las libertades que tome un, o una artista tendrán el aval del empaque de un género que no defrauda.
¿Qué pasó entonces? Sorprendentemente no hemos visto un recital de cante, sino de canciones originales de Juan Carlos Romero en su totalidad. Al menos, la que escribe no ha sido capaz de identificar ningún hilo de melodía que se pudiera relacionar con ningún cante. Compás de bulería, compás y escala de alegrías o fandangos, formato de tonás… Pero otras músicas, tanto españolas como extranjeras, lucen la misma medida rítmica y ubicación tonal del flamenco, sin que nadie se atreva a identificarlas como cante. Espera… Carmen Linares es gran conocedora e intérprete de cante, así que todo lo que canta es, por definición, flamenco. Otros cantaores han defendido la novedosa idea, pero yo soy incapaz de suscribirme a un concepto que dispone que si Manuel Torre cantaba “Vesti la giubba” en la ducha, la famosa aria alcanzaba la condición de “cante flamenco”. Cuando cantaores como José Menese, Vicente Soto o Juan Peña “Lebrijano” entre otros se han servido de la poesía culta para sustituir los versos tradicionales del cante, ha sido una labor tediosa de buscar la métrica adecuada y silabación para habitar la soleá de Juaniquí, la siguiriya del Marrurro, las alegrías de Córdoba o el fandango de Encinasola. Anoche no había ninguna sustitución, sino la suplantación total y absoluta de personalidad de un género. Me consta que no había ánimo de ofrecer cante, sino canciones, y opino que esto ha sido el motivo de la reservada reacción del público, y la falta de energía en todo el recital. Más decepcionante ha sido el poco lucimiento del extraordinario Juan Carlos Romero cuya guitarra en otras ocasiones ha sido nada menos que genial. El flamenco es un casco vacío que pide ser llenado con voces, instrumentos y movimiento, y no sólo es sano, sino altamente recomendable admitir y animar a la evolución del género. Pero no vayamos a tirar al bebé con el agua de la bañera.
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