MIGUEL DE TENA Y JAVIER CONDE QUARTETO |
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ESPECIAL BIENAL DE FLAMENCO DE SEVILLA 2008 Texto: Gonzalo Montaño Peña El teatro Alameda, espacio donde se está desarrollando el ciclo “El Flamenco que Viene”, hizo por fin honor al ciclo y trajo algo que sin duda es lo que esta llamado a ser el flamenco de dentro de muy poco. Un programa doble , por un lado el ganador del Festival de Cante de Las Minas de la Unión en 2006, Miguel de Tena un chico joven, extremeño y fiel seguidor de los estilos de Manuel Vallejo y en la segunda parte Javier Conde, también extremeño y niño prodigio de la guitarra flamenca.
Ya en la rueda de prensa que precede a la actuación el cantaor nos lo adelantó, yo lo que canto es Vallejo es lo que se hacer y es lo que haré. Y así fue un corpulento Miguel de Tena trajo un repertorio clásico: Farruca, Minera, Tangos, Cuplé por Bulerías, Zambra y Fandangos. Su voz fina y aguda no parece casar con el cuerpo de este hombre que hizo anoche al público levantarse de los asientos. La gente no esperaba a que terminara los cantes sino que a cada letra que recreaba alargando los tercios a antojo el respetable respondía sonoramente. Además es un cantaor que no tiene reparos en echarse adelante y dejar el micrófono al lado para lucir torrente, recurso que suele gustar mucho al público, normalmente al de las primeras filas que lo pueden escuchar bien, aunque el torrente sonoro de este cantaor no necesita amplificación. Con unos personales fandangos al aire por bulerías cerró un recital que no dejó indiferente. Sin embargo la sorpresa vendría luego con el recital que dio el guitarrista Javier Conde, un chico que aún no llega a la veintena pero que toca la guitarra como si llevara cincuenta años haciéndolo. Para la ocasión el joven nos trajo un repertorio basado en composiciones de clásicos de la guitarra como Serranito, Sabicas u otros más modernos pero ya clásicos como Riqueni. Empresa no fácil de ejecutar interpretar composiciones de virtuosos y salir airoso. El recital se abrió con una Alegría de Serranito, con sonido ultra limpio, una pulsación potente y aunque tocaba música de otro se notaba la impronta flamenca del Cacereño. Luego una rondeña de Paco de Lucía en el que la mano derecha del joven percute a velocidad de infarto, pero no por ello restando claridad a los picados, el público se queda perplejo ante el dominio del instrumento que tiene este chico. También demostró tener un perfecto uso de la armonía en composiciones como el garrotín de Riqueni y del trémolo y los arpegios en la soleá de sabicas o las granainas de Gerardo Núñez. Casi al final del recital llamó a la segunda guitarra y fue en ese momento cuando comprendí todo. Este guitarrista es su padre José Antonio Conde, y es que es muy difícil que un joven de su edad toque un instrumento de esa manera sin responder a las exigencias de un padre también instrumentista. Vease el caso de Manolo Sanlúcar, Paco de Lucía o fuera del flamenco también existen casos muy conocidos. Para cerrar la actuación una composición del propio Javier Conde por rumba que quizás recordó demasiado a Paco de Lucía. Y Me quedé con las ganas de escucharlo acompañar al cante. Pero se que tendré muchas oportunidades de volverlo a ver ya que me quedó muy claro que este chico representa “El Flamenco que Viene”.
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