XV BIENAL DE FLAMENCO DE SEVILLA Marcos Vargas & Chloé Brûlé
“TI-ME-TA-BLE” Programa de mano (PDF) 12 de septiembre, 2008. 2100h. Teatro Central |
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ESPECIAL BIENAL DE FLAMENCO DE SEVILLA 2008 Baile: Marcos Vargas & Chloé Brûlé Texto: Juan Diego Martin Cabeza En algún sitio alguien, quizás, algún día, se pare a tomar nota de los pequeños y grandes matices que hacen al flamenco ser tan acogedor para lenguajes, propuestas, ideas, emociones, como las que nos proponen estos dos bailaores. Van pasando bienales por encima de nosotros pero es necesaria ya una reflexión sobre qué ha cambiado, y qué sigue cambiando desde una posición de la estética. A los artistas les corresponde seguir aportando cosas, arriesgarse, expresar con todos los medios a su alcance una idea. Lo primero, por encima de todo, es que hay algo que contar. Hay algo sobre lo que pensar, sobre lo que crear y sobre lo que bailar… ese algo es el tiempo. ¿Y qué es el tiempo? Si no me lo preguntas lo sé, si me lo preguntas, no lo sé. Por eso, sin dar una respuesta apresurada que dé al traste con todo, desgranando todas las explicaciones posibles (y visibles), los dos bailaores van desarrollando una filosofía personal del tiempo desde su origen mitológico, pasando por el miedo ancestral a la muerte, los ciclos religiosos y naturales; o la propia relación con el pasado, con lo que somos, con lo que fuimos. Después hay una puesta en escena sólida, fresca, original. Antonio Campos abre un espacio inmenso para tres personajes que se mueven llenando todos los huecos… bailar el tiempo requiere un “tempo” que el director dosifica escénicamente aportando siempre cosas nuevas. Arriesga mucho porque desnuda completamente a un Juan José Amador que se ve abocado a cantar sin más acompañamiento que sus palmas, sus pies y su sombra. Pero en esa desnudez, en esa soledad del cantaor frente a los bailaores, el tiempo y el compás, se nos descubre un actorazo que nunca pierde su sitio y que, más bien, trasciende el injusto apelativo de “cantaor de atrás”, para convertirse en el elemento indispensable para que todo fluya en el escenario, tanto lo que se ve, como lo que no se ve. Marcos y Chloé bailan a dos cuerpos queriendo a veces ser uno. Porque al principio el tiempo (él) y la necesidad (ella), se unen como siempre ha sido para rememorar lo que fue a través de lo que será. Así, la bata de cola, cuya responsabilidad en el desarrollo del baile ha estado siempre cargada de imperativos morales y estéticos, vuela libre expresando cosas distintas a través de nuevas funciones dramáticas. Y cuánto tenía que decir… Porque Chloé Brûlé tiene un baile con su bata de cola que nunca se había visto. Un baile personal, expresivo, original. La actuación de Diego Amador eleva de una manera vertiginosa la capacidad emotiva de lo que vemos. Las composiciones musicales grabadas son muy buenas pero la ocasión de ver interpretar un baile con el piano de este artista en directo no tiene parangón. Por eso quizá, también nos emociona tanto el momento en que la Tía Encarna (otra Amador), aparece en una grabación antigua tomando el relevo de Juan José en una canción por bulerías de las que querría uno que se repitieran en la vida como un bucle interminable. Se trata, una vez más, de un capricho del tiempo sabiamente traído al escenario. Una propuesta para entregarnos sin prejuicios. Donde el flamenco, la danza contemporánea, la música y el teatro son usados al servicio de una idea, de una necesidad de expresar arriesgada pero solvente. |