‘AMOR BRUJO’ |
ESPECIAL BIENAL DE FLAMENCO DE SEVILLA 2008 Texto: Gonzalo Montaño Peña El teatro Maestranza de Sevilla se llenó para la representación del “Amor Brujo” por parte de la “Real Orquesta Sinfónica de Sevilla” con la colaboración de Esperanza Fernández. Una Obra compuesta por el gran Manuel de Falla, una de las claves de la música flamenca, pensando en la bailaora Pastora Imperio y se estrenó en el Teatro Lara de Madrid en 1915. Ahora casi cien años después otra gitana vino a poner el componente flamenco y racial a la obra sinfónica. La primera parte del concierto estuvo dedicada a la cuerda, primero toda la sección sonora de cuerda de la ROSS interpretó “La Oración Del Torero” de Joaquín Turina y seguidamente dos cuartetos de violoncellos harían el “Fandango Para Ocho Violoncellos” de Cristóbal Halfter. La segunda parte se abrió con “Taqsim” una obra un tanto onírica en su sonido, creada por el compositor algecireño José María Sánchez Verdú con influencias de la música culta magrebí. Tras estos sabrosos aperitivos sonoros, sale Esperanza Fernández elegantemente vestida de negro y mantilla para situarse entre el director de orquesta y el primer violín, el público la recibe con un fuerte aplauso y comienza “El Amor Brujo”. Al principio la cantaora está sentada con los ojos cerrados, concentrada y esperando su turno en una obra que ya había interpretado e incluso grabado antes. Tras una introducción orquestal llega “Canción del Amor Dolido” primera intervención de la cantaora en la que su afinadísima voz se mueve entre golpes de cuerda a modo de stacatto y sus quiebros flamencos van dando forma a la historia que se cuenta. Pero no solo se dedica a cantar, también serviría como narradora escenificando gestualmente como la protagonista intenta buscar remedio a su pena de amor en la cueva de una hechicera. Sin embargo es en “Canción del Fuego Fatuo”, quizás el fragmento más conocido del “Amor Brujo”, donde la cantaora saca su pose más flamenca y gitana, bailando sin apenas moverse del sitio con gran elegancia, mientras su voz nos recuerda que “Lo mismo que el fuego fatuo, lo mismito es el querer”. Tras este bello pasaje vino la “Danza Del Juego Del Amor” con la orquesta sonando a tope, Esperanza nos desvela el desenlace de esta historia de amor fatal que terminaría con “Las Campanas del Amanecer”. El público empezó quizás un poco frío y fue acomodándose cuando empezó “El Amor Brujo”, tal vez muchas de las personas que allí estuvieron, lo hicieron motivados más por la vertiente flamenca que por la sinfónica. Por otro lado Esperanza demostró de nuevo la gran versatilidad que tiene como artista, poniendo su voz al servicio de las mas diferentes propuestas, aunque repito esta faceta lírica ya la conocíamos de ella, pero también cuando hubo de recitar y escenificar un texto se desenvolvió con gran naturalidad, lo cual no hace más que agrandar su figura como artista “todoterreno”.
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