XV BIENAL DE FLAMENCO DE SEVILLA “Descompasaos” Compañía Danza Mobile y
“30 decibelios” La Niña de los Cupones. 14 de Septiembre 2008. Teatro Alameda. |
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ESPECIAL BIENAL DE FLAMENCO DE SEVILLA 2008 Texto: Gonzalo Montaño Peña El teatro Alameda, en el flamenquísimo barrio de la Alameda de Hércules, colgó el cartel de no hay entradas para la cita que compartían la compañía Danza Mobile y La niña de los cupones. Dos propuestas muy distintas pero basadas en unos protagonistas con dificultades especiales. “Descompasaos” era el título de la obra de teatro de Danza Mobile en la que una bailaora, un bailaor flamenco y una de danza clásica servían de hilo conductor en una historia en la que la protagonista es una chica con síndrome de Down. La chica va buscando su identidad y entre actos los bailaores taconean a veces haciendo alusión al nombre del espectáculo. También participan en la obra otros chicos con síndrome de Down que ejecutan danzas contemporáneas. Pero sin duda, lo mejor del espectáculo es el momento del baile por alegrías en el que la chica desprende fuerza y ganas. Las cosas cuando se sienten, se sienten. Esto hizo que el público se emocionara. La cuestión es que el llevar a personas con esta enfermedad no puede ser el eje central de un espectáculo flamenco, ya que estas personas pueden ser flamencas como cualquiera. Eso no deber ser una rareza, la cuestión es hacer flamenco de calidad en los que se incluya a quien sea, pero no perdamos el norte. La segunda parte de la tarde se llamaba “30 decibelios”, haciendo alusión a la barrera auditiva que tiene la protagonista de la obra, que solo puede oír sonidos que superen ese nivel. Es bailaora, se llama Mª Ángeles aunque es conocida como La Niña de los Cupones ya que se dedica a venderlos por Sevilla. Como punto de originalidad la chica emplea al bailar movimientos manuales del lenguaje de signos, lo cual me pareció una manera de distinción. Venía acompañada por otra bailaora llamada Paki del Río, que irradiaba fuerza en cada movimiento, quizás en exceso y que a veces recordaba en su estilo a Concha Vargas. Un repertorio cortito pero suficiente para presentar la idea sin acabar cansando. Como anécdota el traje que saca para bailar por Romera hecho con motivos de la organización ONCE y el cante de un niño al que llaman “El Bola”, que le cantó por bulerías letras aludiendo a números de lotería y que hicieron al público ponerse en pié. Tal vez este espectáculo no sea lo mejor que veamos en la Bienal, pero el punto que tiene de ironía, de flamencura y de singularidad en cuanto al lenguaje expresivo de la bailaora hacen que el rato merezca la pena.
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