‘DE LA MISMA SANGRE’ |
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ESPECIAL BIENAL DE FLAMENCO DE SEVILLA 2008 Texto: Estela Zatania Cante: José de la Tomasa, Gabriel Pies Plomo. Guitarra: Antonio Carrión, Luis Amador, Antonio Moya. Coros y palmas: Fabiola, Luís Peña, Javier Heredia. Se supone que en el siglo veintiuno ya nadie habla del arte en la sangre de las personas más allá del contexto puramente poético. Así que el título del espectáculo “De la misma sangre”, de un orgulloso padre y su hijo cantaor, se entiende como alusivo a los lazos familiares ¿verdad? No obstante, cuando salí del Teatro Lope de Vega, casi me tenían convencida de que hay pentagramas y corcheas correteando por las venas de determinados individuos, esquivando los glóbulos rojos y blancos. Por partes… José “de la Tomasa”, sobrino-nieto de Manuel Torre, nieto de Pepe Torre, hijo de la Tomasa y Pies de Plomo. Es la impecable estirpe de un cantaor clásico, largo, versátil y conocedor, una destacada figura dentro de su quinta. Pilló el final de la época del cante vivencial de la Alameda y de Triana, cuando jóvenes cantaores tuvieron la oportunidad, no sólo de escuchar a grandes maestros de la época, sino de tentar el terreno y posiblemente convertirse en cantaores por derecho, incluso profesionales. Hoy en día ese tipo de formación es materialmente imposible, y los jóvenes aspirantes a cantaor que quieren desarrollar un repertorio clásico, dependen del cante registrado en grabaciones, más antiguas, más recientes, como fuente casi única. Pero Gabriel Pies Plomo, “Grabi” como dice su padre, ha tenido la excelente suerte de ser hijo de un cantaor maestro que además se dedica a la enseñanza de su arte en la Fundación Cristina Heeren. Si vamos a valorar a Gabriel independientemente de todo este bagaje, honradamente debo decir que en mi opinión el joven no estaba preparado para el dramático encumbramiento que pretendía su padre anoche en el venerable Teatro Lope de Vega. Ni muchísimo menos. “Aquí tienen a un nuevo cantaor…¡hoy reina Gabriel en este gran teatro!” sentenció el padre que había descrito el evento como la toma de la alternativa de su hijo. Pero ni las repetidas alusiones a la saga familiar que salían hasta la saciedad en los versos de padre e hijo, ni el sabroso acompañamiento de Antonio Moya, ni los aplausos de un público amigo e indulgente, pudieron compensar las deficiencias de voz, afinación y falta de seguridad del chico. Un repertorio ambicioso –farruca, toná liviana, cante minero, cantiñas– tampoco ayudó. Por soleá y con humildad, seguro que hubiera llegado más lejos. Quizás dentro de un par de Bienales llegue solita la gloria. Por parte del padre, nada que objetar, señoría. Al contrario. José de la Tomása se encuentra en espléndida forma, y cantó a gusto con el clásico toque de Antonio Carrión, flamante ganador del premio de la Cátedra de Flamencología de Jerez. Con su ondulada melena, sus facciones talladas en piedra y su mandíbula abriendo paso para las múltiples capas de su cálida voz, interpretó soleá, taranto, tientos tangos, fandangos y siguiriyas. El recital quedó redondeado con un tradicional fin de fiesta que incorporaba el cante y baile de Fabiola, Javier Heredia y Luis Peña. |