XV BIENAL DE FLAMENCO DE SEVILLA ‘CARMEN’ |
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ESPECIAL BIENAL DE FLAMENCO DE SEVILLA 2008 Texto: Estela Zatania Baile: Sara Baras, Luís Ortega, José Serrano, Alicia Fernández, Ana González, Cecilia Gómez, Charo Pedraja, María Vega, Daniel Saltares, David Martín, David Nieto, José Galán, Raúl Fernández. Guitarra: José María Bandera, David Cerreduela, Mario Montoya, José Carlos Gómez. Cante: Miguel de la Tolea, Saúl Quiros, Brenda García. Música: Joan Valent, José María Bandera, David Cerraduela, José Carlos Gómez, Miguel de la Tolea, Saúl Quiros. Colaboración especial de Paco de Lucía y Javier Rubial. Abarrotado el Teatro de la Maestranza, con Manolo Sanlúcar estrenando obra en el Lope de Vega a la misma hora. La Duquesa de Alba acomodada en su asiento, y un público mayoritariamente de mediana edad, sin pinta de aficionados al flamenco. Tiene que ser la compañía de Sara Baras. O mejor dicho: Sara Baras. Hace tiempo que la jovencita a la que vi ganar el concurso televisivo Gente Joven hace veinte años ha pasado a figura mundial que con la fuerza de su nombre regularmente llena los teatros más grandes del mundo. Y con todo derecho. Es, por encima de todo, una gran bailaora. Nos perteneció a los flamencos antes que al mundo, y seguimos disfrutando de su arte. Sara Baras asume responsabilidad por la coreógrafía, dirección artística, escenografía, iluminación y vestuario de esta, y casi todas sus obras, lo cual es nada menos que extraordinario, teniendo en cuenta la alta calidad de los elementos. Otras compañías que contratan a expertos para cada tarea, no logran el nivel que vemos en los espectáculos de la Baras. Tiene un sentido innato del teatro y de la elegancia, pasado por un tamiz español y flamenco, y la claridad de su visión está por encima de la mayoría de las ofertas actuales. Sara Baras concibe y realiza: de la mente al escenario sin interferencias. Teniendo en cuenta este don para plasmar sus ideas con precisión, podemos entonces hablar de los méritos de esas ideas. En esta versión de Carmen los “lunares y panderetas” de los que huye el flamenco actual son sustituidos por el riguroso negro y rojo del vestuario, además de mantones y abanicos, elementos con los que cualquier público extranjero identifica la calidad de “español”. El libretto, en esta obra como en todos los espectáculos de baile con guión, es puramente circunstancial, un pretexto para mantener el interés del espectador casual. Es una versión abstracta y modificada de un clásico, y opino que ha sido un error meterse con la historia original. Al guión de Carmen, le quitas la pelea de las mujeres, la detención de la protagonista, la seducción del militar para escapar de prisión y el asesinato del final, y es como una paella sin arroz: muchos ingredientes parecidos, pero otro plato gastronómico. De hecho, ni con lupa se encuentra la intención original de Mérimée o Bizet, sino que estamos ante un clásico triángulo amoroso centrado en una mujer moderna de clase media que no siente las ataduras de la tradicional sociedad española católica, ni el rechazo de su condición social. La heroína de esta obra tiene más en común con las niñas sofisticadas que te hacen el makeover en la planta baja del Corte Inglés. El mito de Carmen es aprovechado por la taquillera bailaora para desplegar una obra que pudo haberse titulado ‘Pasión no, gracias, soy moderna’. Y esa misma insistencia en la modernidad es precisamente lo que resta fuerza a la historia original: sin tabúes, no hay angustia. El arte del silencio y el ralentí llevado a sus últimas consecuencias. Escasez de cante. Vistosa austeridad. Excelencia en los detalles.
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