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ESPECIAL BIENAL DE FLAMENCO DE SEVILLA 2008 Texto: Estela Zatania Voz y guitarra: Mayte Martín. Guitarra: José Luís Montón. Contrabajo: Guillermo Prats. Violín: Olvido Lanza. Percusión: Chico Fargas. Poemas: Manuel Alcántará. Composición y dirección artística: Mayte Martín. Arreglos: Mayte Martín, Nelsa Baró. Pero qué instruidos y sofisticados somos los flamencos hoy en día, ¡qué globalisaos, mare! Ni cadenas de oro, ni pañuelos de lunares…ni siquiera cante. ¿Decías…? Eso. Por segunda vez en menos de una semana, en esta Bienal de Flamenco, el recital de una cantaora figura no ha incluido rastro de cante. Entonces pregunto: ¿porqué los cantaores ya no encuentran inspiración en el género al que tantos años de su vida han dedicado? La obvia respuesta viene al instante: el gran público tiene poca paciencia para el cante, y no estamos en un cuartito, sino un teatro cuyas butacas necesitan llenarse. También existe la posibilidad de que el intérprete no cobra derechos de autor para cante tradicional (ambos recitales serán editados en CD), aunque ignoro si es verdad. Me parece perfectamente legítimo que un cantaor aplique su enjundiosa voz a una música lite – siempre se había hecho, sin ir más lejos que la gran Pastora Pavón – pero la desaparición de cante de los recitales es preocupante. Hace décadas que la cantera de cantaores se achica y se agota paulatina e irrefrenablemente. Hoy en día casi nadie se atreve a grabar cante sin la inclusión de un repertorio pop, algo con qué promocionar el disco y atraer al cante a los reacios. Ahora hemos subido (o bajado) al siguiente escalón: “el flamenco lo llevamos en el forro de la chaqueta” dijo Mayte. Como el primo palurdo al que encerramos en su cuarto cuando hay invitados, el flamenco no se considera apto para su exhibición. Es lo que ahora llaman la “dignificación” del cante. Mayte se acompaña a la guitarra en todos los temas, con la guitarra de lujo de José Luis Montón. Las canciones son relativamente cortas, hay doce en total, pero muy parecidas entre sí: un tiempo musical casi libre, el acompañamiento de guitarra, violin, contrabajo y percusión, muy relajado y discreto para un aire de bolero machinero y la sensación de intimidad de un piano bar. La puesta en escena es elegantemente sencilla, como la misma Mayte, con una eficaz iluminación, cosa que se ve muy poco en las representaciones de flamenco en general. Cuando todos los flamencos estamos de luto por el legendario Mario Maya, fallecido pocas horas antes del recital, de alguna manera tengo la sensación de estar asistiendo a un final de otro tipo. El efusivo público exige bis a la cantaora que hace caso omiso de las muchas voces que piden “un fandanguito”, limitándose a repetir un tema del recital.
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