XLVII Potaje Gitano de Utrera

 

XLVII Potaje Gitano
de Utrera

Sábado,
28 de junio, 2003 en el Patio del Colegio Salesiano, Utrera.
23.00h

Cante: Bernarda de Utrera, Chocolate,
Juana la del Revuelo, Inés Suárez, Chato de
Utrera.
Baile: Manuela Carrasco.
Toque: Antonio Carrión, José Manuel, Martín
Chico

Mientras que las grandes obras de flamenco gozan de una
financiación cada vez más espléndida,
son tiempos de vacas flacas para los festivales de cante que
alcanzaron su apogeo a mediados de los años setenta.
No obstante el Potaje Gitano de Utrera, el primer festival
de flamenco, sigue siendo una referencia importante, y para
no tener que pronunciar la aglomeración de sílabas
que representa «cuadragésimo séptimo»,
basta con decir que el festival lleva una pila de años.

Ciento cincuenta años
de vivencias
flamencas entre ambos

El cartel de este año se podría resumir como
«Bernarda, Chocolate y un corto etcétera»,
porque ya con esos dos el buen cante estaba garantizado. Ciento
cincuenta años de vivencias flamencas entre ambos,
pero esa veteranía no impresiona demasiado a la nueva
generación y se han escuchado comentarios de burla
cuando alguna letra se ha olvidado o no se ha alcanzado algún
tono.

Pero
vamos por partes… El primero en acomodarse en la pista fue
el Chato de Utrera con el Niño José Miguel a
la guitarra. El experimentado cantaor que ostenta un extenso
currículum en el flamenco, tanto dentro como fuera
de España, siempre gusta con su voz gruesa y expresiva.
Tangos, soleá de Utrera y por último fandangos,
con la novedad de que cuando se apartó del micro para
cantar al natural (ese gesto hartible que hoy en día
se ha convertido en obligatorio), se le ha escuchado perfectamente.

 

 

 

 

Chato de Utrera y Niño José Manuel

Como es habitual
en ella desde hace
un tiempo, empieza pidiendo un aplauso
«para mi hermana Fernanda»

Inés Suárez Jiménez, festera y cancionera,
sobrina de Fernanda y Bernarda, con Antonio Moya al toque,
removió el ambiente con una rica selección de
cuplé por bulería, notablemente las sentimentales
creaciones de Machín «Toda una vida» y «Dos
gardenias», en el más puro estilo de su tierra
cantaora. A continuación el presentador Antonio Torres
manifiesta: «Me autodeclaro incompetente para presentar
a la Bernarda de Utrera», con lo cual dio por presentada
a la señora, con toda su energía y espíritu.
Ocupó su lugar delante del micro al lado de Antonio
Moya y como es habitual en ella desde hace un tiempo, empieza
pidiendo un aplauso «para mi hermana Fernanda».
El público obedece con la mayor gana del mundo. Bernarda
se queja momentáneamente del frío y procede
a calentar el ambiente con sus bulerías y fandangos,
soleá (siempre afirma que no sabe, pero cualquiera
lo diría), y el conocido romance de María de
las Mercedes.

Chocolate
Juana la del Revuelo y Martín
Chico

Bernarda se queja
momentáneamente del frío
y procede a calentar el ambiente con sus bulerías

Un descanso para alternar en la barra mientras van despachando
el potaje en las mesas. El homenajeado de esta edición,
el político Manuel Copete «La Alondra» acepta
los acostumbrados halagos y objetitos y el cante retoma el
hilo…

Juana la del Revuelo con pololos pero sin canasta en esta
ocasión. Ya todos conocemos su repertorio de memoria,
que vamos, que el día que tenga pinchazo o no puede
acudir por el motivo que sea, to's juntos cantaremos sus tangos
con el «no me pegues bocaítos» y por bulería
dormiremos al Curro suyo por milésima vez, pero weno,
la mujer tiene su personalidad y su presencia, y su gitanería
gusta a la gente de Utrera. Luego nunca tiene desperdicio
ni Martín Revuelo, poquito pero sabrosito, ni el hijo
de ambos, Martín Chico, con su toque moronero actualizado.
Redondea el fin de fiesta un joven al que llaman 'Cable' que
se sirve del ritmo de la bulería para convertir la
canción de Marco (aquel de los Apeninos a los Andes)
en flamenco.

«…primero
los cantes básicos y después
hasta por Frank Sinatra si queréis»

En la página 8 del libro de Juan de la Plata «La
pena sonora» sobre la vida de Manuel Torre, se habla
del cantaor Antonio Núñez el «Chocolarte»
(sic) y me hace la mar de gracia ese apodo. «Chocolarte»
o Chocolate fue presentado como un cantaor «plenamente
vigente», y fue citado su reciente Grammy entre una ristra
de premios y galardones. El cantaor demostró ser merecedor
de tantos halagos cantando magistralmente la malagueña
del Mellizo con un Carrión que lo arropaba a lo Melchor,
ese taranto nasal y rancio, por soleá oliendo a la
Alameda de Hércules y a Triana. Como ocurre últimamente,
el público le exigió fandangos una y otra vez,
pero el maestro insiste en «primero los cantes básicos
y después hasta por Frank Sinatra si queréis».
Sus «cantecitos de los Caganchos» levantaron el
vello de los que se dejaban llevar y supieron apreciar esa
voz rota en lugar de criticarla, y «fin de fiesta»
con los esperados fandangos. Menores de treinta años
tomad nota: se llama «cantar flamenco».

Manuela Carrasco…
más guapa,
más flamenca y más gitana que nunca.

Manuela Carrasco
Samara Amador

A continuación, otra leyenda, ya más jovencita.
Manuela Carrasco volvió a aparecer hace unos años
después de un semiretiro, más guapa, más
flamenca y más gitana que nunca. La noche del Potaje
lucía un flamante vestido de color naranja y azul turquesa
para abrir por bulerías. Le acompañaron a la
guitarra su marido Joaquín Amador y el joven Daniel
Méndez, al cante Enrique Extremeño, el moronense
David Sánchez y otro cuyo nombre no figuraba en el
programa. Por redundante que suene, una ronda de rondeña,
terminando con el fandango de Frasquito Yerbabuena, con tanto
aire y alegría, como si fuera por fiesta. Sonido deficiente
para la bulería cantada y bailada al estilo de su tía
La Susi, por Samara Amador, hija de Manuela y Joaquín.
Se notan retales de la obra Tierra y Fuego estrenada recientemente
con Antonio Canales en el Festival de Jerez. Bobote genial
como siempre, hace tiempo para que Manuela cambie de vestido
para el baile de bailes, emblemático de ella y de tantos,
por soleá, y así termina el Potaje Gitano de
Utrera de 2003 cuando falta poquito para las cinco de la madrugada.

Texto y Fotos: Estela
Zatania

 

 



Salir de la versión móvil