XLV Festival Internacional de Cante de las Minas. La Unión – Murcia. Fernando de la Morena, Torta de Jerez, Capullo de Jerez, Diego Carrasco, Tomasito

XLV Festival Internacional del Cante de las Minas
Fernando de la Morena – El Torta – Capullo de Jerez – Diego Carrasco – Tomasito

Las actividades culturales paralelas del Festival Internacional del Cante de las Minas dieron comienzo el domingo en el Museo Minero a las ocho de la tarde con “Saura fotógrafo, eclosión de un artista proteico”, conferencia ofrecida por Hans Meinke, director del Círculo de Arte.

A continuación se hizo entrega de la distinción “Carburo de Oro” y los premios de la convocatoria cultural que fueron los siguientes:

Investigación: «Una Historia del Flamenco»
de José Manuel Gamboa
Periodismo: Portal de Internet «Deflamenco.com»

Poesía: Revista Litoral nº 238:
La Poesía del Flamenco»

Fotografía: Libro «Flamenco» con fotografías realizadas por Carlos Saura.
Didáctica: a Oscar Herrero por la edición de libros sobre la guitarra.

A continuación, en el mercado-catedral-teatro, las cinco etapas del hombre. Del hombre flamenco jerezano. Desde la palabra P (pureza) hasta un mundo futuro que para algunos ya ha llegado, y para otros no debe de llegar jamás, pudimos contemplar la evolución del arte jondo. Uno del público que se marchó hacia la mitad comentó “esta noche marcará un antes y un después en la historia del festival”, y cada uno puede interpretar esas palabras como le parezca, pero fue un sentimiento generalizado que está destinado a remover prioridades dentro de la organización. En parte, el problema fue el cambiante cartel correspondiente a esta actuación: dos principales, el Nano de Jerez y el Chocolate tuvieron que ser sustituidos, éste, debido a su triste y repentina desaparición el mes pasado, que por cierto no fue comentada desde el escenario a lo largo de la noche. El domingo día 7 de agosto en La Unión echamos de menos aquella voz hiriente y profunda y los sonidos negros que producía.

Capullo de Jerez

El Torta de Jerez

Mil individuos se sentían jerezanos por un día

Fernando de la Morena

Primera etapa: Fernando de la Morena. Básico, honesto, digno, sin superficialidades siquiera en sus divertidas bulerías, por contradictorio que parezca. Fernando posee una de las voces más hermosas del actual panorama flamenco, de las muy pocas que suenan igual cantando que hablando.

Con un público aficionado al cante minero, el cantaor supo ganarles con su soleá reposaíta y sincera, fandangos con su sello personal, “un pequeño atrevimiento” que fue taranto al estilo jerezano, siguiriyas y sus muy solicitadas bulerías. Con el ambiente así calentado, mil individuos se sentían jerezanos por un día y pasamos al siguiente…

Segunda etapa: El Torta. Irregular y estrambótico con un toque de locura que apenas domina, es posiblemente el jerezano más querido y admirado fuera de su tierra, pues goza de cierto culto a su personalidad. Nervioso e inquieto esta noche, logra no obstante una actuación admirable con su soleá, siguiriyas, taranto (en general todo el que venga a La Unión se siente obligado a interpretar algún taranto, pero no es lo más indicado), y bulerías. El respetable pide bis, pero el cantaor se escabulle.

Tercera etapa. Capullo de Jerez. Se vislumbra el futuro pero es el presente. Artista instintivo y original, carismático a más no poder. No importa que interprete el repertorio de siempre porque el Capullo siempre sorprende de alguna manera. Detrás de las muecas y payasadas, hay un artista y un cantaor. El compás es su juguete y nos enseña cómo lo disfruta con soleá por bulería, tangos, bulerías y “fandanguitos de 153 años atrás”. Trabaja el público con la pericia del mejor showman de Las Vegas, pero sólo es el envoltorio de un cantaor que se ha inventado de esta manera y la gente lo adora.

Las cinco etapas del hombre flamenco jerezano…

Cuarta etapa. La nave espacial está a punto de despegar para tierras desconocidas donde la evolución seguirá rumbo desconocido. Diego Carrasco, artista integral, fusionero en el mejor sentido de la manida palabra.

Ha encontrado su forma personal de entender el flamenco, sabiendo hasta dónde se puede llegar sin perder la esencia porque parte desde las raíces y hace gala del compás, elemento imprescindible, y una sensibilidad artística casi infalible. El público conservador de La Unión le “perdona” sus cositas, los bailecitos, las posturitas y demás travesuras, y Diego nos sorprende al final llamando a la gran bailaora Carmen Ledesma a participar en el fin de fiesta.

Quinta etapa. Tomasito. Aterrizamos en un mundo nuevo donde el compás sigue presente, pero es transformado en un ser casi irreconocible: explica acertadamente el artista apuntando hacia los músicos “no soy yo, son ellos, yo hago flamenco”. Otro comentario menos afortunado tiene el efecto de vaciar muchos asientos. Tomasito invita a los “puristas” a marcharse y procede a ofrecer su “soleá punky…de aquellos que llevan la cresta” y demás creaciones suyas salpicadas con baile, todo flamencamente válido en teoría, pero poco apropiado para este venerable festival.

Cinco manifestaciones del flamenco jerezano, un bufé libre y surtido donde cada comensal ha tenido que buscar el plato que más le gustaba, y difícilmente a nadie le gustaba todo. El viaje de regreso fue gentileza del cantaor Jaraqueño y el guitarrista Alfredo Lagos en el patio del Maquinista de Levante.


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