La tarde de sábado en el Festival Internacional
del Cante de las Minas, dentro de las actividades culturales,
destacaron la presentación del libro “Una historia
del flamenco” por su autor José Manuel Gamboa,
y una conferencia dentro del homenaje al director cinematográfico
Carlos Saura, “Antonio Gades en el cine de Carlos Saura”
a cargo de Faustino Núñez, con la presencia
del distinguido homenajeado.
Carlos Saura
con José Manuel Gamboa, Faustino Núñez
(Foto: Rafael Manjavacas)
Esta tercera jornada del festival, en el pequeño pueblo
de La Unión se ha notado un importante incremento de
personal. Es el “efecto Estrella Morente”. Si
la joven artista ya tiene incontables miles de admiradores
dentro y fuera del país, la hija del que fuera homenajeado
el año pasado en este mismo festival goza de aún
más popularidad en La Unión. Es la segunda vez
que pisa el escenario del mercado convertido en “catedral
del cante”, y nuevamente hay lleno absoluto para la
granadina.
Estrella
Morente (Foto: Rafael Manjavacas)
La estrella Estrella, radiantemente guapa, vestida de lunares,
peineta y mantón, hace su aparición con el guitarrista
Alfredo Lagos y el primer cante es por alegrías, a
lo Pastora, ligeritas y en posición de La para un aire
antiguo. La cantaora logra ubicar la voz para sonar a ratos
como su ídolo la Niña de los Peines, pero una
abundancia de gorgoritos, técnica de la que suele abusar,
no acaba de convencer a los oídos de la que escribe.
Por soleá es atrevida, calidad que hay que admirar
incluso cuando el resultado no es del todo eficaz. Hay destellos
de estilos clásicos para los aficionados que los quieren
buscar, pero más que por soleá, son cantes por
Estrella, a su manera, hermosos y dulces, elaborados a base
de largos melismas y los tonos llanos y aguantados que son
el carné de identidad del padre de la criatura. Alfredo
Lagos maneja el acompañamiento con buen gusto, musicalidad
y una afinación alternativa que no todos aprovechan
tan hábilmente.
Si estamos en la catedral del
cante, estos dos son cura y monaguillo ofreciendo su misa
particular
Otros salen con su botella de agua o vaso de whisky –
Estrella sorbe delicadamente de una tacita de porcelana blanca,
gesto que complementa la fascinante elegancia de la Audrey
Hepburn del flamenco. Dedica sus tarantas “a la gente
de La Unión” ofreciendo una variedad de estilos
y alcanzando algunos momentos francamente excelentes, y otros
menos excelentes. El toque de Lagos sigue impresionando: dulce
sin empalagar, moderno sin agredir. La Morente parece transportada
a otro nivel de conciencia, canta con los ojos abiertos mirando
hacia el techo-cielo, el reverb está a tope: si estamos
en la catedral del cante, estos dos son cura y monaguillo
ofreciendo su misa particular. Estrella se abanica con un
enorme pericón blanco, y procede a interpretar una
granaína, el palo que más convincentemente realiza
haciendo buen uso de su dulce voz y etereo decir.
Estrella
Morente (Foto: Rafael Manjavacas)
Unos tientos que la cantaora empieza con estilos clásicos,
van transformándose en melodías misteriosas
con ecos del estribillo de la caña. Llegan al escenario
cuatro palmeros que luego hacen coro y baile, dos tocaores
adicionales (los nombres de los músicos no figuran
en el programa) y un percusionista. Una especie de bulería
por soleá desemboca en canción por bulería,
y para tangos se sigue fusionando sonidos antiguos con modernos.
La Morente anuncia “bamberas” para terminar y
efectivamente, interpreta esta forma casi olvidada, popularizada
en su día por Pastora Pavón. El ritmo se acelera
para más homenaje a Pastora en la forma de la lorquiana
Anda Jaleo y el fin de fiesta se pone en marcha. Estrella
presenta al guitarrista más joven, un niño casi:
“Os presento a mi hermano pequeño, Enrique Morente
junior” y entre pataítas, vueltas de mantón
y el coro del Anda Jaleo, se da por terminada la actuación
cuando son las doce y treinta de la noche.
Jerónimo
(Foto: Estela Zatania)
El numeroso público abandona el recinto apresuradamente
para coger sitio en el patio del Maquinista de Levante para
el trasnoche flamenco con el recital del guitarrista madrileño
Jerónimo con el respaldo de su hermano y segunda guitarra,
Leo de Aurora.