XLIV Festival de Cante Jondo de Mairena

 

XLIV
Festival de Cante Jondo de Mairena

Sábado
3 de septiembre, 2005. 2300h. Casa Palacio, Mairena del Alcor

Cante:
Calixto Sánchez, José Menese, Aurora Vargas,
Antonio Ortega hijo, Miguel Poveda, Esperanza Fernández
Baile: Manuela Carrasco con Joaquín Amador y Pedro
Sierra al toque, Rafael del Carmen al baile, Enrique Extremeño,
José Valencia, Antonio Zúñiga, La Tobala
y Zamara al cante.
Guitarra: Niño Elías, Manolo Franco, Antonio
Carrión, Diego Amaya, Miguel Ángel Cortes

Texto y fotos: Estela Zatania

Una noche cálida ambientaba uno de los últimos
festivales de cante de esta temporada en el epicentro del
universo que dio lugar a la movida festivalera, no por ser
el primer festival, porque ese honor corresponde a Utrera
con su Potaje que el año que viene celebra el quincuagésimo
aniversario, sino por haber visto nacer a Antonio Cruz García
“Antonio Mairena”. Ningún pueblo del mapa
flamenco se identifica de manera tan total y absoluta con
una sola figura del cante como Mairena del Alcor con Antonio
Mairena, y no es para menos. Veintitantos años después
de su desaparición, el cantaor sigue siendo el objeto
de tanta admiración como polémicas, y todo aficionado
tiene su opinión bien formada acerca del “mairenismo”.

Calixto Sánchez con Manolo
Franco
Manuela Carrasco

La noche anterior al festival, en el anfiteatro de la Casa
Palacio, había tenido lugar el Concurso de Cante Jondo
que siempre se celebra conjuntamente con el festival, y como
es la tradicion, la ganadora del certamen, Nazaret Cala, rompió
con el primer cante del largo programa. Esta señorita
del Puerto de Santa María ha llegado a ser una asidua
en los concursos de cante, y su estilo delata esa atención
obsesiva al detalle, a la afinación, al verso correctamente
enunciado y al compás cuidadito con el objeto de no
cometer faltas que podrían costarle los premios que
tanto anhela. Por lo tanto tiene todo. O casi todo. Igual
que el pobre de Pinocho, se olvidaron de entregarle un alma,
y el hecho sólo es digno de mención porque representa
un fenómeno preocupante. Los aficionados que tienen
las manos permanentemente levantadas a la cabeza lamentando
la desaparición del cante, buscan maneras de estimular
el interés de la juventud. Se supone que los concursos
contribuyen a conseguir tan admirable objetivo, pero está
saliendo un pequeño ejército de cantaores jóvenes
preembalados al vacío en lámina de plástico,
personas con mucha dedicación y buenas intenciones
que logran perpetuar los cantes pero no enriquecen el arte.

Su baile, los bellísimos
mantones que siempre viste, su presencia imponente y su cante

Pero el cartel es dilatado y la cosa va calentándose
poco a poco. Antonio Ortega hijo, natural de Mairena, acompañado
por el injustamente subestimado guitarrista el Niño
Elías, dedica la soleá a la afición de
Mairena, y como buen mairenero despacha una larga serie de
estilos prestando especial atención a la comarca sevillana
con cantes de poca circulación como el de la Roezna
(de Alcalá) o la Jilica (de Marchena), todo muy bien
definido. A continuación, tientos tangos, y ya que
estamos en plan quejica, declaro que me gustaba más
cuando los tientos no eran el prólogo de tangos, sino
un cante con entidad propia que se remataba con alguna coletilla
cortita de tangos. El joven tiene desafinaciones molestas,
pero el público local lo adora y responde con efusivos
aplausos. Siguiriyas “dedicadas a mí padre y
al Niño Elías, las dos personas que me están
guiando”, lo cual indica el grado de afición
del tocaor que tenemos delante. Nuevamente son interpretaciones
correctas pero los duendes no se asoman.

Esperanza FErnández con Miguel
A. Cortés
Aurora Vargas

La trianera Esperanza Fernández es admirable por cuatro
motivos que son, en orden descendiente: su baile, los bellísimos
mantones que siempre viste, su presencia imponente y su cante.
Es la más competente bailaora de los cantaores y cantaoras
actuales, o al menos no le importa emplear esta faceta para
redondear sus actuaciones como cantaora. Los mantones que
luce son francamente exquisitos y su estampa racial completa
la parte visual. Vamos al cante. Como es su costumbre, empieza
por cantiñas del Pinini, las que no saben a mar, sino
campiña, y la señora domina el más amplio
surtido hoy en día de estos cantes. El tocaor Miguel
Ángel Cortés ajusta la afinación de su
instrumento para las siguiriyas, sacando provecho al resultante
sonido misterioso, pero le devora la impaciencia de lucir
(actualmente está grabando su segundo disco en solitario),
entonces su dominio es excelente pero el cante no es favorecido.
Bulerías para terminar, y Esperanza tiene cuidado de
cantar los “greatest hits” de Antonio Mairena,
incluyendo el cuplé en tono menor “Dicen que
van a temblar…” o “El pollito que piaba…”
que es atribuido a Antonia Pozo de Lebrija, donde Esperanza
tiene lazos familiares.

Hace casi dos meses José Menese, por primera vez,
no pudo actuar en el festival de su pueblo, La Puebla de Cazalla,
por encontrarse ingresado en Madrid. Entonces es muy grato
volver a verlo en acción, algo desmejorado de la voz,
pero nada grave. Tiene palabras para el maestro Antonio Nuñez
‘Chocolate’: “que Dios le acoja con los
duendes que él se merece”, y arranca con un largo
romance al estilo Mairena. Por tientos el susodicho deseo
es concedido y el cantaor interpreta un surtido muy variado
de estilos sin dejarse llevar por los tangos. Antonio Carrión
sigue fiel a su estilo clásico para las siguiriyas
con las que termina Menese su intervención con aplausos
más de apoyo moral que de apreciación por su
cante.

Momentos intensos y mágicos
donde la química flamenca llega a su punto de ebullición.

Después de un largo homenaje al religioso D. Emilio
Calderón Álvarez, llega con su grupo la faraónica
bailaora Manuela Carrasco que hace su aparición con
andares de “aquí estoy yo” dando fe del
empaque de su personalidad artística. Habrá
quién baile mejor hoy en día, o puede que no,
pero ningún bailaor o bailaora tiene mayor presencia
flamenca. Lleva un grupo de artistas más diluido comparado
con lo que vimos hace poco en Lebrija – faltan los festeros,
falta el Torombo, sobra la Tobala – y la baza de intervenciones
en solitario de cada uno de los componentes ofrece algún
que otro bache flojo. Doña Manuela en cambio está
radiantemente flamenca, magnífica, majestuosa, mujerona.
La colaboración del artista invitado Manuel Molina
es un detalle inspirado. El guitarrista cantautor sigue desarrollando
la personalidad que se inventó para “Alma vieja”
de Farruquito empleando la guitarra más como adorno
que instrumento musical, medio cantando, medio declamando
sus versos creados ex profeso. Parece poseer algún
tipo de sabiduría que a todos nos hace falta y que
despacha libremente a la Carrasco durante unos momentos intensos
y mágicos donde la química flamenca llega a
su punto de ebullición. La soleá de Manuela
Carrasco, básicamente la misma de hace veinte años,
a Dios gracias, sigue evolucionándose y se mantiene
fresca con la ayuda de tres consumados cantaores, Enrique
el Extremeño, José Valencia y Antonio Zúñiga
(hijo de Juan Villar).

Ya es hora de que reconozcamos el talento de Aurora Vargas.
“Sólo una festera”, “siempre los
mismos palos”, “desafina”, “sólo
vende su guapura”. Lo que sí es cierto, la vemos
hasta en la sopa, pero no por ser una de las artistas más
solicitadas vamos a menospreciarla…al contrario. En primer
lugar, Aurora nunca tiene un mal día, nunca defrauda.
Esta noche, sus alegrías con el sabor auténtico
de Cádiz donde la sevillana es muy querida, la soleá
y los tientos tangos que nunca faltan, pasan sin novedad.
Pero es por bulerías donde se desenvuelve. Con la complicidad
del estupendo tocaor Diego Amaya – hay una comunicación
artística entre ambos que roza lo telepática
– Aurora construye la casa desde el sótano p’arriba,
cada vez como si fuera la primera, nada de repeticiones fáciles.
Tiene un sentido de cómo aguantar la tensión
y el interés del público durante largo tiempo
que no se ha visto desde que el mítico Bambino paseaba
con sus andares y gestos originales por los mejores escenarios
madrileños en la década de los sesenta. Aurora
no es una gran cantaora ni una gran bailaora. Es festera carismática,
y cuenta entre los cuatro o cinco mejores en activo hoy en
día.

Aurora nunca tiene un mal día,
nunca defrauda

Miguel Poveda con Chicuelo
José Menese en la ronda de
tonás

No sabemos si Miguel Poveda salió escarmentado del
festival de La Puebla de Cazalla en julio, donde su más
empalagoso cante de ida y vuelta no fue del todo bien recibido.
La cosa es que aquí, donde nació el hombre que
hizo todo lo posible por desplazar aquel tipo de cante, Poveda
se ha comportado con mucha dignidad y respeto. Sigue revolcándose
en los melismas susurrados, técnica que domina por
completo, pero no ha escatimado con su voz natural y potente
– de hecho, parece estar dándose cuenta de la
fuerza emotiva de los contrastes. En las malagueñas
por ejemplo, paraba la respiración del respetable con
hilillos de melodía apenas audibles, terminando por
rondeña con voz natural y un decir exento de toda frivolidad.
Sus dotes específicas son muy aptas para las cantiñas,
y siempre las interpreta con exquisito gusto. Menos acertado
por siguiriyas, pero tampoco desdeñable con estilos
rigurosamente clásicos. Le tocó su guitarrista
habitual, Chicuelo.

Cuando son pasadas las cinco, llega el último cantaor
al escenario. Calixto Sánchez, sincero y honesto, sin
artisteo ni teatro…camisa blanca, pantalón negro,
Manolo Franco a la guitarra, y en cada tercio sentimos el
cariño que tiene este hombre por el cante. Si esperas
poco, Calixto sorprende con momentos cálidos y profundos
sin extravagancia de ninguna clase, lo cual se agradece en
esta época de falsas extravagancias. Malagueñas,
tientos y una larga serie de cuplé antiguo por bulerías…¿quién
ha dicho que Calixto Sánchez no sabe cantar por bulerías?
Su compás es fluido y natural, y el fraseo convincente.
El público exige bis y el cantaor nos regala fandangos
para dar pie a la ronda de tonás con la participación
de todos los cantaores que han actuado en solitario.

Redonda quedó la velada. A la salida observo como
la edad media de los espectadores ronda los cincuenta para
arriba y aprovecho el viaje de regreso a Morón para
contemplar la importancia de ese dato.

Más información:

Especial Antonio
Mairena

Festival
de Mairena 2004

 

Calixto Sánchez
Retrato Flamenco

José Menese
DVD: A mis soledades voy…

Aruora VArgas
'Orso Romí'

Miguel Poveda
'Suena Flamenco'

Esperanza Fernández

 

 

 



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