Gerardo Núñez con Pablo Martín
al contrabajo y Ángel Sánchez 'Cepillo' al cajón
«Bodas de sangre»: Dirección y coreografía:
Antonio Gades.
Dirección general: José Antonio. Cante: Emilio
Cabello, Vicente Gelo. Guitarra: Ángel González,
Mariano Campallo. Percusión: Raúl Domínguez.
Piano: Rafael Martinelli. Música: Emilio de Diego,
Perelló y Monreal. La madre: Ana Mª Bueno, novio:
Raúl Gómez, mujer: Úrsula López,
Leonardo: Miguel Corbacho, novia: Ana Mª Moya.
El genio jerezano de la guitarra, Gerardo Núñez,
se encargó de la primera parte de la quinta gala del
festival de La Unión. Verlo en persona, el dominio
que tiene sobre su instrumento, esa búsqueda que está
presente en cada momento, su intensidad intelectual y creativa,
es hermoso de contemplar y nada menos que impresionante.
No obstante, siendo esta revista un medio altamente especializado,
me siento obligada a protestar la inclusión de música
tan claramente ajena al flamenco (aproximadamente un veinte
por ciento del recital fue reconocible como flamenco, incluso
bajo el criterio más liberal), en un festival que ostenta
una relación importante y estrecha con el flamenco.
Si en el Espárrago tuvieron que quitar el flamenco
de lo poco que pegaba, anoche en La Unión muchos de
los que habían acudido a recibir las emociones específicas
que proporciona el flamenco decían sentirse defraudados,
a la vez que absolutamente todos coincidían en los
magníficos dotes de Gerardo Núñez, que
quede esto claro. El mundo está lleno de música
hermosa, maravillosa, y en una serie de tan solo cinco galas,
que haya una noche dedicada al vanguardismo y experimentalismo
parece correcto, pero llevamos tres noches consecutivas de
derivados, de más o de menos calidad. Por otra parte
parece ilógico que luego en el concurso que empieza
esta noche de miércoles 13, se exija a los concursantes
un riguroso respeto por las formas
Núñez
empezó solo ante el peligro, por rondeña, y
cuando entran el cajón y el contrabajo, se organiza
el compás de bulería. Una pieza llamada «Trafalgar»
carece de referencias flamencas obvias. «Soleá»
con una o dos cuerdas transportadas, hermosa novedad del guitarrista
que es ahora copiada por muchos, y que transforma el aire
sensiblemente sin restar profundidad. El compás está
allí, indudablemente, o al menos eso me dicen, pero
hay que pescarlo. Momento oportuno para comentar que en la
humilde opinión de una servidora, el compás
es una sensación que le inunda, envuelve y transporta
al oyente o participante sin que nadie tenga jamás
que verificarlo contando hasta 12.
Una especie de granaína con destellos reconocibles
es transformada en algo que suena a bulería. Es obvio
que para una mente prodigiosa como la de Gerardo es mucho
más interesante tocar esta música que volver
siempre a las limitaciones del flamenco…esas limitaciones
que hacen posible la libertad del cantaor o bailaor. Curioso
detalle que el músico haya visto oportuno, para poner
el broche de oro, terminar por bulería sin artimañas,
moderna y actual a la vez que tradicional, compás de
toda la vida y aire jerezano a ráfagas.
Después del descanso la Compañía andaluza
de danza ofreció su hermosa versión de Bodas
de sangre de la mano de Antonio Gades, homenajeado de esta
edición del festival que por razones de salud no pudo
estar presente. Muchos comentarios del respetable al efecto
de «Una preciosidad de obra…ya la había visto
por la tele». Es decir ¿no hay obras menos vistas
dignas de inclusión en un festival de esta naturaleza?
Coreografía impecable ejecutada con máxima
profesionalidad y elocuente minimalismo. Momentos destacables,
el divertido pasodoble a la antigua para la boda, y una versión
actualizada de «Te estoy amando locamente», pero
muy por encima de todo, el asombroso enfrentamiento a cámara
lenta de los dos varones. Puede ser cinco minutos, diez, veinte…se
pierde toda noción del tiempo, y mil quinientas personas
quedan suspendidas en el tiempo y en el espacio maravilladas
ante la belleza y fuerza de la danza de la muerte que deja
huella en cualquiera que la vea.
Después de la función tuvieron lugar unos actos
oficiales que habían sido trasladados desde el ayuntamiento
de La Unión debido a la ausencia de Antonio Gades,
más notablemente el homenaje a éste que fue
aceptado por José Antonio, director de la Compañía
andaluza de danza. Recibió el galardón para
Gades en cuyo nombre leyó un breve mensaje que expresaba
su profundo deseo de haber podido estar presente y daba las
gracias por el reconocimiento. Dedicó el premio «a
la memoria de todos los mineros fallecidos en sus puestos
de trabajo y a sus familiares, y al hombre de alma minera,
mi amigo Paco Rabal».
En
la escalinata, como parte del homenaje, se proyectó
un documental sobre Gades que incluía una entrevista
con el bailaor además de su ya legendaria farruca.