XIX FESTIVAL DE JEREZ – María Pagés «Yo, Carmen»

Maria Pagés - Festival de Jerez

Maria Pagés - Festival de Jerez

Texto: Estela Zatania

Fotos: Ana Palma

María Pagés «Yo, Carmen»
Samuel Serrano, Joaquín de Sola
Miércoles, 25 de febrero, 2015. Jerez de la Frontera

Especial XIX Festival de Jerez – Toda la información

MARCA PAGÉS, Y DOS JÓVENES CANTAORES PARA EL SEXTO DÍA DEL FESTIVAL


SAMUEL SERRANO, JOAQUÍN DE SOLA.
Palacio Villavicencio, 1900h

Video Samuel SerranoVideo Joaquín de Sola

Luego dicen que la juventud no se interesa por el cante clásico.  Las edades de Samuel Serrano y Joaquín de Sola, de Chipiona y Cádiz respectivamente, suman unos 45 años.  Samuel, familia de los Agujetas, posee el repertorio y decir de los mismos, y una voz que araña como las suyas.  Samuel empezó directamente por tonás con toda la furia de la Plazuela.  Con la guitarra del también jovencísimo Paco León de Puerto de Sta. María, también cantó soleá, siguiriyas y bulerías.  En la segunda parte de este recital acústico compartido, pudimos conocer el cante de Joaquín de Sola.  Su repertorio es clásico, pero su forma de interpretar es suya original con sorprendentes giros melódicos por malagueñas, alegrías, soleá de Cádiz y bulerías acompañado a la guitarra por Víctor Rosa.

 


MARÍA PAGÉS «YO, CARMEN».
Teatro Villamarta, 2100h

Galeria fotográficaVideo

Baile: Maria Pagés, Isabel Rodríguez, María Vega, Natalia González Alcalá, Lucía Campillo, Sonia Franco, Macarena Ramírez, Paco Berbel, José Antonio Jurado. Cante: Ana Ramón, Loreto de Diego. Guitarra: Rubén Levaniegos, José Carrillo «Fyty». Percusión: Chema Uriarte. Violonchelo: Sergio Menem. Violín: David Moñiz. Idea, dirección y coreografía: María Pagés.

Delante del Teatro Villamarta, media hora antes de la actuación de María Pagés, la amplia plaza estaba como una feria ambulante de puestos de accesorios y CDs,  y el agresivo reparto de publicidad para diversos negocios relacionados con el flamenco o el turismo.  Es el efecto Pagés.  Donde pisa María, hay aglomeraciones, porque hace años que es figura internacional indiscutible.

 

Pero a mí que me zurzan si entiendo esto de los estrenos.  Esta obra de la Pagés, «Yo, Carmen», juraría que un gran porcentaje es reciclado tal cual de obras suyas anteriores.  Especialmente el dilatado comienzo con voces en off en diversos idiomas, la presencia de libros y la misma poesía que habla de lo inútil de querer poseer las cosas…fue como un larguísimo déjà vu.  Miré a mi alrededor, pero no vi caras extrañadas ante el hecho de que de una obra nueva estrenada en octubre, no sólo se aprovechara segmentos enteros de una anterior, sino que ahora las mismas escenas tienen otro significado en el contexto de la obra: en este caso, lo que sirvió el pasado septiembre para abrir el «estreno absoluto» de la obra «Siete golpes y un camino» con intención recopilatoria del trabajo de María Pagés, ahora se ha convertido en mensaje feminista y anti «Carmen».  Es cuando pienso si no sería más práctico bailar y punto.  En la ocasión de aquella obra anterior (¿el estreno del estreno de «Yo, Carmen»?), escribí lo siguiente que sigue teniendo relevancia:  «Ninguna prueba de sonido puede garantizar la correcta amplificación de [la voz en off] que rara vez cumple su misión.  Por lo tanto, la poesía de María Zambrano y otros no se podía apreciar. Para el aficionado serio, la obra hubiera quedado enriquecida con menos atención a lo literario, y más a lo dancístico».

Pero seamos indulgentes, María Pagés es una gran artista, un género artístico ella misma.  Sus conceptos de coreografía y escenografía son originales, novedosos y casi siempre eficaces.  Emplea poco el cante flamenco, pero sabe hacer uso de las bellas voces de Ana Ramón y Loreto de Diego.  Le gusta el vestuario de punto, «como la prolongación de nuestra piel», dice ella.  Y suele emplear colores y tonos neutros para resaltar con rojo eléctrico algo especialmente significativo.  Todo esto está en «Yo, Carmen».

Hay un fascinante juego de abanicos blancos sobre fondo negro, y muchos fragmentos musicales de «Carmen» de Bizet.  También un tanguillo «rap» que tanto le gusta a María, además de una farruca, soleá apolá (muy de moda en este Festival de Jerez) o sus alegrías.  El baile de María no es un baile de pellizco, sino más bien lo contrario, de fluidez y armonía visual.

Un posible exceso de danza coral dio cierto efecto plano; sospecho que los admiradores de María Pagés hubieran querido verla bailar sola más tiempo.


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