Resumen: XIII Festival de Jerez. Gerardo Núñez Anabel Rosado, Macarena de Jerez José Galván 'Maestría'
Gerardo Núñez |
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Texto: Estela Zatania / Fotos: Ana Palma Galeria fotográfica completa Anabel Rosado, Macarena de Jerez Actualmente, está de moda destacar a las mujeres, y este año, con nueva directora, el Festival de Jerez está dando un lugar importante a una serie de interesantes intérpretes, tanto en baile, como en cante y guitarra. En el acogedor salón del Palacio Villavicencio, lugar reservado para actuaciones acústicas, dos jóvenes pero experimentadas jerezanas compartieron recital. Anabel Rosado es bien conocida en Jerez por su voz dulce, su guapa elegancia y forma pulida de entregar los cantes. Con el acompañamiento impresionante pero subestimado de Antonio Higuero, cantó por tientos tangos,”una pincelaíta de cante minero”, fandangos y bulerías. A la que hemos descubierto es Macarena de Jerez. Es un secreto a gritos que los jóvenes jerezanos prácticamente han dejado de cultivar el cante. Los varones siguen un camino semi roquero, y las hembras tienen más interés en Pastori que en Pastora. Macarena de Jerez es joven, pero tiene tablas para construir una casa. Tiene carisma, la chispa de la inmediatez, obediencia a las formas antiguas haciéndolas suyas, soltura, conocimientos que sólo se alcanzan a través de las vivencias. Con el enérgico acompañamiento de Manuel Jero hijo, cantó por tientos tangos con un aroma a antiguo, y una delicadeza que se escucha demasiado poco en Jerez. Malagueña, ídem, con mucho paladar (aquí el guitarrista inventó todo un lenguaje nuevo, y bienvenido sea). Fandangos tocados ‘por medio’, y bulerías con la autenticidad de haber pasado mil batallas. Y por si fuera poco, la señorita baila de verdad…no la cansina pataíta que en esta ciudad pasa por graciosa, sino baile con fundamento y personalidad.
Gerardo Núñez Guitarra. Gerardo Núñez. Cante. Jesús Méndez. Saxo: Pedro Sambeat. Piano: Mariano Díaz. Batería: Marc Miralta. Contrabajo: Pablo Martín. Percusión: Cepillo. Qué complicado hablar de los genios, y no lo digo con ironía. Son personas con un talento extraordinario, inteligencia a la par y buen gusto. Los que llegan, son profesionales de primer orden, todo un ejemplo para la juventud, un orgullo para el país y una gozada para los que tienen el lujo de disfrutar de su producto. Entonces, me incumbe a mí explicar por qué he pasado hora y media en la Bodega Los Apóstoles mirando el reloj. Con el local lleno a tope a pesar de la incesante lluvia de invierno, Núñez empezó en solitario, sacando esos sonidos fascinantes de su instrumento. Pero la luna de miel dura poco, llegan pianista, flauta, contrabajo, saxo, batería y percusión para una composición en tono mayor, fresquita y ligerita. Hemos aterrizado en jazzlandia, el terreno preferido del maestro para exponer su particular visión y sensibilidad. Deseo tanto que toque alguna migajita sin armonía contemporánea, algún compás que no sea un tres por cuatro homologable… Deseo que los instrumentalistas no toquen largos solos mientras sus compañeros observan con sonrisas de complicidad… Deseo que la magnífica Carmen Cortés me baile como ella sabe, hay tan pocas como ella hoy en día… Deseo que la gente a mi alrededor deje de preguntarme qué palo está tocando, porque no sé qué decirles… ¡Espera, Jesús Méndez nos devolverá al flamenco con bulería por soleá! No…dura poco… Una bulería en clave de rondeña proporciona breves momentos de descanso del estridente jazzismo. Jesús nos regala unas tonás, aunque se ve obligado a luchar contra el elemento trivializador de una trompeta. Carmen baila por soleá, pero los músicos están tocando para ellos mismos, y la falta de espontaneidad resta emoción del baile. En fin… Lo que más deseo por encima de todo, es que Gerardo vuelva a ser de los “nuestros”. Pero comprendo que el genio ya no cabe en la lámpara, y tenemos que compartir su talento equitativamente con el resto del mundo. José Galván “Maestría” Baile: José Galván, María Távora, Marta, Tamara. Cante: Javier Rivera, Manolo Sevilla. Guitarra: Rafael Rodríguez, Carmelo Picón, Ulrich el Rizos. El título lo dice todo. El hombre que fuera capaz de engendrar y enseñar tamaño bailaor como es Israel Galván, además de la admirable Pastora Galván, es, hoy en día, un maestro. Un hombre de su edad y cuerpo, ni intenta ni necesita demostrar nada, los caminos físicos y espirituales están bien recorridos y fijados, no hay nada que descubrir excepto la grandeza del baile flamenco más clásico y honesto, y el dominio sobre él que posee José Galván. Tres alumnas aventajadas del maestro bailaron en conjunto, siendo lo más notable de su intervención la recuperación de la “ida de baile” en las alegrías. Es un intervalo de transición entre alegrías y bulerías, que hace medio siglo fue considerado obligatorio, dejándose de ver con la desaparición de Carmen Amaya. Un atrás en el que los más destacados participantes fueron el solicitado guitarrista Rafael Rodríguez, y el prometedor joven cantaor, Javier Rivera. Por lo demás, el admirable baile de José Galván, una ventana al pasado tan reciente, que sigue reflejándose brillantemente en el presente, y también en el futuro a través de las destilaciones geniales de Israel, y la calurosa reacción del público afirmó su relevancia. Para los insaciables, más flamenco tradicional fue ofrecido después en la peña Pepe Alconchel a la una de la madrugada con el cuadro flamenco de La Chiqui.
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