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Texto : Estela Zatania
Cante: Curro Malena, José Valencia, Manuel de Paula.
Sevillanas: Juana Vargas, María Jesús García,
María Peña. Guitarra: Antonio Malena, Antonio Moya,
Manuel de Palma. Palmas: Francisco de Paula Carrasco, Luis Carrasco.
Presentación, guión y dirección: José
Luis Ortiz Nuevo.
Es una lástima que actualmente el ‘flamenco’
derivado puede ser presentado espectacularmente gracias a los pingües
presupuestos de los que goza, mientras que lo más tradicional
a menudo da una cara tristemente humilde, limitada y desfasada para
el gran público no aficionado porque se tiene que apañar
con recursos limitados. Es posible también que los mismos
artistas tradicionales descuidan los detalles de montaje, iluminación,
escenografía, amplificación y demás asuntos
anteriormente ajenos al arte jondo con una actitud tan flamenca
como sus interpretaciones. Esto ha sido el caso con la gente de
Utrera hace veinte días, y se ha repetido la noche del 30
de septiembre con la de Lebrija.
La ausencia de Inés Bacán por motivos personales
muy forzosos, pieza fundamental en el cante lebrijano, tampoco favoreció
un desenlace exitoso. La voz del director José Luis Ortiz
Nuevo empieza informando del cambio de programa y dedica la actuación
a Inés. Los tres cantaores empiezan por tonás y a
continuación Curro Malena, el más veterano y pulido,
canta por siguiriyas, el joven José Valencia por tientos
y Manuel de Paula por soleá, con sendos tocaores. Discreto
pero digno.
Ortiz Nuevo entonces nos explica que no todo es ‘ducas negras’
en Lebrija, y es necesario el alivio de las tradicionales sevillanas
corraleras, especialidad de Lebrija, y salen al escenario tres encantadoras
maduras con voces rancias que nos cantan a palo seco con su propio
acompañamiento de percusión lo del “gato que
está en tu tejao, mira que, riapitá…” y que
“se rasca la barriga con una teja”. Luego con guitarra
y palmas, y luego más…y más y más…y la
cosa no da para tanto, y el público va inventando su propio
intermedio para cañita y cigarrito.
Después del descanso real, volvemos dispuestos a perdonar
todo, pero aparte de un solo de guitarra de los tres tocaores “Recordando
a Pedro Bacán”, y unas magníficas alegrías
(cantiñas) del Pinini dedicadas a Inés y que canta
José Valencia, la cosa vuelve a decaer. El inconfundible
compás y aroma por romance de Lebrija, cantes del Chozas
y de Antonia del Pozo, pero demasiado pronto todo desemboca en una
fiesta tipo bautizo, simpática pero interminable, la fiesta
que conocemos todos los aficionados y cuyo disfrute es irremediablemente
ligado a sillas plegables de madera, bombillas desnudas colgando
desde el techo, copas de plástico y niños incordiosos.
Desde una blanda butaca en la oscuridad silenciosa del Teatro Lope
de Vega, por desgracia, la cosa no funciona.
Ricardo Miño & Gualberto |