XIII Bienal de Flamenco de Sevilla. 'Piano' Dorantes

 
“Piano”
Dorantes

Sábado, 25 de septiembre, 2004. 21:00h.
Teatro Maestranza, Sevilla

 

 

EL seguimiento diario
de la Bienal de Flamenco es patrocinado por:

Texto : Kiko Valle

Dorantes: piano. Cuarteto de Violonchellos Celliberia: Gretchen
Talbot, Richard Eade, Robert Thompson, Claudio Baraviera. Artista
invitada: Lole Montoya. Cante: José Valencia. Saxo turco,
soprano y flauta: Nacho Gil. Contrabajo: J. Manuel “Popo”.
Tablas indias: Keshab Canti Showdhury. Percusiones: Tete Peña.
Palmas: El Chícharo y Vicente Peña.

Sabe a Dorantes

David Peña vuelve a la Bienal y se desnuda en la
Maestranza con su piano. Tras el éxito cosechado en la pasada
edición es difícil enfrentarse a un público
que no olvida. El listón está demasiado alto y las
expectativas del respetable, que colmaba poco más de la mitad
del teatro, deben verse cumplidas. Las comparaciones, odiosas. Él
mismo es el culpable de que por los pasillos, en el descanso y al
terminar la actuación, los aficionados coincidieran en que
a pesar de la innegable belleza de lo que habían sido testigos
anoche, no superaba en “calidad” al espectáculo
“Sur”, cuyos rescoldos aún calientan las paredes
de los Reales Alcázares de Sevilla, fabuloso escenario del
que ha prescindido este año la Bienal.

El lebrijano se abre y se muestra íntimo en la primera
parte. Parece negarse a la mera repetición de un repertorio.
No se acomoda. La sensibilidad se apodera de él y toca algunas
de sus ya conocidas composiciones, pero sin ornamento. Se entrega
a corazón abierto y palpita el piano que parece ser cómplice
de algo que no sabemos. “Oleaítas mare” , La
danza de las sombras”, “Sur” … sabe a Dorantes.
Se intuye una progresión notable hasta en el “sentir”
del pianista. El virtuosismo de David no pasa inadvertido y sus
dotes como compositor quedaron patentes en las piezas que interpretó
y en las que escribió para el cuarteto de violoncellos que
intervino en la segunda parte de la actuación.

De estreno con “Ragazos”, donde mima el contrapunto,
los silencios, el vaivén de los aires aguajirados, acariciando
las teclas del piano como si fuera la piel de una amante. “Por
bulería” despide la primera parte, metiendo la mano
en la caja de resonancia del piano. Rasguea y suena después
una falseta de Diego del Gastor. José Valencia le canta y
el Chicharo se pega la pataíta, llamándose sin artificios.
Se le escapaba el arte por la sonrisa.

Tres movimientos para cuatro violoncellos: el primero, basado
en una seguiriya, el segundo en la melancolía y el tercero
en las fábricas y los motores. Dorantes no aparece más
que en el pentagrama. Está detrás: crea temas nuevos.
No sólo interpreta y compone para piano, sino que quiere
y puede escribir piezas para otros instrumentos. Su formación
se lo permite. Y su valía no debe sufrir menoscabo por esto,
en un panorama donde sólo están idealizados los analfabetos,
los que aprenden “de oído” (¿con qué
ha aprendido si no?), en fiestas ( seguro que ha vivido muchas ),
o por transmisión familiar ( ¡Olé los Peña!).
David Peña reúne características que hacen
de él un músico de categoría; buen flamenco
después. La pulcritud de su pulsación y los giros
por donde se pierde a veces suenan clásicos. Otras veces
el jazz se asoma por su piano. Y la guitarra, aunque no es precisamente
Dorantes uno de los pianistas cuyo toque se asemeje más al
de la sonanta. Tiene identidad propia como instrumento diferente,
no es émulo de la bajañí.

Se templa José Valencia por romance para “Bailar
sobre la mar”, y Dorantes le dedica el tema a su padre, que
ya lo grabó hace años. Entrañable. E irrumpe
en el escenario arropada por una ovación Lole, que con su
voz dulce y clara canta “La Maza”. Después diálogos
de percusión con el maestro tablista hindú Keshab
Canti Showdhury. Más música: la banda sonora de un
sueño. Cierran la noche todos en el escenario. El bis por
bulerías. La Lole baila descalza y desde el públíco
le tiran a Dorantes un ramo de romero. Una noche preciosa donde
se echó en falta algo más de flamenco.


“La cava de los
gitanos” Curro Fernández y familia
“La familia de los Moneos” Manuel Moneo y familia

Sábado, 25 de septiembre, 2004. 2400h. Hotel Triana,
Sevilla

Texto : Estela
Zatania

Familia Fernández
Cante: Curro Fernández, Pepa Vargas, Ismael Fernández,
Salvador “El Fragüero”, Pepe “El del Altozano”.
Baile: José Fernández, Soraya Fernández. Guitarras:
Paco Fernández, Miguel Pérez. La nueva savia: Diego
Cortés, María Cortés, El Bola, Samara Fernández,
Dieguito “El Churri”, Miguelito Fernández, Soleá
Fernández, Curro Vargas, Francisco “El Cama”.

Familia de los Moneos
Cante: Manuel Moneo Lara, Manuel Moneo “El Barullo”.
Cante y baile: Macarena Moneo, Rocío Moneo, Chico de Pacote,
Antonio Carpio. Guitarra: Juan Moneo, Manuel Moneo “El Barullito”.

La última noche en el Hotel Triana de la programación
de la Bienal de Sevilla terminó con una gran dósis
de flamenco tradicional con las familias de Curro Fernández,
de Triana, y de Manuel Moneo de Jerez.

Con un poco de teatro, imágenes proyectadas de la antigua
Triana y una fragua con fuego y fuelle, un narrador nos cuenta brevemente
la historia de la Cava de Triana, las herrerías, las familias
gitanas y los cantes que había. El veterano cantaor Curro
Fernández canta un martinete, la bailaora jerezana Soraya
Clavijo interpreta una corta siguiriya con su habitual buen gusto
y respeto por lo mejor del baile antiguo y José Fernández
sorprende con su original forma de entender el baile por bulería.
Vuelve Soraya, más bulerías, soleá por bulería
y la primera parte acaba con “la nueva savia”, un grupo
de chavales con mucho arte mucho más allá de sus años.

Después del descanso la gran familia jerezana de los Moneos
ocupa la pista, once personas “cantando a la Paquera”
como nos informan. Barullo interpreta bulería por soleá
incluyendo la curiosidad del cante de Carapiera, y después,
unos fandangos. Su hermana Macarena ofrece su habitual repertorio
festero con una voz cada vez más flamenca y la noche queda
redonda con el gran patriarca Manuel Moneo por soleá y por
siguiriyas, no sin antes declarar “Entre los gitanos de Triana
y los gitanos de Jerez, el cante no se va a perder, seguro”.

 

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