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EL seguimiento diario de la Bienal de Flamenco es patrocinado por: |
Baile: Ana Moya, Rafaela Carrasco, Manuel Liñán,
Lidia Pousa, Estefanía la Mimbre, Violeta Ruíz, Mayte
Beltrán, Rocío Martín, Mariana Collado, Francis
Núñez, José Antonio Jurado. Narrador: Curro
Albaicín. Cante: Vicente Gelo, Manuel Gago. Guitarra: Fernando
de la Rúa, Jesus Torres, José Luis Rodríguez.
Percusión: Raúl Domínguez Piano: Pablo Suárez.
Chelo: José Luis López. Música grabada: Miles
Davis, Carmen Linares, Enrique Morente, José Luis Rodríguez,
Pablo Suárez, Jesús Torres.
Habiendo visto “Caminos de Lorca” en los primeros
días de su estreno en Granada hace dos meses, su inclusión
en la Bienal de Flamenco de Sevilla ha ofrecido la oportunidad de
contemplar la evolución de una obra nueva y arriesgada. A
pesar de la ausencia de la bailaora Belén Maya, la estrella
de la presentación en su estreno, la obra ha mejorado considerablemente,
y el marco del Teatro de la Maestranza es mucho más apto
que el histórico pero frío patio del Palacio de Carlos
V de Granada donde la obra permaneció una temporada.
Una obra divertida, original y coherente
Ahora los componentes están compenetrados, hay calor e incluso
se deja entrever el rebuscado propósito de la directora Pepa
Gamboa de presentar una “obra onírica” acerca
de “las criaturas de Lorca” y las víctimas inocentes
del mundo en general. Aquella pomposa y sospechosa intención
resulta más creíble gracias a detalles de humor centrados
en su mayor parte en el personaje, tanto real como teatral, de Curro
Albayzín, veterano de las cuevas de Sacromonte, bailaor,
cantaor y hombre para todo que narra los acontecimientos con versos
y cháchara con el porte y presencia de un perverso showman
de cabaret de los años treinta. Es un toque genial, lo más
logrado de la obra, que el público pijo de la Maestranza
no parecía captar.
Se alternan los famosos arreglos de canciones folclóricas
de Lorca con el flamenco tradicional actualizado. Sigue molestando
la inclusión de voces y músicas grabadas cuando hay
un equipo competente de cantaores y guitarristas, lo mismo que sigue
el sonido de aviones bombarderos que suena entre números
y contradice los hechos históricos del papel de Granada en
la guerra civil española.
Sigue sin recibir reconocimiento en el programa la increíblemente
rica música de María la Canastera que es empleada
para la cachucha, la mosca y alboreá, especialidades de la
casa, así que constancia quede en estas palabras. Es música
importante porque ni tan folclórica como el Anda Jaleo, ni
tan flamenca como una soleá, incorpora rasgos de ambos y
encierra una esencia granadina.
Las coreografías del grupo carecen de imaginación
y parecen clases de baile, pero las individuales son originales
y eficaces. Manuel Liñán tiene menos pinta de bailaor
que Tintín, pero es un artista de primera, y las novedosas
formas que dibuja con su cuerpo siempre resultan flamencas, por
muy vanguardista que sean. Otra cosa es su co-protagonista, Rafaela
Carrasco, la dama de hielo. Su producto es contemporáneo
primero, y flamenco segundo y a pesar de la obvia calidad de su
baile, su proyección es robótica y antipática
a más no poder.
Nos quejamos de muchos detalles porque el oficio lo exige, pero
de hecho es una obra divertida, original y coherente.
Texto y fotos: Estela
Zatania
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