XIII Bienal de Flamenco de Sevilla. 'La mujer y el pelele' – Isabel Bayón

 
“La mujer y el
pelele”
Isabel Bayón

Sábado, 2 de octubre, 2004.
21:00h.
Teatro Central

EL seguimiento diario
de la Bienal de Flamenco es patrocinado por:

Texto : Estela Zatania
Fotos: Manny Rocca

Conchita: Isabel Bayón. Don Mateo: Juan Motilla. Artista
invitado: Tomasito. Ciego: Juan José Amador. Guitarra: Jesús
Torres, Paco Arriaga. Cante: Juan José Amador, Miguel Ortega.
Percusión: Juan Ruiz. Dirección: Pepa Gamboa.

Parece ser ley de vida que hay una cantidad finita de flamenco,
y cuanto más crece el ‘boom’ de este arte, menos
flamenco corresponde a cada presentación. La Bienal de Sevilla
prácticamente se ha convertido en festival de teatro más
que de una forma musical y “La mujer y el pelele”, espectáculo
presentado el 2 de octubre en el Teatro Central, está dentro
de la línea de “obra de teatro ambientada con flamenco”.
De hecho está basada en “La femme et le pantin”
(1898) de Pierre Louÿs, llevado al cine posteriormente con
la conocida película de Buñuel “Ese oscuro objeto
del deseo”.

 

Lo bueno que tienen estas obras es que no requieren grandes portentos
del baile, cante o toque. Isabel Bayón es una bailaora competente
sin ser excepcional, pero cumple ampliamente su función dentro
de esta obra teatral donde el mayor protagonismo es asumido por
el actor Juan Motilla que narra la historia en primera persona en
el papel del patético Don Mateo, hombrecillo obsesivamente
enamorado de la cínica Conchita (Bayón).

Destacable es el trabajo audiovisual con imágenes auténticas
de Isabel Bayón filmadas hace más de 25 años
de la niña prodigio, en algunas escenas con el cante de un
joven Chano Lobato. Isabel adulta baila en el escenario los mismos
movimientos que su sombra de niña y el efecto fascina y seduce
con la dimensión añadida de máquina del tiempo.

Una historia tan visual como verbal
y al final, una aceptable relación teatro / flamenco.

Música de sevillanas con la voz de Isabel cantando lo de
“me casé con un enano salerito pa jartarme de reír”,
es seguida de un baile por bamberas, cosa que no se ve todos los
días, y menos con “La leyenda del tiempo” de
Camarón insertado. La bailaora, normalmente fría y
distante, se permite mostrar un poco de personalidad, el papel lo
requiere. Don Mateo nos ubica en carnaval y se canta un villancico,
así va la cosa de referencias mezcladas, sueños, recuerdos
y algunos toques de humor.

Cantaor Juan José Amador es espléndido en el papel
de un guitarrista ciego que aparece de cuando en cuando vestido
de gabardina y gafas oscuras para hacer de “coro griego”
con versos que canta y toca referentes a la historia. Hay bailes
cortos al servicio del guión, un polo con soleá apolá,
la siguirya “Mal fin tenga este sueño que tanto he
dormido”, verso tradicional que se ajusta a la historia, cabales
y martinete. Un tablao en Cádiz es representado con el toque
de alegrías en ‘la’ para un aire a lo antiguo
con cantes de Pastora, luego Isabel baila sevillanas con bata de
cola y palillos (castañuelas).

La aparición en escena de Tomasito vestido de traje blanco
es suficiente para arrancar entusiasmados aplausos. El genial artista
ofrece su numerito de bulería break y casi casi acaba con
todos. Para la famosa escena de la película cuando Don Mateo
descubre a Conchita bailando desnuda en el reservado de un tablao,
Isabel viste ropa interior color carne y baila por tangos.

Uno se pregunta si el numeroso público extranjero capta
tanta narrativa en español, pero la historia es tan visual
como verbal y al final hay una aceptable relación teatro
/ flamenco.

 
 



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