XIII Bienal de Flamenco de Sevilla. Gerardo Núñez

 
Gerardo Núñez

Viernes 17 de septiembre, 2004.
Teatro Central, Sevilla

 

 

EL seguimiento diario
de la Bienal de Flamenco es patrocinado por:

Apoteósico.

Sólo una guitarra. No hizo falta más para
llenar el escenario. Rebosaba por los rincones, se salía:
rasgaba el aire y se abría un hueco en la entrañas
del teatro. Cae como un puñal, duele como el asta que se
clava en lo más hondo, marca como el hierro candente. El
eco profundo era un duelo y la sal muy salada.

Gerardo Núñez reivindicaba el papel del guitarrista
en el Teatro Central. Ofreció un concierto de guitarra desnuda,
sin acompañamientos, pero él solo se bastó
para deleitar. Fue el colmo del buen gusto, lo mejor que hasta ahora
ha dado la Bienal. Demostró sus virtudes técnicas
y la sensibilidad que posee, repasó los fundamentos del toque
actual y dejó sendas abiertas para el que las quiera recorrer.
Parece que él viene de vuelta.

Con “Yerma” rompe Gerardo, pero no es baldía
su sonanta. Brota la miel de sus cuerdas y riega un pentagrama flamenco
de líneas curvas reinventadas. Se enfrenta sólo con
su guitarra ante el público, sin tapujos, tocando con soltura
y una personalidad cautivadora. No duda, aprieta con fuerza, se
pierde con trémolos prodigiosos y provoca momentos de tensión.
Renuncia a los excesivos giros jazzísticos que suelen plagar
otros conciertos suyos para detenerse en un flamenco algo más
tradicional, pero de nuestro tiempo. Soleá por bulerías.
Excelso. Picados melódicamente exquisitos, bien ejecutados,
rápidos, limpios. Es un músico genial. Los rasgueos
marcan el compás que no pierde con las complejas falsetas.
La riqueza de su composición se hace especialmente patente
en “Trafalgar”, una bulería donde a modo de estribillo,
intercala una melodía de mil formas diferentes, hasta el
límite de lo insospechable, de lo inaprehensible. Crea un
lenguaje distinto. “Sevilla” es un guiño. Se
viste de gusto para regalarnos el toque. Zalamero, sensible… Disfruta
con la guitarra entre sus manos y acaricia las cuerdas, las besa
con las yemas de los dedos. Difícil la bulería: Jucal.
Precisa, preciosa. Bordonazos, picados de vértigo, potentes
arpegios y posturas inverosímiles para conseguir una falseta.
Más íntimo y sosegado en la soleá. Duele la
sangre. Ensordece algunas notas y arranca olés que interrumpen
su toque largo. Y llega la seguiriya. Cada nota es un ay que desbarata
el alma y destempla el corazón. La bulería alegra.
Arzapúas que el oído no puede pensar, picados imposibles
de digerir, una sucesión que no cesa y que emborracha de
placer… Tras una enorme ovación, dos bises: un pasodoble,
que le dedicó a su madre, que había venido a verle
y otra pieza más de regalo. Gerardo estaba a gusto, como
en su casa. El público no lo dejaba irse, quería retenerlo
un poco más. Apoteósico.

Texto: Kiko
Valle


Foto: Rafael Manjavacas

Más información:

Entrevista
con Gerardo Núñez

Produtos relacionados:

Gerardo Núñez
'Andando el tiempo'

Gerardo Núñez
'Calima'


 



Salir de la versión móvil