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EL seguimiento diario de la Bienal de Flamenco es patrocinado por: |
Paco de Lucía: guitarra. Duquende, Montse Cortés,
La Tana: cante. Niño Josele: segunda guitarra, percusión,
palmas. Piraña: cajón. Alain Pérez: bajo. Antonio
Serrano: armónica, teclado.
Luz para Lucía
Quien calla otorga. El silencio de seis mil personas arropaban
la sonanta de Paco. Un auditorio mudo acogió calurosamente
a un maestro que ya relaja su toque, da paso, está algo cansado.
El incuestionable legado del algecireño justifica la concurrencia.
La sensibilidad de sus dedos, su bordón hiriente, el picado
atrevido, desafiante, hasta su gesto causan respeto. No se puede
escuchar a Paco sin mirar atrás. Cuesta trabajo asumirlo.
Era una noche esperada. Se llena el Auditorio de la Cartuja de Sevilla
para escuchar “Cositas Buenas”. Y no lo fueron tanto.
Cuesta mucho trabajo. Da miedo escribir, causa dolor, es un desgarro.
El mito es humano y se equivoca. ¡Luz para Lucía!
La rondeña manda y es para “Mi niño el Curro”.
Increíble: no llega. Las exigencias son tremendas. El público
está entregado y lo perdona todo. Sólo la estampa
de Paco es abrumadora y haga lo que haga no dejará a nadie
indiferente. Quizás le pedimos demasiado, pero es a lo que
nos tiene acostumbrados. Piezas de antaño. Recorre su trayectoria
resumiendo vagamente pero con las entrañas y con el corazón.
Se entrega y se abandona sabedor de que deja su huella. “Antonia”,
“El Tesorillo”, “Callejón del muro”
y “La Barrosa”. A compás, pero inseguro. La duda
presente mancha las memorables falsetas que han creado escuela,
deja el camino abierto. En la segunda parte, “Palenque”,
“Volar”, “Cositas Buenas” y “Zyryab”.
El maestro de Algeciras no tocó limpio. Le faltó
definición y seguridad en el toque. Parece mentira, pero
no se vierten en vano estas opiniones. La gente aplaudía
los cierres como aplauden los desplantes en el baile. Tuvo momentos
de lucidez increíbles donde demostró quién
es, especialmente en los picados, aunque muchos de los que han aprendido
de él puede que hoy “le echen la pata”. Las composiciones,
ya conocidas, son de muy buena calidad y la interpretación,
el sello que le imprime, cala bien hondo. Otras veces se peleó
precipitando sus dedos por el mástil, no siendo su lucha
tan fructuosa como debiera. Parecía fatigado, incluso tímido,
después de tantos años: se escondía tras los
instrumentos que le acompañaban y cediéndoles el protagonismo
o sin sobresalir, se acomodaba perdiéndose a su antojo. Los
estribillos, el coro, los cantes… hicieron que Paco no brillara
lo suficiente y convirtieron parte del concierto en un jaleo. La
Tana, Duquende y Montse Cortés tuvieron la mayor parte de
culpa.
Paco hizo cosas inefables, tuvo instantes de emoción, pero
lo que primó fue la bulería, el tango, el “ritmillo”
y poco más. Se echaron en falta esos ratitos a solas con
su guitarra y el toque por otros palos: momentos de inspiración,
pasión irrefrenable, dolor, intensa alegría… Al
final, ronda de instrumentos y las presentaciones de rigor. Tras
el incesante aplauso, el bis: “Entre dos aguas”;una
“nueva versión” que no supera a su predecesora.
El concierto no fue una decepción, pero se esperaba mucho
más.
Paco de Lucía, Niño Josele, La Tana, Duquende,
Montse Cortés
Texto : Kiko
Valle
Fotos: Rafa Manjavacas
Especiales: Paco
de Lucía 'Apuntes nostálgicos'
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