XIII Bienal de Flamenco de Sevilla . 'Alicia' Cia. Los Ulen, Rosario Toledo y Kiko Veneno

 
“Alicia”
Cía. Los Ulen,
Rosario Toledo y Kiko Veneno

Domingo 19 de septiembre, 2004. 21:00h. Teatro Lope
de Vega, Sevilla

 

 

EL seguimiento diario
de la Bienal de Flamenco es patrocinado por:

Baile: Rosario Toledo, Manuela Ríos, Manuela Reyes,
Daniel Navarro, Pedro Córdoba. Cante: José Valencia,
David Palomar. Guitarra: Miguel Iglesias, Paco Iglesias. Percusión:
Javier Viana. Guión y dirección: Pepe Quero.

Estando sentada en el sevillano Teatro Lope de Vega la
noche de domingo 19 de septiembre en mi butaca orientada, como es
lógico, hacia el escenario, me invadía aquella incómoda
sensación que todos hemos experimentado a veces de “¿porqué
estoy yo aquí?” No es un estado mental que propicia
una crítica fácil. Varias veces hemos comentado la
admirable diversidad de los espectáculos que abarca esta
Bienal de Flamenco de Sevilla, pero todo tiene su límite
y es posible que la propuesta de montar una obra de flamenco basada
en el clásico de Lewis Carroll, “Alicia en el país
de la maravillas”, haya rebasado esos límites. No obstante…..

Se podría decir que el primer número que parece sacado
de un musical de Broadway a la antigua usanza es entretenido si
no flamenco.

Se podría decir que es una obra amena y desenfadada donde
todos los actores, porque por encima de bailar, cantar o hacer música,
los personajes están interpretando un papel, se entregan
al máximo buscando el punto teatral sin abandonar del todo
su personalidad flamenca. ¿En qué otra obra se puede
ver a los guitarristas con pajarita y chaleco y los cantaores con
gorros absurdos? “Rinconete y Cortadillo” exploraba
las posibilidades cómicas del flamenco, pero queda corto
en ese aspecto comparado con esta fantasiosa creación.

Se podría decir que Rosario Toledo es una bailaora espléndida
y que el cantaor José Valencia se mete sin complejos en su
personaje ofreciendo el momento más logrado cuando no abandona
el papel que le ha tocado ni para cantar por tonás.

Los intérpretes se entregan al
máximo buscando el punto teatral sin abandonar del todo su
personalidad flamenca

Se podría decir que hay detalles entrañables, como
la divertida pataíta del Conejo Blanco acompañada
por las voces sobrepuestas de los cantaores, o la Oruga que canta
una malagueña mientras que su gigantesca hookah eructa espesas
nubes de humo y el menguamiento de Alicia es representada por la
larga bata de cola que segundos antes había sido un vestido
corto.

Se podría destacar el baile por alegrías en grupo
que mezcla sabores gaditanos con la imagen de colegiales británicos
a la hora del recreo, o la habilidad con la que los cinco bailaores
manejan los múltiples papeles.

Se podría confesar haber sentido auténtica preocupación
cuando el compás de siguiriyas es marcado con las tijeras
puntiagudas que llevan la Reina de Corazones y los de su séquito
en ambas manos…ocho tijeras en movimiento, y venga vueltas y venga
taconeo, ozú, que baile ni que baile, ¡esto es un número
de circo!

Hemos pasado la moda de las tragedias clásicas pasadas por
flamenco, ahora es posible que estemos entrando en un ciclo de las
clásicas historias infantiles. La mente da vueltas…¿Pinochio?
(se podría explorar la personalidad del anciano zapatero
Gepetto)…¿Mortadelo y Filemón? (el conflicto laboral
y la posible ambigüedad sexual)…¿Batman? (¡la
capa, hombre, la capa!)

Se podría decir que esta obra no tiene cabida en una Bienal
de Flamenco de Sevilla excepto para un público infantil,
tal como está programado para los días 23, 24 y 26
de septiembre en el Teatro Alameda.

Texto: Estela
Zatania

Fotos: Manny Rocca

 



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